Después de haber dormido
placidamente del 11 para el 12 de Octubre de 1955, y alegres porque los
talibanes de segundo y tercer años salían de paseo local, nosotros los reclutas
recién ingresados hacíamos planes que solo las mentes nuestras conocían, por
ejemplo íbamos a ser dueños del casino por pocas horas, pero algo, era algo,
podríamos echar un carrito, bien en las aulas o en el mismo dormitorio, bajo la
mirada complaciente de un nuevo de primer año y así todas aquellas marramuncias
que se nos pudiera ocurrir, entre sueños y pensamientos, transcurrió aquella
apacible y fresca madrugada maracayera, uno que otro perro ladraba en la
tranquilidad y apacibles horas de la ciudad jardín, debido a que era día de
fiesta nacional, los funestos integrantes de la banda de guerra la tocarían a
las 06:00 horas, en esos momentos en las cuales uno se queda dormido de una forma profunda, parece que las horas
son minutos y los minutos le hacen creer a el durmiente que no ha dormido,
bien, a las, seis en punto se oyeron las
notas de una marcha militar conocida por todos, como la Diana Carabobo , esta bella
marcha retumbaba en la otrora Escuela de Aviación Militar, sus desgastadas y
vetustas paredes eran testigo de esas bellas melodías que se expandían por toda
la edificación de nuestro querido Instituto, pero nos dimos cuenta que la
melodía no era interpretaba por el perolero, al cual todos los días estábamos
acostumbrado, que nos despertaba a las
05:00 Hs. de la mañana, no era el mismo, Gracias mi Teniente, por este
despertar tan sublime y agradable, era nada mas y nada menos que la Banda Marcial de la Escuela de Aviación
Militar, no le llevamos nada a los básicos allá en Caracas, que caché nos
estábamos dando, salimos como de
costumbre, a la formación de lista y parte a las 05:15 Hs. Y después del toque
de oración interpretado por dos cornetas de la banda anteriormente señalada,
nos condujeron al comedor para saborear el
cafecito mañanero, el Oficial de Día era el Teniente Ernesto Pulido
Tamayo, regresamos a formación de allí nos ordenaron uniforme de deporte, había
educación física antes de la salida de los cadetes, tocaron el preventivo y
luego el ejecutivo, todos en formación, para el parte e iniciar la actividad
programada, una vez cumplido el protocolo el Ciudadano Teniente, felicito a los
cadetes de segundo año, por estar cumpliendo un año de haber efectuado su
ingreso a la Escuela
y que por lo tanto les tenía un regalo de cumpleaños, estoy seguro les va
agradar…decía el Teniente Talibán, allí seguía
la banda en formación a la cola de la Compañía de Cadetes, el regalo para los cadetes
cumpleañeros, éramos los reclutas, aspirantes a cadetes de primer año, les dijo…, ahí tienen a los nuevos de
primer año son de ustedes y no quiero ver nuevo vivo…, el Distinguido Manuel Felipe Toro, Q.E.P.D. se dirigió al Teniente, le
solicitó el permiso para que la banda marcial tocara y los nuevos bailáramos en
el patio de honor, así se hizo, se oía… ¡allá brigadier tome nota de aquel moco
que no sabe bailar, enséñelo a bailar!... Entendido mi teniente… ¡allá esta
otro…, aquel que esta bravo!... ¡aquel negrito pelo malo…, enséñelo a bailar!...aquel
currutaco…se esta riendo...tome nota…tome nota y así transcurrió la primera
media hora de regalo, nos llevaron al patio de formación y fue cuando de verdad
comenzó la tortura, lo mas suave fue
cuando nos metieron uno a uno por una cañería de unos setenta centímetros de
diámetros y como doscientos metros de largo, la misma motivó a muchos a pedir
la baja por las calamidades y torturas que estábamos soportando, la figura de
los Derechos Humanos no había penetrado a los Instituto Militares, ese fue el
aciago y siniestro día, 12 de Octubre de 1955. LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES.
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