El Linchamiento del Jefe Civil 1936
El General Juan Vicente Gómez, según el
Comunicado Oficial del Gobierno Nacional, murió el 17 de diciembre de 1935 y
sepultado el 19 del mismo mes, en el Cementerio de Maracay. Durante los dos días del velatorio
cumpliéndose un riguroso programa póstumo, el pueblo
permaneció en silencio, a la espera con prudente actitud, aún temeroso de que
el hombre ladino no les estuviera armando una trampa como lo había hecho en
otras oportunidades; pero una vez sepultado el cadáver del Dictador, las
pasiones se desbordaron a todos los niveles, iniciándose actos de violencia con
manifestaciones de júbilo en algunos casos ajenas al problema.
Un sujeto de apellido Uribe ejercía en Morón
el cargo de Jefe Civil del Municipio. Procedía del Estado Táchira con la legión
de "Chácharos" que bajaron de las montañas para servirle al Dictador.
El pueblo lo identificaba como "chácharo",
"gocho" o "sagrado", ya que con este último nombre se
conocía a los esbirros del gobierno. Uribe era de nacionalidad colombiana, de
carácter violento y arbitrario, con una agresividad propia de los guapos de
oficio.
Los pacíficos habitantes de Morón,
sufrieron toda clase de atropellos y vejámenes del citado Jefe Civil, quien
antes estuvo al frente de la Segunda Comandancia de Policía del Distrito Puerto Cabello. Uribe no sólo se caracterizó por el
trato despótico, sino por su visible predisposición contra los negros
que caían en sus redes.
Estos infelices recibían todo el peso de
la ira del esbirro, quien descargaba el odio congénito que llevaba por dentro
contra una raza que él consideraba inferior.
Muerto Gómez, las pasiones se desbordaron
y los rencores balancearon las venganzas. Algunas acciones de violencia
tuvieron justificación, pero en otros se centralizaron bastardas
intenciones de cobrar viejos agravios, saldar cuentas personales pendientes en
riñas callejeras y hasta por envidias parroquiales. Así sucedió con la matanza
indiscriminada de ganado vacuno en plena producción en las zonas agropecuarias
de Urama
y Alpargatón. Los actos criminales contra animales que
podían servir de alimentos al pueblo
sólo sirvieron de festín a los buitres.
En enero de 1936, el pueblo
de Morón continuó soportando la insolente presencia del colombiano
Uribe. Gradualmente fueron tomando conciencia clara de la situación y el estallido
popular hizo crisis. Las turbas se lanzaron a las calles para hacerse justicia.
la primera acción estuvo dirigida contra la Jefatura Civil, cuyo local, archivo
y enseres de oficina fueron quemados totalmente. Luego sería la búsqueda del
chácharo
que durante mucho tiempo fue factor de perturbación en toda la región del
Municipio Mora.
Uribe buscó refugio en la casa de un
compadre situada en las afueras del pueblo.
Con la intuición propia de los núcleos humanos que buscan justicia, el fugitivo
fue ubicado en su refugio.
Uribe no escondía su temor, presintiendo
su trágico fin, pero como todos los bárbaros quiso hacerle frente a la turba,
esperando atemorizarlos con un recurso temerario sostenido en su creencia de
que los negros eran cobardes y proclives a la obediencia ciega al más
fuerte, al más audaz.
Como un felino, el esbirro, de humilde
cordero se - transformó en pantera y de un salto tomó en su mano derecha un
filoso machete "tres canales", gritándole a la multitud: —Negros
cobardes, negros del carajo, ya ustedes van a saber lo que es un hombre
macho. Aquellas fueron sus últimas palabras: diez, veinte, cincuenta, tal vez
cien machetes más veloces, silenciaron su insolencia. El hombre que una vez
bajó de la montaña andina fabricando odio por los caminos de Venezuela rural, quedó moribundo, despedazado con múltiples
heridas, tendido, con los ojos abiertos como implorando piedad, en una
callejuela polvorienta del pueblo
que él no respetó.
El ingeniero Fernando Capriles, designado
Jefe Civil del Distrito Puerto Cabello, se trasladó al lugar de los
acontecimientos tratando de aplacar los alterados ánimos. El cuerpo destrozado
del colombiano fue llevado en una camioneta de estaca al Hospital
de la Caridad, donde ingresó muerto. En Morón
continuaron los focos de agitación, hasta que desde Puerto Cabello fue enviada una comisión de policías
y civiles armados, al mando de un sujeto conocido como "El Catire
Donki".
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