domingo, 18 de agosto de 2013

Aquel funesto e inolvidable 12 de octubre de 1955...

Después de haber dormido placidamente del 11 para el 12 de Octubre de 1955, y alegres porque los talibanes de segundo y tercer años salían de paseo local, nosotros los reclutas recién ingresados hacíamos planes que solo las mentes nuestras conocían, por ejemplo íbamos a ser dueños del casino por pocas horas, pero algo, era algo, podríamos echar un carrito, bien en las aulas o en el mismo dormitorio, bajo la mirada complaciente de un nuevo de primer año y así todas aquellas marramuncias que se nos pudiera ocurrir, entre sueños y pensamientos, transcurrió aquella apacible y fresca madrugada maracayera, uno que otro perro ladraba en la tranquilidad y apacibles horas de la ciudad jardín, debido a que era día de fiesta nacional, los funestos integrantes de la banda de guerra la tocarían a las 06:00 horas, en esos momentos en las cuales uno se queda dormido  de una forma profunda, parece que las horas son minutos y los minutos le hacen creer a el durmiente que no ha dormido, bien,  a las, seis en punto se oyeron las notas de una marcha militar conocida por todos, como la Diana Carabobo, esta bella marcha retumbaba en la otrora Escuela de Aviación Militar, sus desgastadas y vetustas paredes eran testigo de esas bellas melodías que se expandían por toda la edificación de nuestro querido Instituto, pero nos dimos cuenta que la melodía no era interpretaba por el perolero, al cual todos los días estábamos acostumbrado, que nos  despertaba a las 05:00 Hs. de la mañana, no era el mismo, Gracias mi Teniente, por este despertar tan sublime y agradable, era nada mas y nada menos que la Banda Marcial de la Escuela de Aviación Militar, no le llevamos nada a los básicos allá en Caracas, que caché nos estábamos dando,  salimos como de costumbre, a la formación de lista y parte a las 05:15 Hs. Y después del toque de oración interpretado por dos cornetas de la banda anteriormente señalada, nos condujeron al comedor para saborear el  cafecito mañanero, el Oficial de Día era el Teniente Ernesto Pulido Tamayo, regresamos a formación de allí nos ordenaron uniforme de deporte, había educación física antes de la salida de los cadetes, tocaron el preventivo y luego el ejecutivo, todos en formación, para el parte e iniciar la actividad programada, una vez cumplido el protocolo el Ciudadano Teniente, felicito a los cadetes de segundo año, por estar cumpliendo un año de haber efectuado su ingreso a la Escuela y que por lo tanto les tenía un regalo de cumpleaños, estoy seguro les va agradar…decía el Teniente Talibán,  allí seguía la banda en formación a la cola de la Compañía de Cadetes, el regalo para los cadetes cumpleañeros, éramos los reclutas, aspirantes a cadetes de primer año, les dijo…, ahí tienen a los nuevos de primer año son de ustedes y no quiero ver nuevo vivo…, el Distinguido Manuel Felipe Toro, Q.E.P.D. se dirigió al Teniente, le solicitó el permiso para que la banda marcial tocara y los nuevos bailáramos en el patio de honor, así se hizo, se oía… ¡allá brigadier tome nota de aquel moco que no sabe bailar, enséñelo a bailar!... Entendido mi teniente… ¡allá esta otro…, aquel que esta bravo!... ¡aquel negrito pelo malo…, enséñelo a bailar!...aquel currutaco…se esta riendo...tome nota…tome nota y así transcurrió la primera media hora de regalo, nos llevaron al patio de formación y fue cuando de verdad comenzó la tortura,  lo mas suave fue cuando nos metieron uno a uno por una cañería de unos setenta centímetros de diámetros y como doscientos metros de largo, la misma motivó a muchos a pedir la baja por las calamidades y torturas que estábamos soportando, la figura de los Derechos Humanos no había penetrado a los Instituto Militares, ese fue el aciago y siniestro día, 12 de Octubre de 1955.  LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES.   

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