sábado, 8 de febrero de 2014

El Salvaje
Durante un invierno muy copioso que azoto los llanos de Barinas, las autoridades comenzaron a sacar a la gente de algunos caseríos y poblaciones que fueron inundados por los ríos y caños crecidos. La gente decía que se veía como las corrientes de las aguas se llevaban plantaciones de cambur, plátano y que también se veían las cabezas de ganado ahogado; como se las llevaban, los cochinos, los burros y hasta enseres domésticos, techos de palma, barriles, pilones, caramas de palos también, todo lo que pudiera flotar se veía como se lo llevaban las aguas. Contaban que en uno de esos rescates, un vaporcito de chapaletas que llevaba muchas personas salvadas se acerco a la orilla de un barranco del rio Masparro, cuando los tripulantes y pasajeros vieron de improviso la aparición de una mujer a la que creyeron era una india, pues andaba desnuda, solo una pequeña tela de fibra de palma o sisal le cubría sus partes pudorosas, venia corriendo haciendo señas con los brazos alzados y gritando pidiendo auxilio mientras llegaba al borde del barranco.
La tripulación del vapor no sabían que hacer, pero no se podían detener a pesar de la emergencia que la mujer manifestaba. Esta, en su desespero se lanzo al agua y como pudo nado en las crecidas aguas hasta que los del barquito blanco y negro le ayudaron a subir por medio de unos mecates que le lanzaron. Cuando sube a bordo le tapan su cuerpo desnudo con un paño grande y se dan cuenta que no era una india, sino una mujer campesina que tenia como dos años perdida en los montes según ella relato, y a la que creían muerta. Sin embargo, para ese momento cuando cubrían a la mujer con el paño, los que se encontraban en la cubierta del vapor vieron que del monte apareció también la figura de un ser extraño pues no era un humano pero tampoco era un animal, más bien parecía la mezcla de ambos, pues de hombre tenia la figura pero su cuerpo entero y su rostro estaban cubiertos de pelos negros, parecidos a un oso o un mono, según decían los que le vieron. Este ser emitía unos gritos escalofriantes o alaridos desde la orilla del barranco cuando ya el vapor se alejaba delante del ruido de las chapaletas que dejaban su estela de aguas revueltas y el humo negro que salía por su chimenea parecía confundirse en el cielo con los tonos grises de las nubosidades invernales.
Este ser que los más viejos decían se trataba de el Salvaje también hacía señas con los brazos y manos como diciendo a la mujer que no se fuera sino que regresara. Por un momento el Salvaje se alejo para casi de inmediato aparecer de nuevo en la orilla del barranco e inclinándose hacia el suelo levanto una criatura peluda, parecida a un niño de un poco más de año de edad, pero también todo cubierto de pelos negros lo que hacía suponer que se trataba de otro ser de su propia raza; posiblemente su propio hijo, y procedió a alzarlo para enseñarlo a los que iban en el barco. En ese momento la mujer aparto la cara hacia un lado y cubrió su rostro con sus manos, según lo presenciaron los que abordo estaban. Al ver el Salvaje que el barco se alejaba mas y direccionaba hacia el centro de la corriente del río, los que vieron dicen que el monstruo lanzo violentamente la pequeña criatura hacia las aguas mientras se golpeaba desesperado la cabeza con sus propias manos, y dando un alarido desgarrador se adentraba de nuevo en la espesura del monte mientras la criaturita se hundía ahogándose en las turbias aguas marrones del Masparro, muy probablemente para servir de alimento a los caribes o caimanes que para entonces poblaban sus aguas abundantemente.
Pero remontándonos dos años para atrás en el tiempo, sucedió que una pareja de campesinos, marido y mujer regresaban una tarde de una vega que tenían cerca de su ranchito, donde se encontraban sus tres hijos esperando su regreso para compartir con ellos la cena que su mamita les prepararía al llegar; pero era un poco tarde, casi había oscurecido cuando caminaban por un sendero que solían usar a diario, y como esos eran sus correderos por eso venían confiados conversando sin ninguna preocupación, aunque les extrañó que los araguatos que forman sus escándalos en la tarde ese día estaban muy callados, pero en cambio, los loros y pericos que se aprestaban a dormir seguían con sus estridencias de costumbre. Entonces, súbitamente, del monte a un lado del camino se escucho un ruido de ramas crujientes y movimiento de arbustos y monte, pudiendo ver asombrados el celaje de un gran animal negro que se les encimaba, pero con tal rapidez que prácticamente se quedaron paralizados por la sorpresa; que se convirtió en miedo terrible, cuando la criatura semi humana asió a la mujer por la cintura con uno de sus brazos y corrió con ella hacia la espesura del monte nuevamente, mientras la mujer, que se había desmayado por la impresión, asimilaba un trapo guindado a un lado de ese extraño ser, casi fantasmagórico, que se les apareció en el monte.
El esposo de la mujer, mientras se santiguaba y lanzaba una oración piadosa lograba tranquilizarse, llego después muy excitado y tembloroso a su casa para buscar una bacula y unos perros cazadores que tenia para cuando le tocaba agregar variedad en el menú diario de sus hijos, y salió a buscar a unos vecinos que vivían por los alrededores, a los cuales les conto lo sucedido y dejando a sus hijitos con las mujeres de estos, procedió a buscar a su compañera raptada por esa extraña criatura del demonio, buscaron y buscaron por los montes cercanos hasta la media noche pero no encontraron nada, los perros sentían cierto temor pero querían adentrarse mas y mas, pero los vecinos dijeron que era mejor dejarlo para el día porque la noche estaba llena de peligros, y más, en esas espesuras que no han visto cristiano aun, ya que ellos temían mas a los espantos de los montes que a los animales;- para el tigre tenemos plomo y los perros, y pa las culebras el chimó, pero para el diablo solo los rezos y la ayuda de Dios, decía uno de ellos, mientras se agarraba un rosario que llevaba colgado del cuello.
Regresaron a el caserío y al día siguiente procedieron con la búsqueda pero sin ningún resultado, a la mujer como que se la trago la tierra, decían. Así duraron varios días, sin ningún resultado hasta que resolvieron ir al pueblo de Santa Rosa para hablar con las autoridades, a los cuales les extraño el caso y hasta pensaron que el pobre campesino había asesinado a su mujer en esos montes y que luego invento ese cuento para que no sospecharan nada de él. El pobre hombre desanimado llego a pensar que fue el Diablo el que se llevo a su mujer por alguna falta o pecado de él o de ella, procediendo todos los meses a mandarle hacer una misa a las animas benditas para que le ayudaran a regresar a su mujer del infierno, según creía él.
Cuando apareció la mujer relató lo que le aconteció con esa extraña y monstruosa criatura que llamaban el Salvaje, dice que se despertó de su desmayo al día siguiente acostada en una especia de nido hecho con monte, hojas de mastranto y albahaca entretejidas con cintas de palma, que la criatura no se porto mal con ella sino que quería que comiera algunas frutas del monte que le llevó, y que también le traía agua en envases de totumas., también le traía muchas flores diversas. A veces también cazaba algún animal y le llevaba la carne, pero cruda. Que le hacía el amor casi todo el tiempo de día y de noche hasta que se dio cuenta que ella estaba empreña, que la dejo sola cuando tuvo que parir ese niño todo peludo al cual le había agarrado cariño como su hijo que era, aunque ella creía que eso era un pecado porque veía al Salvaje como un demonio, y ahora sentía tristeza por la muerte de esa criaturita que ella consideraba inocente. También dijo que no se podía escapar porque ella en realidad no sabía dónde estaba, se encontraba desorientada y una vez salió para hacer una necesaria fuera del nido y el salvaje se puso muy bravo, empezó a romper palos y quebrar ramas y a ella le dio miedo. Que después que nació la criaturita ella solía comer las hojas de una mata que ella sabía no dejaban que quedara empreña otra vez. Que cuando empezó el invierno de este año, se les estaba metiendo el agua en el nido y el Salvaje procedió a mudarse a tierra más alta cerca de la orilla del Masparro y así fue como ella escucho el pito del vapor y vio la humareda negra del barco, cuando decidió dejar al pequeño solo mientras el Salvaje recolectaba frutas y salió corriendo hacia la orilla del barranco cuando fue rescatada. También dijo, que sintió mucha vergüenza de estar desnuda pero no le importo con tal de escapar y regresar con su familia, que la ropa se le gasto por el uso y tuvo que hacer un guayuco de fibras vegetales.
La mujer fue llevada luego de su rescate a las autoridades del pueblo de Santa Rosa, quienes confirmaron su desaparición según la denuncia que coloco su esposo hacia dos años; entonces procedieron a mandarle un correo expreso al caserío donde vivía el esposo y este regreso con el correo a encontrarse con su esposa perdida y retirar la denuncia. Dicen que ella estaba muy nerviosa y temía que su esposo la rechazara por haber sido la mujer o la querida del Salvaje y haberle parido un hijo; pero lo menos que hablo su cariñoso y comprensivo esposo fue del Salvaje y procedió a regresar con ella para que se encontrara con sus hijos que tenían dos años sin saber de su mamita. Después la pareja de campesinos decidieron irse de ese monte donde vivían para el pueblo de Mijagual, por temor a que el Salvaje regresara a buscarla.
Desde siempre la gente del campo ha creído que existe un ser semi humano o semi animal al que llaman el Salvaje cubierto por una pelambre negra y que raptaba a las mujeres campesinas para convivir con ellas y hacerlas sus amantes. Una cocinera de la casa del doctor Cruz Ramón Blanco Burós, medico de Santa Rosa de Barinas fue la que le conto este relato a mi abuela Enriqueta hacia 1924.
FIN

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