Voy aprovechar éste trozo de
vida que aun me queda, y así evitar, que las arenas movedizas de mi añeja
memoria, se engullen muchas de los acontecimientos que se vivieron en épocas ya
idas, y proceder sacar a la luz pública, lo que conseguí, por haber estado
curucuteando en el baúl de los recuerdos, ¡… que de sorpresas y momentos agradables viví…!
cuando empecé a desempacar muchas cosas y eventos que los de mi generación
conocieron igual que yo, y que ellos o
ellas, en un momento de sus vidas, tomaron el papel de protagonistas de estos
eventos, es bueno, y muy agradables recordarlos. Como estamos en las vísperas
de las navidades, habiendo pasado el cordonazo de San Francisco, alejándose las
lluvias, y el ambiente navideño está lentamente penetrando en nuestra epidermis con
la complicidad de los pentagramas de la música del momento, como son las gaitas
y aguinaldos, villancicos, como los llamarían los nativos de la madre patria, he
considerado es el momento oportuno para
recordar en parte las pascuas, como se les llamaba cuando yo era un muchacho de
escuela y posteriormente un adolescente; estas fiestas, de familia e iglesia,
se empezaban a sentir en todo su esplendor, a partir del quince de Diciembre
con la primera misa de aguinaldo, a las tres de la mañana, los preliminares arrancaban
a las dos de la mañana con gran profusión de fuegos artificiales y el ruido que
emitían las ruedas de los patines manejados hábilmente por los patinadores, mezclándose
con los gritos de alegría de los mas pequeños, que no querían perderse tan bonitos
momentos y ser parte de ésta fecha del año, con las consabidas cadenetas, el
aroma de las arepitas dulces con granitos de anís, impregnaban el ambiente y
comunicaban, que ya la navidad había llegado. Para el quince al veinte de
diciembre, las familias en general, escogían un día especifico para prepara las
multisapidas hallacas, desde la obtención de los ingredientes para su
elaboración, este evento familiar se convertía prácticamente en una fiesta de
la familia, amenizada con el picot de la casa y los acetatos de 33 rpm, Manolo
Monterrey (a) el ciclón antillano,
Luisin Landaez, Toña la Negra ,
Carmen Delia Dipini, Víctor Piñero, Celia Cruz y otros, eran los
encargados de dar ese toque de alegría que en ese momento se estaba viviendo. Esa
hechura de multisapida, tenía su líder, por lo general era la abuela o la
persona mas vieja de la familia, que guiaba, aprobaba la sazón del guiso, y la
escogencia de las hojas, lo cual se convertía en un verdadero trabajo en equipo,
la chiquillería esperaba pacientemente la total cocción del guiso, el cual era
servido para ellos en platos hondo con un buen pedazo de casabe del bueno, sin
derecho a repetir. Antes de la noche buena, se abría en el pueblo el concurso
del mejor pesebre o nacimiento, el 24 en la noche se esperaba la llegada del
niño Dios, en la iglesia del pueblo, en la misa de gallo a las doce de la
noche, en las poblaciones que festejaban con los grupos de los Pastores, estos anunciaban
la venida o llegada del niño Dios y bailaban al compás de su música por toda la
nave central de la iglesia, en las casas
de familias se empezaba abrir los aguinaldo representados en los regalos que
cada quien hacia entrega, a la persona que se le había designado con
anterioridad, por supuesto que esto se llevaba a cabo, después de la cena de navidad, la cual la conformaban
las hallacas, ensalada de gallina, pernil horneado, pan de jamón y una cesta
llena de frutas de diferentes tipos y como postre un buen pedazo de tortas
polvorosa, para otros las tortas burreras tomaban un lugar importante; el
brindis no podía faltar, por lo general vino tinto o champaña, otros mas osados
se tomaban unos cuantos tragos de güisqui del bueno, había libertad para tomar
lo que se apetecía. En las calles de las ciudades y pueblos las parrandas navideñas,
visitaban casa por casa, a fin de recibir la bendición del niño Dios, y ofrecer
el primer canto de aguinaldo al recién nacido, el Niño Jesús; el 25 en la
mañana, los mas pequeños de la casa, corrían a ver que les había traído el Niño
Dios, los regalos eran colocados al lado de la cama, ya que eran muy escasas
las familias que adornaban el arbolito de navidad, tal como se hace hoy día,
aquellos que por muchas razones, sobre todo económicas, el Niño Dios, no les
había traído nada, esperaban el siete de enero en la mañana, para ver si de
ellos se compadecían los tres Reyes Magos, y les habían traído algún regalito.
Terminaba esa bonita fiesta digna de recordación, empezaba un nuevo año, y se
acercaba el Carnaval, y en el programa amarillento por el tiempo guardado en el
baúl, al abrirlo, me recordaba lo siguiente, la alegría y la elección de las
reinas, era lo mas esperado, los bailes de carnaval en las escuelas y en la
plaza de los pueblos, llamados templetes. Desgraciadamente, hoy día terminan
como en el Lejano Oeste, a plomo limpio, la coronación de la Reina del Pueblo, era un
bonito espectáculo, con mucho respeto, siendo la primera autoridad del pueblo,
el prefecto o Jefe civil, el encargado de ceñir sobre las sienes de la señorita
que había sido electa, en reñida competencia, la Reina de Carnaval del Pueblo.
Con este acto, se convertía en la soberana, en ésta fiesta que en sus inicios
fue pagana y hoy día es de disfrute y diversión, cuya señorita iba ser coronada ante su público y en la plaza de
la comunidad, su Majestad, una vez coronada y nombrada la reina del pueblo, leía un manifiesto, dando inicio a las fiestas
de carnaval, el mismo era festejado con un baile y un paseo por las principales
calles del pueblo o ciudad que representaba, se aprovechaba para nombrar al Rey Momo que la acompañaría en el
tiempo que duraría su reinado, por lo general era una persona conocida y muy popular en la comunidad, el
martes muy temprano, la Reina
del pueblo o comunidad, se apersonaba en la casa del ciudadano Prefecto, con el
propósito de chispearlo con agua que llevaba en una pequeña poncherita,
informándole que ese día, el carnaval era de agua para todo aquel que se
encontrara en la calle. No se podía salir a la calle porque era una guerra
campal de agua, donde no se salvaba ningún mortal que anduviese merodeando por
esos lados; al día siguiente era el miércoles de cenizas donde el cura del
pueblo, dibujaba una cruz de cenizas, en la frente de los feligreses, una vez
terminado el festejo del carnaval, se iniciaban las clases en los colegios, y
prepararse los estudiantes de bachillerato, para los exámenes semestrales, era
común ver las plazas atiborradas de estudiantes de todos los niveles, con su
sillita de extensión y algunas veces un
pizarrón, para estar fino en el examen de cualquiera de las tres marías, Física, Química y
Matemáticas, ya que los mismos eran exámenes escritos, oral y
prácticos. Era un reto al sistema educativo de la época, una vez terminados esta tortura la
tranquilidad en las plazas regresaba a lo que eran antes de los preparativos
para los exámenes; los estudiantes en las plazas, era algo emblemático en todas
las ciudades que tenían liceos y donde existían estudiante universitarios, la
presencia de los estudiantes con el binomio, pizarrón y sillita de extensión,
fue desapareciendo paulatinamente por la inseguridad que empezó a apoderarse
del país. El nuevo rumbo era la semana santa, una semana de mucho recogimiento
y una tranquilidad absoluta en las diferentes ciudades y pueblos de la geografía
nacional, a partir del miércoles santo las iglesias permanecían abiertas toda
la noche, eso que llaman malandro hoy día, no había hecho acto de aparición
entre la sociedad venezolana, las procesiones, particularmente la del Nazareno,
era de un profundo recogimiento espiritual, el jueves y viernes santo, se
caracterizaban porque las campanas de las iglesias se silenciaban y daban paso
a lo que se denominaba las matracas, eran una piezas de madera con unas aldabas
cuadradas que al bambolearlas de lado y lado producían un ruido para anunciar
el inicio de las misas, el sábado era la bendición del agua, donde los
feligreses llevaban unas botellas de cualquier tipo llenas de agua, a fin de
que el cura les bendijera en un determinado momento de la misa, y todo volvía
a la rutina, o sea a las actividades
cuotidianas. Por estar curucuteando me encontré con un espectáculo escolar, el
cual era uno de mis favoritos, como el día del árbol, por lo general se
celebraba el 31 de Mayo mes de las flores y entrada de las aguas, era
obligatorio por parte de los alumnos, llevar un arbolito, para ser sembrado en
un lugar anteriormente designado, era normal que los representantes y maestros
llevaran su arbolito y algunas veces personas ajenas a las escuelas, se unían
al grupo, existía una conciencia de ambiente e integración con los planteles
educativos, se cantaba el Himno del
Árbol, cuyo autor de la letra, fue el insigne educador, poeta y compositor Alfredo Pietri
y música de Miguel
Ángel Granados en honor a esa
noble creación del arquitecto del universo, “al árbol debemos solicito amor jamás
olvidemos que es obra de Dios” frase que encierra nuestra admiración
a ésta maravilla de la naturaleza. Pero como existe el bien existe el mal, y
muchos disfrutan cuando ven desplomarse un árbol centenario producto de la
sierra eléctrica y el hacha en manos de un mal llamado leñador; junto a esta
pieza cargada de admiración a una creación de Dios como es el árbol, en un
libro bastante añejo, encontré otro himno con sus estrofas, cuyo autor fue un
poeta argentino, de nombre Rodolfo Aníbal Sciamarelli, quien lo escribió o
compuso el año de 1902, o sea que tiene ciento dos años de su creación. Éste
himno lo cantábamos antes de entrar al salón de clases, después de haber
entonado el Himno Nacional, el himno mencionado era el Himno de las Américas, y
como un recordatorio para aquellos que se les olvidó la letra se lo s voy a
presentar de nuevo, decía así: “I.Un canto de amistad de buena vecindad- Unidos nos tendrá
eternamente-Por nuestra libertad, por nuestra lealtad-Debemos de vivir gloriosamente.
II.Un símbolo de paz alumbrara el vivir-De todo el Continente Americano-III.Fuerza
de optimismo, fuerza de la hermandad-Será este canto de buena vecindad. IV.Argentina,
Brasil y Bolivia-Colombia, Chile, Ecuador-Uruguay, Paraguay,
Venezuela-Guatemala y el Salvador-Costa Rica, Haití y Nicaragua-Honduras y
Panamá-Norteamérica, Méjico Y Perú. Cuba y Canadá. V. ¡Son hermanos soberanos
de la libertad! ¡Son hermanos soberanos
de la libertad!” desafortunadamente este bello himno desapareció de
las escuelas y hoy día ningún escolar conoce de su existencia. Bien,
continuando con el recorrido anclamos en el mes de junio, era el mes del
cumaco, el mes del santo San Juan, conocido como el santo parrandero o Santo
borracho, era común escuchar desde lejos el golpe de los tambores y los cantos
de los cumaqueros y las cumaqueras, en muchos lugares el golpe de los cumacos
se hacían presente y las romerías de los bailadores era lo del momento en honor
al santo borracho, y a la vez en éste mes de junio, se presentaban los segundos
exámenes semestrales en los diferentes liceos del país, de esas pruebas, dependían
los exámenes finales, con tres asignaturas reprobadas, se perdía el derecho a
ir a los finales, los cuales se efectuaban en el mes de Julio, había que
estudiar mucho y de nuevo, hacían su aparición los estudiantes en masa, en las
diferentes plazas de las ciudades y pueblos, con su silla de extensión y
pizarrón. A pesar de los momentos difíciles, el estudiar y enfrentarse a un
trío de profesores para el o los exámenes orales, había un suceso que nos
alegraba la vida, particularmente a partir del diez de julio, motivado a las
fiestas patronales en honor a la
Patrona del pueblo, donde los toros coleados y la música en
la plaza, interpretada por las orquestas venidas de la capital, le daban un
toque de alegría a el pueblo, como los antaño del stadium y su muy conocida
melodía “Carmen
la que contaba diez y seis años, que linda era…” era la diana del
pueblo, que despertaba a los habitantes con la complicidad de las notas
extraídas del pentagrama, así lo establecía el programa en honor a la excelsa
Virgen del Carmelo, se aprovechaba la visita del Monseñor, para que en la
ceremonia en honor a la virgen, un tedéum, como lo llamaban las personas
mayores, cumplieran con el sagrado sacramento de la confirmación por
aquellas personas que no habían cumplido
con ese imperativo de la iglesia, de igual forma que
muchos niños hicieran la primera comunión, se recuerda que muchos feligreses,
se disputaban en ser el primero en besarle el anillo al monseñor, gracias a
Dios, esa costumbre desapareció, porque existen tantos virus que esta practica
puede ser muy dañina para la salud, porque nadie garantiza que el prelado,
después de sus necesidades, se lava las manos. Sigo curucuteando en el baúl de
los recuerdos, cual no sería mi gran sorpresa, cuando conseguí unos textos de
estudios de primaria, el primero, fue una Cartilla, donde aprendíamos las
letras, luego un libro Mantilla, donde conocimos todo tipo de letras y
empezábamos a tartamudear con la lectura y unos mas avanzados como el Lector
Venezolano y la Enciclopedia Escolar
tomos, 1, 2, 3, un libro de aritmética de G.M. Bruño, un libro de historia del
Hermano Nectario María y entre los escombros de papeles, ya bastantes arrugados
y con sus filos, en la doblez una veta amarilla, una reliquia, ya que se
trataba de tres ejemplares de unos periódicos ya desaparecidos hace mucho
tiempo, el primero que abrí era uno correspondiente a el diario “La Esfera ” leí
brevemente noticias de la segunda Guerra Mundial y otros sucesos que hoy día
son historia de la humanidad, el segundo diario “El Heraldo” con otras noticias
similares al primero, y el último el diario “La
Hora ” desaparecido a la caída del General Marcos Pérez
Jiménez, dos ejemplares de los cuales ni me acordaba, uno “El Fantoches y otro el Morrocoy Azul”,
aquí leí unas crónicas del desaparecido poeta y escritor Aníbal Nazoa, y
también el poema las uvas del tiempo, escritos por el también desaparecido poeta, Andrés Eloy Blanco. Estos recuerdos me
motivaron e impulsaron a continuar hurgando en el baúl del tiempo, y me
encontré con algunos eventos, que hoy día, para muchos deben ser risibles, como
eran los compromisos ante la familia de la muchacha que se había conquistado, el
galán se metía tremenda pinta, se atragantaba con dos o tres palos de ron y se
masticaba unos chicles, a fin de evitar el tufo del ron, se iba a la casa de la
novia a pedir la mano de la chama, ya muy temprano, empezaban los curiosos
aglomerarse alrededor de la casa y cerca de la ventana que daba a la sala del
inmueble, el futuro suegro y la suegra, se enfirolaban, si el suegro virtual,
había sido militar, sacaba de un escaparate de cedro, un viejo uniforme,
portando su sable y cordones dorados, olorosos a naftalina, el suegro
presentaba a cada uno de los presente, haciendo hincapié de la honorabilidad de
la pareja de metiches invitados, Don Eusebio y su señora esposa Doña Rosario, y
después de un rosario de preguntas rodeado el galán por la mamá, la abuela, que
a cada momento se sacaba la plancha y le secaba la saliva en la bata que se
estaba estrenando, para estar presente en la ceremonia, decía el pretendiente
mentalmente “coño
lo único que le pido a Dios es que vieja e mierda se trague esa plancha y se
muera de una vez”, los hermanos, sobrinos y una pareja de viejos,
invitados como testigos, por lo general metiches al extremo, y con voz y voto
en la aprobación o negación de ese romance, y un nietecito que todo se lo
celebraban riéndose de sus ocurrencias, cuando alguien le llamaba la atención, el
aspirante a novio, decía no hombre déjenlo que es un niño, pero, para sus
adentros decía, “cuanto
no daría yo pa´reventale una patá por el culo a ese muchacho del coño”
de igual forma, no podía faltar el perro, que a cada rato se rascaba debajo de
la poltrona ocupada por el novio, que lo ponían mas nervioso y a sudar la
verdadera gota gorda, sobre todo cuando el canino inocente de la seriedad del
evento familiar, dejaba largar sus gases nauseabundo, lo que preocupaba sobre
manera al galán, porque podían creer que era el, motivado al momento por el
cual estaba pasando, etc. El viejo aceptaba o no al aspirante a novio después
de una deliberación entre familia y la pareja metiche, mientras tanto la futura
jeva, estaba en la espera de la aprobación por parte de los familiares y si era
aceptado, la podía ver esa noche con chaperonas de todo tipo, si la aprobación
era negativa con un no rotundo por parte de ese comité inquisicional, se iba
derrotado, si era si, de una vez establecían los días y horas de visita, “eso si mijito,…
decía la vieja que habían invitado,… de palto y corbata, porque aquí somos una
familia de principios y los extraños a esta casa, en mangas de camisas no son
consonas con nuestro nivel social”, lo característico de ésta vieja
metiche, era la fragancia que usaba, llamada Champaign du Caron, bastante fuerte que si el novio era alérgico, se
pasaría la noche estornudando; detrás de una sonrisa hipócrita, el novio para
sus adentros, pensaba y decía, “nojoda vieja cámbiate las pantaletas” era lo que
comentaba el novio en su yo interno, de
paso le establecían un compromiso moral, nada de besitos, ni manitos agarradas,
ni nada que fuese pecaminoso, prohibido acompañar a la novia, futura esposa, en
la calle si se la encontraba sola, y si el galán era dueño de un automóvil, ni
pensar que iba a montarla para llevarla a determinado sitio si andaba sola, repetía
la vieja de nuevo, “ay Dios, si los ven andando solos en ese carro y sobre todo,
el barrigón de Jorge, que tiene una lengua de segueta, se te acabó el mundo
niña y el compromiso será en la otra vida, pero no en esta…si es verdad eso, Doña
Rosario, tiene mucha razón…le decía su madrina Diocelina”; la fecha del compromiso, llamado el cruce de aros,
lo establecían esa misma noche, ésta ceremonia, del cruce de aros, era la
comidilla de la comunidad, “saben la última hoy cruza aro el hijo de doña julia con la
hija de Florinda, ¿verdad?” Si, por lo general era a las ocho de la
noche, ya para esa hora los fisgones merodeaban de nuevo, los alrededores de la
casa de la novia, para curiosear por la ventana y ver si les daban un traguito
de alguna bebida, cosas de pueblo, que desaparecieron con la llegada de eso que
llaman modernismo, pero las normas impuestas por el comité inquisicional, se
mantenían vigentes y solo se extinguían una vez casados por la iglesia. Como
decían las viejas, “decía la vieja metiche, le va hablar la voz de la
experiencia, lo voy aconsejar, hasta que el cura no los declare marido y mujer,
nada de manos agarradas ni besitos a escondida, eso es pecado y Dios castiga,
después del matrimonio, pueden hacer todo lo que les venga en ganas. Y nada de
pensar en divorcio, porque lo que une Dios no lo separa el hombre, hay que
morir al final con esa cruz a cuesta, así, hasta el día del matrimonio por
civil y luego por la iglesia” el novio que se lo comía la arrechera,
decía internamente: “quien sabe cuantas veces no te cojieron y vienes ahora a
tirarte de yo no fui, con esa cara e puta que tienes, además no se preocupen
viejas del coño que ya yo me tire ese culito” era común ver un
aspirante a novio, llorando y derramando lagrimas sobre el vidrio y luces de la
rockola con descomunal curda, por haber sido rechazado por los familiares de la
novia, los acetatos que oía eran “A la orilla del mar” “reloj” “Rayito de luna;” “Nostalgia” “Evocación”
y hablando de rock olas, estas eran lo ultimo y de mucho cache, habían unas de
diferentes colores con luces que se prendían o apagaban al ritmo de la música
que estaba sonando en ese momento. Muchas peleas se originaron por estas
maquinas, cuando un metiche tumbaba una melodía que había sido seleccionada por
algún mortal presente y después del reclamo, el resultado era, los puños con
los consabidos ojos morados y bocas rotas; bar o botiquín que no tuviera una
rockola, era excremento de perro, con un bolívar permitía oír cinco o seis hermosas
canciones de la época, como: “Para que recordar” “Júrame”, “Perfume de Rosas”, “Campanitas
de cristal”, “Olvídame”, “Palabras de mujer” cuando se trataba de un
galán aceptado por el comité de familia,
las melodías eran todas aquellas que encerraban, transportaba y afianzaban al galán, el gran
amor que sentía por una dama y las señaladas anteriormente cumplían ese
cometido. Después de varias rondas de ron, cubas libre, cervezas y otras
bebidas espirituales, se contrataba un trío de guitarrista con su cantante y
salían a darle una serenata a la dama que le partía el corazón al galán
enamorado. Abriendo un paréntesis relacionado con las serenatas madrugadoras,
no obligatoriamente, éstas eran para la novia de una persona en común, sino que
en muchas oportunidades se reunían los sábados, varios serenateros y salían a
dar serenatas a las muchachas de la comunidad, sobre todo si había llegado
alguna de las jovencitas de otra ciudad, la bienvenida era una serenata, a las
dos o tres de la mañana bajo la luz de las estrellas, en verdad esas melodías
interpretadas por un cantante madrugador tenía un sabor diferente y era mas romántica
que escucharla a pleno día y si era a distancia mucho mejor. Algo que llamaba
la atención era la formalidad de los serenateros, en particular la vestimenta,
la cual era de flux completo paltó y corbata, algo muy común, ya que en los
profesores, médicos y otros profesionales, el vestir elegantemente era
prioritario, esa costumbre se perdió, porque aquella persona que se atreva a
vestir, hoy día, de esa forma, permanentemente, lo tildan de descocado o le
preguntan que si va a sacar la cédula o tiene una cita con la Reina de Inglaterra. Es
interesante de vez en cuando meter la mano en ese baúl de recuerdos infinitos,
se consigue de todo. En ésta oportunidad
nos hemos conseguido con una pulpería de épocas ya idas, donde lo fuerte
eran los chicharrones, recién cocinados y para anunciarle al publico, que habían
matado cochinos y había chicharrón fresco, recién fritos, se acudía a unos
cohetes de poca pólvora muy sui generisis, con un sonido diferente al cohete
normal, y todo el mundo sabía de los
chicharrones. En esas pulperías nunca faltaban las alpargatas de suela y de
gomas, los celebres zuecos de madera y en cuanto a bebidas refrescantes el
carato de maíz, el guarapo de papelón servidos en unos vasos de vidrio
conocidos como vasos de casquillos y en cuanto a los dulces se podían encontrar
los siguientes: el majarete y la mazamorra, el pan de horno, también se vendía
el pistraque frió o caliente y los deliciosos majaretes, al fin de mes o a
diario, después de la compra, la ñapa obligada, la cual podía ser, un cambur,
un pedazo de papelón con queso u otra cosa, pero nunca dinero, en algunas
pulperías, vendían licor y al fondo del negocio, existía un patio de bolas o de
bolón, era característico el grito de los jugadores de bolón al retar algún
otro jugador, con el grito
característico a todo gañote “diez y ocho y la bola en mano, mato y cobro, y dejo pa.’
dos fuertes.” El bolón fue el génesis del moderno Bowling, era muy
similar pero manual y con solo tres pivotes; consistía de una pista de tierra,
con sus barandas de seguridad a cada lado, sus dimensiones eran unos veinte y
cinco metros de longitud y metro y medio de ancho, al final los tres pivotes,
dos pequeños y uno grande de unos treinta cms el mas grande, y veinte y cinco
cms, los dos pequeños, el grande valía doce puntos y los dos pequeños tres
puntos cada uno. Cuando se acercaba el mes de septiembre, que los vientos
alisios hacían acto de presencia en la geografía nacional, se iniciaba la
construcción de los celebres papagayos, cometas, zamuras y otros artefactos
voladores, que en libre competencias disfrutaba la muchachada, algunos mas
osados acostumbraban colocar hojillas en la cola de estos volantes e iniciar
una cacería de maldad a otro papagayo que estuviera bien encumbrado, con el
propósito de cortarle el cordel o hilo, a fin de que este volara solo sin
control y se perdiera en cualquier sitio, otra sorpresa mas, para seguir
recordando aquellos momentos sanos y mas que agradables, cuando abrí una
pequeña carpetota y en su interior reposaba una tarjeta de bautizo con una
inscripción alusiva al sacramento y al nuevo cristiano a la vez, un mediecito
de plata o mejor dicho una monedita de plata, pegada en su interior, recordé
que era común los sábados en la tarde y los domingos después de misa, efectuar
los bautizos de los que serian los nuevos ahijados, era una costumbre que todo
aquel que fuese a ser padrino, se llevaba en el bolsillo un poco de mediecitos
o un puño de caramelos, para lanzárselos a los muchachada que lo acosaban con
el grito de “mi
mediecito padrino… mi mediecito” a todas estas el padrino muy magnánimo,
se colocaba en las afueras de la iglesia y lanzaba a los muchachos el puño de
mediecitos que llevaba en el bolsillo, viendo así culminada su tarea de
padrino. También los domingos, en muchas casas de familia, por muy
insignificante el motivo, se celebraba un bailecito dominguero, llamado
picoteo, ya que el equipo de sonido utilizado, era un pick-up con acetato de 33
rpm, siendo la hora del comienzo a la llegada de los primeros invitados y a
partir de las cinco de la tarde hasta las ocho de la noche, claro el sábado
duraba hasta las diez de la noche, era común la invitación de alguna nueva
muchacha en el pueblo o la comunidad a pedido de algún galán que le gustaba la
chama, el todo era para bailar con ella y aprovechar el momento a fin de manifestarle
lo que el sentía por ella, siendo el baile, el momento oportuno. De esos
picoteos surgieron muchos noviazgos y posteriormente los matrimonios, también
muchos callos pisoteados por no saber bailar, no como hoy día, que bailan todos
juntos varones y hembras, en grupos, no
individual, como antes, una cerámica era grande cuando se bailaba un bolero de
la época mas si se estaba enamorado. Ya para cerrar la tapa del baúl, existía
una fiesta de la iglesia donde un grupo de niñas ya señoritas, eran erigidas Las Hijas de María,
su vestimenta, un vestido blanco y un cinturón grueso color azul, cuya
vestimenta le daba un toque de belleza y resaltaban los atributos con que la
madre naturaleza había dotado a las
mencionadas damitas y el cura con cara de sayón y yo no fui, metiéndole el ojo
a las nuevas hijas de María, decía el hijo e’puta cura con la birriondez que se
le desbordaba por los ojos, pensaba lo siguiente, “mi Dios, perdóname, pero esa negrita tiene
unas tetones… de espanto y brinco, preferiría, ser sostén antes que cura, pa
manosearle todo el tiempos esas hermosas tetas, y si les vemos las piernas nos
caemos pa’tras, son un par de columnas que arriba deben estar custodiando un
tesoro, Dios mío perdóname, que me está entrando presión en todo el cuerpo,
debe ser Satanás” Estos, han sido recuerdos amarillentos y
verdaderos, por el pasar del tiempo, gracias a la virtualidad del baúl de los
recuerdos, los cuales han sido traídos a la luz pública, pero que nunca se extinguirán
de la memoria de aquellos que disfrutamos esas épocas sanas, y de grata
recordación, en el ocaso de éste paseo virtual, producto de haber abierto la
tapa del baúl de los recuerdos, me voy a permitir insertar la siguiente
estrofa:…
AVIADORES UNIDOS, LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES.
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