sábado, 8 de febrero de 2014


El Linchamiento del Jefe Civil 1936


De

Saltar a navegacióEl General Juan Vicente Gómez, según el Comunicado Oficial del Gobierno Nacional, murió el 17 de diciembre de 1935 y sepultado el 19 del mismo mes, en el Cementerio de Maracay. Durante los dos días del velatorio cumpliéndose un riguroso programa póstumo, el pueblo permaneció en silencio, a la espera con prudente actitud, aún temeroso de que el hombre ladino no les estuviera armando una trampa como lo había hecho en otras oportunidades; pero una vez sepultado el cadáver del Dictador, las pasiones se desbordaron a todos los niveles, iniciándose actos de violencia con manifestaciones de júbilo en algunos casos ajenas al problema.
Un sujeto de apellido Uribe ejercía en Morón el cargo de Jefe Civil del Municipio. Procedía del Estado Táchira con la legión de "Chácharos" que bajaron de las montañas para servirle al Dictador. El pueblo lo identificaba como "chácharo", "gocho" o "sagrado", ya que con este último nombre se conocía a los esbirros del gobierno. Uribe era de nacionalidad colombiana, de carácter violento y arbitrario, con una agresividad propia de los guapos de oficio.
Los pacíficos habitantes de Morón, sufrieron toda clase de atropellos y vejámenes del citado Jefe Civil, quien antes estuvo al frente de la Segunda Comandancia de Policía del Distrito Puerto Cabello. Uribe no sólo se caracterizó por el trato despótico, sino por su visible predisposición contra los negros que caían en sus redes.
Estos infelices recibían todo el peso de la ira del esbirro, quien descargaba el odio congénito que llevaba por dentro contra una raza que él consideraba inferior.
Muerto Gómez, las pasiones se desbordaron y los rencores balancearon las venganzas. Algunas acciones de violencia tuvieron justificación, pero en otros se centralizaron bastardas intenciones de cobrar viejos agravios, saldar cuentas personales pendientes en riñas callejeras y hasta por envidias parroquiales. Así sucedió con la matanza indiscriminada de ganado vacuno en plena producción en las zonas agropecuarias de Urama y Alpargatón. Los actos criminales contra animales que podían servir de alimentos al pueblo sólo sirvieron de festín a los buitres.
En enero de 1936, el pueblo de Morón continuó soportando la insolente presencia del colombiano Uribe. Gradualmente fueron tomando conciencia clara de la situación y el estallido popular hizo crisis. Las turbas se lanzaron a las calles para hacerse justicia. la primera acción estuvo dirigida contra la Jefatura Civil, cuyo local, archivo y enseres de oficina fueron quemados totalmente. Luego sería la búsqueda del chácharo que durante mucho tiempo fue factor de perturbación en toda la región del Municipio Mora.
Uribe buscó refugio en la casa de un compadre situada en las afueras del pueblo. Con la intuición propia de los núcleos humanos que buscan justicia, el fugitivo fue ubicado en su refugio.
Uribe no escondía su temor, presintiendo su trágico fin, pero como todos los bárbaros quiso hacerle frente a la turba, esperando atemorizarlos con un recurso temerario sostenido en su creencia de que los negros eran cobardes y proclives a la obediencia ciega al más fuerte, al más audaz.
Como un felino, el esbirro, de humilde cordero se - transformó en pantera y de un salto tomó en su mano derecha un filoso machete "tres canales", gritándole a la multitud: —Negros cobardes, negros del carajo, ya ustedes van a saber lo que es un hombre macho. Aquellas fueron sus últimas palabras: diez, veinte, cincuenta, tal vez cien machetes más veloces, silenciaron su insolencia. El hombre que una vez bajó de la montaña andina fabricando odio por los caminos de Venezuela rural, quedó moribundo, despedazado con múltiples heridas, tendido, con los ojos abiertos como implorando piedad, en una callejuela polvorienta del pueblo que él no respetó.
El ingeniero Fernando Capriles, designado Jefe Civil del Distrito Puerto Cabello, se trasladó al lugar de los acontecimientos tratando de aplacar los alterados ánimos. El cuerpo destrozado del colombiano fue llevado en una camioneta de estaca al Hospital de la Caridad, donde ingresó muerto. En Morón continuaron los focos de agitación, hasta que desde Puerto Cabello fue enviada una comisión de policías y civiles armados, al mando de un sujeto conocido como "El Catire Donki".
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