Mi nombre es Inocencio del Carmen Figueredo,
nací el 28 de diciembre de 1794, en las afueras de la población de Cunaviche, o
sea veguero de pura cepa, la noche que nací, algo extraño sucedía, porque a
pesar de no ser época de lluvia en el llano, se desprendía en la sabana un
descomunal palo de agua, con truenos y centellas, vine al mundo ayudado por las
manos benditas de una comadre de mi mama, de nombre Paula Osorio, mi mama me
contaba que su comadre le decía, que ya yo venia bautizado por las aguas
benditas que caían del cielo y la luz que emitían los rayos eran un presagio de
que seria alguien muy importante en la vida, así mismo le decía que no se asustara
con los truenos porque esa era la música angelical del cielo, regalo de los
Ángeles por mi nacimiento, o sea, había fiesta y alegría en el cielo; como mi
papa y mama eran un par de negro, bastante altos, y mi papa un negro fornido y
musculoso, yo también salí negro feo y bembon, pelo ensortijado, a pesar de
todo, las viejas de la época decían que yo era un negro bonito, ya de hombre,
me di cuenta que todo era cortesía, mi mama se sentía orgullosa de que dijeran
que yo era bonito, mi mama se llamaba Matilda y mi papa se llamaba Casildo,
ambos eran esclavos o peones, que para la fecha era igual, en el hato “Las Cenizas;”
recuerdo claramente que todos los días de madrugadita, me levantaban y me
entregaban un balde y un rejo, para que me familiarizara y aprendiera las
labores del llano, empezando por el ordeño, así mismo recuerdo, que tendría
como nueve años y mi papa negro, que era amansador de caballos, una mañana como
a las seis monto un potro cerrero color zaino, el potro le corcoveo un trecho
bien largo y no logro sacárselo de la silla, después que se apeo del potro se
dirigió a mi y me dijo:
-móntese y no lo quiero ver en el suelo.
Como mi papa negro, era muy jodido, me monte
en el potro con el corazón que se me salía por la boca, antes de destapármele
los ojos, me pregunto:
-¿esta cagao?, porque si esta cagao lo mando a la
cocina con las mujeres a que aprenda a cocinar y no lo quiero ver mas en los
corrales- me llene de valor y le dije autoritariamente- destápemelo- lo destapo y el potro me
corcoveo con muy malas intenciones, pero no logro zafarme de la silla o mejor
dicho el fuste forrado en cuero, desde ese día cuando iban amansar un potro, me
daban el privilegio de ser el primero que lo montara, el dueño del hato Don
Justino Contreras, un día me llamo y me dijo:
-negro ahí te tengo un regalito- y llamo a un peón de nombre
Agustín y le dijo-, tráigame la vaina que le tengo al negro,- el peón cumplió
la orden y me trajo un potro bayo cabo negro con los ojos tapados, de tres años
que todavía estaba cerrero, Don Justino me pregunto,- ¿cuando lo va empezar a
amansar,?- le conteste,- desde ahorita- al día siguiente lo ensille
con los ojos tapados, y lo camine hasta fuera del corral, sabana abierta, me le
monte y apenas le destape los ojos, me demostró lo cerrero que era, estuvo a
punto de tumbarme, pero me acorde de mi papa negro y le di chaparro hasta el
cansancio, por fin dejo de corcovear y me lo lleve a la sabana, lo corrí y lo
mantuve caminando como dos horas, con pura rienda, al final me di cuenta que estaba
cansado y lo regrese al corral para que tomara agua, lo desensillé y lo solté
en el corral con un buen pasto y bastante agua, mi papa negro me pregunto,- como lo vas a
bautizar y le dije bueno ya le tengo el nombre, se va a llamar “mira quien
viene” logre amansar el potro, que hasta los muchachos del pueblito
se montaban, se convirtió en un potro manso al extremo, pero muy brioso, lo
entrene para el coleo y daba mucho que hablar, por su forma de ayudar al
jinete, y en todas mis aventuras de hombre me acompaño hasta el final.
En vista de que vivíamos completamente
aislado de la civilización, las noticias del resto del país llegaban hasta con
tres meses de retardo, solo cuando un pulpero de Calabozo, andaba en sus correrías
comprando ganado barato, cuero de reses, pieles de caimán, plumas de garzas y
todo aquello que le produjera ganancias para su negocio, era, cuando el nos enteraba
de lo que sucedía en el interior del país, este señor pulpero, era una persona
que se había ganado el respeto y admiración de los lugareños, lo veíamos como un
hombre conocedor de todo y muy trabajador, era un llanero mas, todos los
lugareños creíamos que era nativo de la capital, posteriormente, supimos de
boca de el mismo, que era español, era un catire pelo rojo, bien sancochado por
el sol, y siempre hablaba de negocios y de un abasto que tenia en Calabozo y
cuando el salía hacer sus diligencias llano adentro, dejaba encargado del abasto
a un indio de nombre Anselmo.
Con el correr del tiempo, aprendí todos
los oficios o faenas del llano, amansar potros cerreros, herrar, curar las
reses en la sabana, pastorear las veinte y cuatro horas del día, castrar
caballos y toros bravos, ordeñar hasta quince vacas en una mañana, naricear un
toro bravo y sacrificar cualquiera res que se necesitaba por enfermedad u otra
razón, con un viejo músico del pueblo, aprendí a tocar el arpa y la bandola,
instrumento este que me gustaba mas que el arpa, por dos razones, una, es
sumamente liviana y la otra porque es una mandolina mas refinada y habla cuando
se toca, también aprendí una actividad que era mi gran pasión y que ya de
adulto me sirvió para defenderme de los posibles enemigos que se le atravesaban
a uno en el camino, gracias a mi papa negro, que me lo enseño, así como todas
las otras faena, patrimonio del llano, tierra de nadie.
Todo esto se inicio, cuando un día domingo
me encontraba debajo de un frondoso árbol de merecure, y estaba arreglando un
cuchillo para colocarlo en la punta de una vara del mismo árbol, el merecure,
con el fin de hacerla una lanza y poder pescar con ella en el río Apure, mi
papa negro me contó que el había hecho lo mismo, pero lo que mas le gustaba era
alancear venados y chiguires en plena carrera y a caballo, y que yo debería
aprender esa destreza porque el estaba seguro que me iba a gustar, lo de la
pesca, era una excusa, porque la estaba construyendo para pescar caimanes y
sacarle algo de plata con la piel, la cual era muy codiciada por los
comerciante que venían de vez en cuando al llano y se llevaban grandes
cargamentos de estos rublos.
Cuando estaba cumpliendo diez y seis años,
perdí a mi papa negro, el fue mi maestro y para mi, se me había acabado el
mundo, el era mi confesor, y cualquier duda la consultaba con el, que a pesar
de ser un papa negro inculto, era una enciclopedia en conocimiento producto de
su experiencia, todo lo que aprendí se lo debo a el, pero con su ausencia la
vida ya no era igual, mi mama negra, me trataba de consolar y decirme muchas
cosas bonita, pero eso no servia para que mi papa negro, regresara adonde se había
ido, yo decía que al cielo.
Cuando salía a sabanear, me iba a la
orilla del río Apure y en los bancos de arenas, trataba de alancear a los
caimanes, con el propósito señalado, la mayoría de las veces no lograba el
éxito deseado, no tenia la puntería ni la destreza requerida para tal
actividad, un buen día salí en mi caballo y me prometí, traer un caimán y
después de tanta lucha en la orilla del río de lanzar mi lanza a unos caimanes,
logre atrapar uno de ciertas dimensiones, lo mas difícil para mi fue sacarlo a
la orilla del río y matarlo para quitarle la piel, al fin lo logre, pero me
llevo toda la mañana y la tarde en esta actividad, regrese a al rancho bastante
cansado por el batallar con el caimán, al día siguiente probé con unos venados,
mas difícil todavía, pero al final me volví diestro en esta practica, en mi
caballo a toda carrera, cuando perseguía con mi lanza a un venado en plena
sabana o un chiguire, era seguro que perdía el combate conmigo.
Las actividades rutinarias se repetían día
tras día, se conocía de los movimientos políticos en la capital del país,
Caracas, pero todo era a cuentas gotas, un lunes en la mañana llego al pueblo
montado en una mula el español que andaba comprando pieles y ganado, ahí
aproveche para sacar unos pesitos por el caimán que había capturado y
sacrificado en el río Apure, le preguntamos como andaba la vaina por la capital
y el muy emocionado nos contó que pronto Venezuela se sacudiría el yugo
español, contento por los acontecimientos del 19 de abril, ahí nos estuvo
contando todo lo que había acontecido y después se retiro con la promesa que al
regresar nos traería noticias fresquita del acontecer político en la capital,
se despidió y se marcho a calabozo.
Como en Cunaviche no existían las fiestas
patronales ni un santo a quien venerar, la gente del pueblo se entusiasmaba y
en cualquier mes o semana, preparaban con el apoyo de los hacendados del lugar,
unas pequeñas fiestas del pueblo, con sus conjuntos de música llanera, toros
coleados y otros evento mas inherentes al llano, eran un parada obligatoria a
las actividades del pueblo, las cuales se iniciaban el viernes y terminaban el
domingo, el lunes regresaba la rutina y la soledad que caracterizaba al pueblo.
Un día se apareció por el pueblo un
comprador de ganado, quien era llamado caminante, muy amigo del español, como
este tenia mucho tiempo sin aparecer por el pueblo, le preguntamos que sabia de
su compañero de calabozo, y nos dijo que lo habían hecho preso en San Carlos,
actualmente preso en Calabozo, porque estaba de acuerdo con los llamados
realistas o sea los que estaban de acuerdo con el Rey de España y de paso le
endilgaron que el era un espía de ellos, por lo tanto un juez lo había
condenado a la pena capital y todos sus bienes se los habían confiscado, fue
condenado a recibir cien latigazos en la plaza delante todo el publico
presente, y de paso la población, a la que el ayudaba le quemo la pulpería y le
mataron a su empleado, el indio Anselmo, noticia que alarmo a la población,
porque tenia fama de buena persona, Inocencio, que era muy allegado a el, lo
lamentaba a cada instante.
Pasaron los meses y una mañana se presento
el español, con un tropel de jinetes a caballos, y en la primera casa que paro
fue en la de la negra Matilda, la mama negra de Inocencio, pregunto por mí, mi
mama negra le dijo que estaba en la sabana recogiéndole un ganado a Don
Justino, el español le dijo que me iba a esperar, ella le preparo café y el me
espero que yo llegara de la faena, al poco rato
llegando al rancho, me puse algo nervioso, cuando note la cantidad de
caballos y el centenar de jinetes acampando en los corrales y los frondosos
árboles que adornaban el lugar, me fui acercando lentamente y con un
escapulario en la boca, pidiéndole a mi Dios que no fuera nada malo, en una de
esas el alma me llego al cuerpo, cuando vi a mi mama negra hablando muy cordial
con un personaje, conocido y apreciado por mi, era a quien llamaba el español, apresure
la marcha amarre mi caballo en un botalón y corrí al encuentro de mi amigo, que
aunque no sabia su nombre de pila, me le acerque y lo abrace con mucho cariño,
el me correspondió de igual forma, me narro todo lo que le había sucedido, lo
que considere habían cometido con el, la peor injusticia con un ser humano, que
lo que hacia era trabajar y dar trabajo, me explico con lujo de detalles, cual
era su intención y de paso me pidió que me enrolara a el, ya contaba con diez y
ocho años, le prometí que me iría con el hacerle la guerra a los señoritos de
Caracas, de paso le pregunte, cual era su nombre, porque yo lo conocía como el
español, el me contesto que todos los hombres que conformaban su improvisado
ejercito lo llamaban “el Taita Boves” le pregunte si conocía a Don
Justino, me dijo que no, y a la vez me pregunto si era una persona de confiar,
se lo asegure por sus acciones humanitarias con los pobladores del pueblo, lo
invite a que fuéramos a visitarlo y le explicara la razón de su cometido, nos
fuimos todo el tropel de jinetes al Hato Las Cenizas, y al llegar estaba Don
Justino supervisando un herraje que se estaba efectuando en uno de los
corrales, cuando nos vio, salio a nuestro encuentro y después del saludo de
rigor, nos invito a pasar al corredor de la casa del hato, allí el “el Taita Boves”
le explico con lujo de detalles cual era la razón de su empresa, hacerle la
guerra al lado de los realistas a los señoritos de Caracas, Don Justino, muy
inteligente aprobó todo lo que le contó el taita, de paso le puso a la orden su
hato y le ofreció ayuda económica por si la necesitaba, el hato, para cuando quisiera a descansar, le pregunto
al Taita si habían comido, la repuesta fue negativa, llamo al peón Agustín y le
ordeno le matara una res para los soldados y su jefe, diligentemente, todo se
cumplió al pie de la letra, lo cual dejo a Boves muy complacido y contento, se
despidieron de Don Justino, y allí aprovecho Inocencio, para informarle que a
partir de ese momento se encuadraba en el ejercito del Taita.
Cuenta Inocencio, -Me fui casa de mi mama negra y la abrace,
además le conté mi nueva empresa, le dije con lagrimas en los ojos, me voy mama
negra, algún día regreso, echeme la bendición que yo jamás la olvidare, la
quiero mucho, bendición mama negra, pídale al alma de mi papa negro, que me
proteja y cuide, ella no boto ni una lagrima, pero me abrazo tan fuerte que
sentí el amor que por mi sentía, al final me dijo, no lloro hijo, porque yo no
se llorar, pero de que lo quiero lo quiero, en ese momento, le di la espalda y
Salí a encontrarme con mi nueva familia, los soldados del Taita.
Como Antoñanza había nombrado a el Taita,
jefe militar del llano con asiento en Calabozo, aprovecho para planificar su
marcha hacia el centro del país, a fin de apoderarse de las principales ciudades
de la republica, como la Victoria, Maracay , Valencia y otras pequeñas
poblaciones que eran necesarias para ir ganando terreno para su lucha en contra
de los patriotas, en vista de la confianza que le tenia a Inocencio, lo nombro
su ayudante personal, allí empezaba la vida militar de este humilde muchacho
del llano.
Como su abanderado que yo era del Taita,
me entrego una banderola negra con una calavera sobre dos huesos y me dijo eso
representa la muerte, cuídela y protéjala, igual que a su vida, al día
siguiente iniciamos marcha hacia el
centro del país, confieso que estaba nervioso, pero ya la cartas estaban
tiradas y teníamos que esperar que nos iba a deparar el destino, el día estaba
algo nublado pero había una brisa que refrescaba el ambiente, “durante la marcha
todo era mamadera de gallo, de vez en cuando se la dedicaban a algún soldado,
como por ejemplo, decía alguno, -anoche canto la pavita en la pata del palo
donde dormía Basilio y hoy amaneció con una cara de muerto que asusta, y se
le quedaban viendo, otros hablaban de cuando llegaran a tal sitio que iban a
descargar sus frustraciones y limitaciones con un tal fulano, todo eran planes,
estos comentarios nos ayudaban a recorrer kilómetros sin darnos cuenta que nos
estábamos acercando a zonas peligrosa, las cuales estaban tomadas por el
enemigo, que eran los patriotas, las ordenes que gritaba el Taita, eran, que no
quería a nadie vivo, los heridos había que matarlos de una vez y los
prisioneros pasarlos por las armas, también nos decía que no quería ver muertos
y herido de su ejercito abandonados en la sabana, teníamos que ayudar a los
heridos y enterrar a nuestros muertos, por eso que esas sabanas están llenas de
tumbas que no poseen identificación alguna, teníamos que pelear hasta exterminar
al ejercito patriota; durante el recorrido, el aroma del ambiente era una
combinación, de olor a sudor de los caballos y el sudor de los jinetes, mas la
polvareda que levantaban los seis mil jinetes del Taita Boves, faltaba un nuevo
ingrediente, como era el olor a sangre fresca y mas aun cuando se secaba bajo
los rayos del sol.”
En la medida que íbamos avanzando oía
relato de los soldados y las decisiones del Taita Boves, una de ellas era que a
los desertores había que aplicarle la pena capital, ya que el consideraba era
una traición a la causa por la cual estaban combatiendo, también me di cuenta
que ya habían tenido encuentros con el ejercito republicano y muchos de los
presentes ya habían recibido su bautizo de fuego, yo si note que el Taita usaba
una guerrera azul, con botones dorados y ciertos ribetes del mismo color, la
misma la llevaba abierta y por debajo el pecho al descubierto, la gran mayoría
de nosotros vestíamos con un pantalón a media pierna una blusa o el torso
completamente descubierto y un sombrero ala ancha, como calzado alpargatas y
otros con los pies descalzos.
El Taita se había separado de Cajigal,
quien era el Comandante de los ejércitos españoles en el territorio venezolano,
se palpaba en el ambiente que de un momento a otro se activarían las
operaciones militares, como en efecto, el Teniente Coronel Antonio Freytes y
los Capitanes José Tadeo y José Gregorio Monagas, comandaban una columna
patriota y ambos ejércitos se encontraron en Santa María de Ipire, llevando la
peor parte del encuentro, la columna Patriota, la cual fue derrotada y diezmada
por las hordas del Taita, allí fue cuando me di cuenta de lo que pregonaba el
Taita, cuando capturo a varios soldados y oficiales y los paso por las armas,
fusilando a los soldados y degollando a los oficiales, los comandantes de esa
columna huyeron despavoridos, yo me sentí extraño pero tenia que combatir y
hacer una realidad las instrucciones del Taita, tomando parte en el
fusilamiento de los soldados; me impresionó lo versátil que era el Taita, así
como daba ordenes de cambio de posiciones, atacar a algún flanco del enemigo,
palpar la debilidad del adversario en algún lugar de la columna y proceder a
concentrar el fuego o las partidas de lanzas en contra de ellos y al final dar
el puntillazo final para vencer en el combate, luego aparecía como un soldado
mas, sin arrogancia pero si se le notaba la soberbia y el desprecio hacia el
enemigo, luego se reunió con todos nosotros y nos felicito y arengo a seguir
combatiendo como lo habíamos hecho, nos permitía la individualidad y que cada
quien resolviera como lo creía conveniente, una vez en el descanso era de nuevo
el Taita Boves.
Nos permitía el pillaje, así, que en cada
población que entrábamos arrasábamos con ellas, las mujeres del pueblo nos
pertenecían, y algunas veces se sucedieron violaciones, ante la mirada y
conocimiento complaciente del Taita Boves.
En ese encuentro
de Santa María de Ipire me había consagrado como un soldado del Taita Boves, había
sido mi bautizo de fuego, fue sangriento y por que no decirlo, de mucho miedo y
nerviosismo, pero me conseguí luchando al lado mío un viejo veterano y me dijo
o pregunto si estaba nervioso o asustado, le respondí afirmativamente, saco de
una mochila que llevaba una botella y me dijo, -que me echara un trago y que no preguntara
que era, porque era bastante amargo, sin pensarlo dos veces, seguí sus
instrucciones, era bastante amargo y con un sabor no identificable, me llene de
valor y le pregunte para que era esa toma, me dijo, para quitar el miedo y
esconder los nervios, los resultados fueron positivos,-con el correr
del tiempo me informe que todos los soldados veteranos del Taita, tenían en su
poder una botella con las tomas, las cuales antes de entrar en combate, se
tomaban dos o tres tomas de tan desagradable pócima, la tal combinación era un
compuesto de una fruta llamada fruta de burra, aguardiente claro, y una buena
cantidad razonable de pólvora, dos o tres cartuchos de Mauser, y un poquito de
pimienta, yo no me podía quedar atrás y me conseguí una botella de aguardiente,
el resto de los ingredientes y procedí a preparar mi Tate Quieto, como lo
llamaban los soldados del Taita.
El Taita, era un hombre mas que tranquilo,
devoto de San Cayetano, a quien todas las noches le ofrecía una vela y si no la
tenia a la mano, prendía una hoguera en la sabana, con la orden a un soldado
que se la mantuviera encendida toda la noche y madrugada.
Después
del combate de Santa María de Ipire, el Coronel Tomas Montilla, fue enviado por
el Libertador Simon Bolívar, hacia Calabozo con la orden de destruir al
ejercito del Taita, con unos seiscientos hombres, comandados por el Capitán
Manuel Cabrera, pero el 23 de septiembre de 1813, el enviado por el Coronel
Montilla, fue deshecho en el combate de Santa Catalina, por las tropas del
Taita, una vez que los patriotas conocieron la debacle del ejercito de
Montilla, se nombro por ordenes del Libertador al Coronel Campos Elías, con
1500 hombres a caballo y 1000 hombres de infantería, para que destruyera a Boves en
Calabozo-Cuenta Inocencio-que ellos poseían 500 infantes y 1000 jinetes, en
cuya fuerza estaba yo, el Taita cuando supo el avance del Coronel Campos Elías,
que de paso era su paisano, avanzo en contra de el, Campos Elías había
derrotado una partida del ejercito realista en el Sombrero y el Calvario, y seguía
triunfante hacia Calabozo, entre tanto los nervios me estaban golpeando, al
extremo que no me acordaba del Tate Quieto, cuando vi a un soldado sacar la
botella y tomarse un trago, no me quedo mas remedio que imitarlo, el 14 de
octubre de 1813, ambos jefes militares se encontraron en la llanura de
Mosquiteros, y se inicio un combate encarnizado, recuerdo que el combate era
favorable a nosotros, pero no se que le paso al Taita, quien era un estratega,
por un error táctico, permitió que la
lucha se inclinara a favor del Coronel Campos Elías el desastre de nuestro
ejercito fue total, mas la matanza que llevo a efecto el Coronel Campos Elías
fue bárbara, el Taita al ver su fracaso, ordeno la retirada dejando en el campo
de batalla, mas del setenta y cinco por ciento de nuestro ejercito, la
dirección que tomamos fue hacia el río Apure, a parecer esta derrota nos sirvió
para que surgiéramos mas poderosos y potentes que nunca.
En
el mes de noviembre, cuando las aguas se alejaron, el Taita se encargo de
amansar los caballos cerreros y entrenar a los nuevos reclutas, así como a los
voluntarios, en nuestras filas, teníamos desde vegueros, peones, esclavos,
reclutados en los diferentes hatos y pueblos, negros, sambos como yo, es de
hacer notar que fueron muy poco los casos de rebeldía a plegarse a la causa que
estaba llevando el Taita, era del conocimiento que aquellos que se rebelaban a
el guerrero, pagaban muy caro su rebeldía, con la muerte, dentro de nuestras
filas contábamos con dos médicos y tres enfermeros así con un consejero
espiritual y un sacerdote, cada vez que llegábamos a un caserío aprovechábamos
las boticas para abastecernos de medicina y curas en caso de heridas, y otros
implementos quirúrgicos.
La guarnición de Calabozo, había quedado
desguarnecida, ya que bajo el comando del Coronel Campos Elías, se habían
desplazado cerca de Araure para la batalla que se iba llevar a cabo en Araure, la
guarnición de Calabozo se la dejo al Coronel Aldao, mientras tanto el Taita
conociendo la situación de la guarnición, se concentro con su poderoso ejercito
al sur de calabozo, mas cuando se le unió quien iba a ser su segundo, el
Coronel Francisco Tomas Morales, aumentando su ejercito en 3500 jinetes y 500
hombres de infantería, el Coronel Aldao al tener conocimiento de la
concentración del Taita al sur de Calabozo, salio a enfrentarlo con solo 1000
hombres, los cuales fueron aniquilados en San Marcos, el Coronel Aldao, huyo
hacia la Puerta, un oficial fue capturado y llevado a presencia del Taita, este
lo recibió muy cordialmente y lo invito a que compartiera el almuerzo con el, invitación
que acepto el oficial, una vez que almorzaron bajo la sombra de una hermandad
una cortesía nunca vista, pidió brindar por la batalla que habían librado en
San Marcos, una vez terminado el brindis, el Taita se dirigió a mi persona y en
alta voz, delante todos los presentes, me ordeno que matara al oficial en presencia de todos, una
vez muerto lo decapitara y colocara su cabeza en un horcon, para que los
señoritos de Caracas se dieran cuenta que esa vaina no era juego, que era una
guerra de exterminio de vida o muerte, en un horcon, la coloque a la entrada de
Calabozo, orden que cumplí al pie de la letra, el Taita, se levanto de la mesa
y me felicito públicamente, me dijo que me hacia merecedor a un ascenso y en
ese momento me ascendió Sargento segundo de la Legión Infernal,
nombre con que bautizo su ejercito ese mismo día, a la vez participo, que a
partir de ese momento, La Legión Infernal, portaría tres Banderolas, una negra
con una carabela al centro la cual significaba muerte, a esta se agregarían dos
mas una banderola roja que significaba sangre y la bandera de España, a la vez
nos confió, que el combatía solo, no le interesaba el Gobierno español ni el
Rey, ni nadie, su interés era aniquilar y destruir el Ejercito patriota y que
una vez logrado su cometido, buscar el exterminio del Ejercito español, y así
tener a la provincia de Venezuela bajo su poder y llegar a ser su libertador,
de igual forma, ese día, bautizo a su caballo, con el nombre de Atinoo, un
caballo negro bastante alto, sobre el cual resaltaba la imponente figura de el
Taita Boves.
A decir la verdad, el Taita todos los días
nos asombraba con cada una de las acciones y cosas que hacia, pero con todas
sus extravagancias lo apreciábamos y admirábamos, así como tratábamos de
imitarlo en su comportamiento.
El ejército del Taita Boves, contaba con
5000 jinetes y 2000 infantes, así como una artillería metódicamente organizada,
ese imponente ejército del Taita, impresiono a los republicanos, ya que jamás
una fuerza militar tan potente, había pisado suelo de la patria; por su parte
el Libertador logro formar un ejercito de 3000 hombres al mando del Coronel
Campos Elías, con la orden de oponérsele al Taita y buscar su destrucción.
Esta capacidad de organización y hacedor
de ejércitos, preocupaba a los patriotas, ya que no se explicaban cual era la
formula del Taita Boves, para conformar ejércitos numerosos en tan pocos días,
después de una derrota, mientras los libertadores a duras penas lograban unos
tres mil hombres, el Taita Boves de la noche a la mañana conformaba un ejercito
o montoneras de cinco y siete mil hombres, su ejercito se multiplicaba, llego a
comandar un ejercito de doce mil hombres, entre infantes y caballería
El Taita ordena el avance hacia el centro
del país, ocupando el 25 de enero la población de San Juan de los Morros, el 3
de febrero, llega a Villa de Cura, donde hizo estrago en la población, sobre
todo con aquellos que se refugiaron en la iglesia, pasando por las armas al
cura del pueblo y alanceando a los habitantes que fueron capturados, una vez
hecho y cometido todos los desmanes posibles, el 3 de febrero llega a la puerta,
y cuando se da cuenta que es el Coronel Campos Elías, quien comanda el ejercito
del Libertador, me dice,“que le pasa a este españolito de mierda, es que no
escarmentó desde la ultima vez que nos encontramos, hoy la lección va a ser mas
dura y ejemplar”.
La batalla fue más recia y
más violenta que la de Mosquiteros, la supremacía del ejército del Taita más su
habilidad táctica, fue lo que decidió la batalla a favor del ejército del
Taita.
La Legión infernal después de la batalla,
aniquilo todo lo que encontraba en su camino, después de esta batalla no
existía ningún obstáculo para la marcha triunfal a Caracas.
Recuerdo claramente, la petición de piedad
de los sobrevivientes, esa batalla fue una de la mas sangrienta en la cual haya
participado, en el campo de batalla, habían quedado unos tres mil cadáveres
republicanos, no niego que tome parte en varias ejecuciones, pero como estábamos
embriagado con los triunfo obtenidos mas las motivaciones del Taita, para
nosotros era un disfrute, era una fiesta pagana, de la cual éramos
protagonistas, recogimos muchas armas, y cartuchos así como guerreras y
correajes de los muertos y moribundos, todos los cadáveres quedaron en el campo
de batalla completamente desnudos y sin calzado, ya que era la única forma de
adquirir botas, zapatos y todo aquello que nos cubriera los pies; dentro de los
prisioneros, que iban al matadero, se capturo al Coronel Jalon, quien fue
invitado por el Taita a compartir con el una comida, el Coronel comió muy poco, y el Taita, le
pregunto, -“¿Qué
pasa coronel, no le gusta la comida que he preparado en su honor?”
-Y el Coronel le contesto, arrogantemente, -“no es eso Comandante, lo que no me gusta es el postre que
me van a servir al final” la
repuesta fue, porque los republicano sabían, lo que el Taita estilaba con los
oficiales que tomaba como prisioneros, los tomaba como invitados de honor y al
final pagaban con su vida.
Y así era la dinámica de las batallas que
el Taita dirigió y comando, con su valor y destrezas, le insuflaba a cada uno
de nosotros ganas de combatir, no existía miedo, nuestra visión era la
victoria, la palabra derrota no estaba en nuestras mentes; en algunas batallas
fuimos derrotados, como en la Victoria, en San Mateo y otras, pero en la gran
mayoría poníamos a correr a los señoritos de Caracas, recuerdo que cuando
llegamos a Valencia, nos presentaron una resistencia que duro varios días, al
final cedieron, cuando entramos a la ciudad, la matanza nocturna fue ejemplar,
para todos aquellos que se le oponían al Taita, reconozco que nos excedimos en
arbitrariedades pero era un guerra a muerte, los Republicanos y la Legión
Infernal, pero hay que tener claro que de igual forma como se cometieron
matanzas por parte de las tropas del Taita, así mismo se cometieron matanzas en
el lado republicano, no eran ningunos niños de pecho.
Por ordenes expresas del Libertador Simon
Bolívar, degollaron en tres días a ochocientos españoles en la guaira, entre
los que se encontraban, hombres, mujeres y algunos niños, solo con el propósito
de frenar las matanzas del Taita Boves, pero a el no le importaba lo que hacían
los republicanos, solo, pagaba con la misma moneda.
Después del sitio de la ciudad de
Valencia, el Taita se dirigió a Oriente, pero antes quería doblegar a Caracas,
lo logro, al final llego a Cumana, Barcelona donde los Republicanos pagaron una
cuota muy cara en las batallas que enfrentaron con el Taita, la ultima fue en
la sabana de Úrica, su ejercito poderoso
e invencible, le infringió una vergonzosa derrota a las filas republicanas, el
ejercito republicanos era comandado por Rivas, Bermúdez, Piar, Monagas, Cedeño
y Zaraza, el 5 de diciembre de 1814, hicimos acto de presencia en la sabana de Úrica,
el Taita que era un gran observador de los Comandantes del ejercito patriota,
visualizo los seis comandantes presentes en el ejercito opositor, y solo
comento, “allá están
todos esperándome, presente esta Zaraza, mi ex amigo, hoy o se acaba la Bovera
o se acaba la Zaracera, yo se que Zaraza me tiene miedo y va hacer lo posible y
lo imposible, para liquidarme, pero le tengo su medicina para hoy”
una vez dicho esto, ordeno al ataque a las posiciones patriota, la batalla fue
encarnizada, muy similar a la de la puerta, el Taita de combatir como un
soldado mas, en uno de los ataques, a la caballería republicana, cayo mal
herido de un lanzazo que le proporciono su ex amigo Zaraza, lo recogimos del
sitio, y lo apartamos del grueso de la batalla a la hora murió dejando nuestras
Legión Infernal sin un líder como el Taita, luchamos para vengar la muerte de
nuestro Taita, al final, habíamos ganado la Batalla de Úrica, vengamos su
muerte, con una matanza sin igual, poco a poco nos fuimos replegando del sitio,
al día siguiente, le dimos cristiana sepultura al Taita Boves, lo sentimos y
lloramos, ya no era igual, cada uno de nosotros nos fuimos replegando a nuestro
sitio de origen, muy tristes, melancólicos, llorosos, mas cuando habíamos de
atravesar algún sitio donde combatimos con el, se hizo querer, y respetar, con
los amigos y enemigos, fue un hacedor de ejércitos, ningún patriota se le
asemejaba en su proceder, valentía, arrojo, lealtad y todos esos atributos que
todo líder debe poseer.
Una característica del Taita Boves, que en
las batallas que comandaba, hacia que nosotros la sintiéramos como una fiesta,
era una diversión, a pesar de los olores que brotaban del fragor de la
contienda, olor a sudor de humanos, olor a sudor de las bestias, la sangre que
se derramaba por hacer lo mejor, la savia de las matas que se partían al paso
de los caballos era un fiesta con sus fragancias muy particulares, era un aroma
muy particular.
Teníamos que aceptar, que ya nuestro
líder, no existía, solo nos quedaba recordarlo como un excelente conductor, un
excelente Comandante de Ejércitos, para nosotros la guerra de exterminio, había
llegado a su fin, cada uno de nosotros, aquellos que habíamos dejado nuestros
hogares y querencias para luchar por Venezuela, regresamos a nuestros sitios de
origen, pero la verdad es que ya no era igual, nos acostumbramos tanto a la
guerra que nos hacia falta ese ingrediente en nuestra vida; hacia dos años y
medio que había abandonado a mi mama negra, y el corazón se me salía por la
boca de la emoción en querer verla de nuevo, en abrazarla, besarla y compartir
sus conversas con ella, en la sabana, vi mi rancho a lo lejos, las lagrimas,
seria de alegría, me brotaron de los ojos, al fin me acerque temerosamente,
como presagiando algo grave, cuando de pronto en la pata de un árbol de mata
palo, vi una viejita negra cargando agua, mi corazón me dijo, ahí tienes a tu
vieja, que te espera todos los días, aligere mi caballo y el primer botalón que
conseguí lo amarre, me baje y salí al encuentro de mi mama negra, ella muy
distraída en su faena, no se había dado cuenta de mi llegada, cuando me vio, se
le alumbraron los ojos, note la gran alegría por verme nuevamente al lado de
ella, me colmo de mimos y abrazos muy amorosa y yo le correspondí de igual
forma, ese día estuvimos hablando de todo, me informo del deceso de Don
Justino, el dueño del Hato Las Cenizas, por supuesto que no tuve valor para
contarle las fechorías que cometíamos al final de cada batalla y mas si
habíamos sido triunfadores, recuerdo que me pregunto insistentemente, -¿Y cuando
regresa mijo? “Le decía no se, algún día, mama negra, algún día.”-
Ese algún día, nunca llegaba, nos habíamos acostumbrado tanto al fragor de las
batallas, que se hicieron parte de nuestra vida cotidiana, nos hacia falta; una
tarde estaba con unos amigos, en la puerta de un corral del hato Las cenizas, y
llego corriendo un negro sambo de nombre Encarnación, y nos dijo que tenia una
buena noticia para todos, la noticia era, que el Taita Boves, había resucitado,
y andaba buscando a los que habían integrado su Legión Infernal, todos nos
vimos la cara y le preguntamos con mamadera de gallo, -“nojoda negro, ¿Cuántas botellas de guarapita
te jartastes, pa veni a habla guevonadas?” Y el contesto: -“noo, es la purita
verdad, mañana en la placita del pueblo, va tené una reunión con to... el que
quiera dir.” Todos dijimos al unísono, bueno vamos, que no vamos a perdé na, allá estaremos
a ver el Taita resucitao”- Muy
temprano en la mañana, nos fuimos a la placita del pueblo, que no era mas que
un corralón vacío, con algunos árboles que daban sombras y unos troncos que
fungían como bancos, bien llegamos al sitio, con mas curiosidad que interés, allí
estaba el Taita Boves resucitado, hablando muy ameno con algunos pobladores, al
llegar la gran mayoría de curiosos, le explico su propósito, si notábamos que
era por su forma de expresarse, un llanero llanerito, con la misma corpulencia
del Taita Boves, pelo amarillo ensortijado y el hombre era muy convincente en
lo que decía, algunos de nosotros, nos ofrecimos a acompañarlo en su empresa,
con la condición de retirarnos de su lado cuando lo deseábamos, lo cual acepto
nuestra proposición, en una semana, había agrupado y reunido unos mil
voluntarios, algo que nos agrado a todos, fue que nos dijo que las insignias y
banderolas que usábamos cuando éramos integrantes de la Legión Infernal, podíamos
seguir usándolas, la punta de la lanza con la banderola negra y la calavera que
significaba muerte.
También nos informo que el nombre de
Legión Infernal, seria cambiado por otro nombre, por respeto a su creador, y
que a partir de ese momento, el nombre de su nuevo ejército, seria llamado “Batallón Bravos
de Apure.” Resulta ser
que el nombre del nuevo Taita Boves, era el General José Antonio Páez, de quien
habíamos tenido referencias de boca del mismo Taita Boves.
Con el nuevo Taita Boves, tuvimos
participación muy activa con un ejercito completamente diferente al de los
señoritos de Caracas, era directamente con el ejercito español, comandados por
oficiales españoles, entre esas batallas tomamos parte en el Yagual, las
Queseras del medio, Mantecal y otras que fueron muy importantes, que nos
permitió conocer y calibrar las destrezas y valentías del nuevo Taita Boves,
era un gran guerrero, y excelente conductor prácticamente era una copia al
carbón del Taita Boves.
En el grupo que conformamos con el nuevo
Taita Boves, me encontré con muchos compañeros, que habían integrado a la Legión
Infernal, siempre formábamos nuestras tertulias, los cuento y anécdotas que no podían
faltar, con Pedro Camejo, blinde una gran amistad, lo conocí cuando integraba
la Legión Infernal y luego a lo largo de la campaña militar con el nuevo Taita
Boves; el negro Pedro Camejo, murió en Carabobo, lo llamábamos Negro primero,
porque el bendito negro bembon, aparte de ser buena rienda y buena gente, era
muy pretencioso, nos contaba que el sobrenombre de Negro primero era porque que
se debía que delante de el la cabeza de su caballo y que mas nadie lo superaba,
es verdad era valiente el negro, consentido y mimado por el nuevo Taita Boves.
Con el nuevo Taita Boves, tomamos parte en
muchas batallas, en contra del ejercito español, los realistas, la ultima
batalla en la cual tome parte activa, fue en la celebre Batalla de Carabobo,
donde en una hora destrozamos e hicimos huir a los realistas, allí en el fragor
de la batalla, con el Batallón Burgos, recibí un tiro en una pierna y un
lanzazo en un brazo, fue desgarrador, creía que me moría, mas cuando me
informaron que el tétano estaba rondando
mi vida y que era muy probable que muriera en cuarenta y ocho horas, me llene
de mucho valor a esperar que apareciera de un momento a otro la muerte, pero
empecé a recuperarme lentamente y logre salvarme de ese duro golpe.
Para nosotros, los que habíamos sido
soldados del Taita Boves, se nos hacia muy difícil llamar a el General Páez,
Taita Páez, y el lo sabia y comprendía, eso no le restaba los atributos que el
Nuevo Taita Boves, poseía, para nosotros el Taita Boves, había reencarnado en
vida, en la persona del General José Antonio Páez y en cada batalla lo
demostraba, poseía sus rasgos de sanguinario, pero no tan exagerado como el
verdadero Taita Boves; llego el momento de abandonar las armas, ya con un
territorio medianamente libre y sin peligro, con lagrimas en los ojos, me
despedí de todos mis compañeros de lucha y de todos mis comandantes así como
del Taita Páez, ya estaba cansado, mis mejores años de la juventud los había
pasado de batalla en batalla, todos los días creía que ese era mi ultimo día
con vida, así como otros, tuve la gran suerte, gracias a mi Diosito, que me
permitió salir airoso en todos los lances en los cuales me vi envuelto y tome
parte.
Desamarre mi caballo, y me dirigí a mi
rancho a cuidar a mi mama negra, y ayudarla en los quehaceres del hogar,
necesitaba descansar igual que mi noble caballo, “mira quien viene,” también quería
formar un hogar, tener mis hijos bembones y narices chata como yo, sentir y
conocer lo tanto que se debe querer un hijo, empecé a soñar y recordar despierto por todas
las cosas por las que pasé, observaba las bellezas naturales que nos brindaba
el llano, sobre todo los atardeceres, los ríos y la tupida vegetación en la
sabana, sus animales y en todo el trayecto de mi regreso a mi rancho, me
convencí que existen muchas cosa bonitas e interesantes mucho mejor que ver
cadáveres en una sabana, producto de los barbarie de los hombres, y la bandadas
de zamuros alimentándose con los cadáveres de algún soldado. Me fui hundiendo en
la inmensidad de la sabana, y solo mi figura, en ese paraíso natural,
contrastaba conmigo, pequeño punto en el horizonte de la infinita sabana, que
me iba alejando lentamente, pero muy lentamente, acompañado solamente por las
imágenes mentales ya pasadas, mi sombra que no me abandonaba, algunas veces
estaba delante de mi otras, bien a un lado o atrás, con los recuerdos que me habían
dejado las batallas en las cuales tome parte, me di cuenta que era un humano
que me dirigía a mi hogar donde mi mama negra me esperaba todos los días,
arrodillarme a la orilla de la tumba de mi papa negro y darle las gracias por
protegerme a mi y a mi mama negra. Seguí, seguí, seguí, hasta perderme de la
vista de los demás mortales, en complicidad con la curvatura de la madre
tierra, era yo, Sargento
de la Legión Infernal de José Tomas Boves, Inocencio del Carmen Figueredo.
VALENCIA 23 DE MARZO 2013.
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