sábado, 17 de agosto de 2013

Curucuteando en el baul de los recuerdos...

Voy aprovechar éste trozo de vida que aun me queda, y así evitar, que las arenas movedizas de mi añeja memoria, se engullen muchas de los acontecimientos que se vivieron en épocas ya idas, y proceder sacar a la luz pública, lo que conseguí, por haber estado curucuteando en el baúl de los recuerdos, ¡… que de sorpresas y momentos agradables viví…! cuando empecé a desempacar muchas cosas y eventos que los de mi generación conocieron  igual que yo, y que ellos o ellas, en un momento de sus vidas, tomaron el papel de protagonistas de estos eventos, es bueno, y muy agradables recordarlos. Como estamos en las vísperas de las navidades, habiendo pasado el cordonazo de San Francisco, alejándose las lluvias, y el ambiente navideño está  lentamente penetrando en nuestra epidermis con la complicidad de los pentagramas de la música del momento, como son las gaitas y aguinaldos, villancicos, como los llamarían los nativos de la madre patria, he considerado  es el momento oportuno para recordar en parte las pascuas, como se les llamaba cuando yo era un muchacho de escuela y posteriormente un adolescente; estas fiestas, de familia e iglesia, se empezaban a sentir en todo su esplendor, a partir del quince de Diciembre con la primera misa de aguinaldo, a las tres de la mañana, los preliminares arrancaban a las dos de la mañana con gran profusión de fuegos artificiales y el ruido que emitían las ruedas de los patines manejados hábilmente por los patinadores, mezclándose con los gritos de alegría de los mas pequeños, que no querían perderse tan bonitos momentos y ser parte de ésta fecha del año, con las consabidas cadenetas, el aroma de las arepitas dulces con granitos de anís, impregnaban el ambiente y comunicaban, que ya la navidad había llegado. Para el quince al veinte de diciembre, las familias en general, escogían un día especifico para prepara las multisapidas hallacas, desde la obtención de los ingredientes para su elaboración, este evento familiar se convertía prácticamente en una fiesta de la familia, amenizada con el picot de la casa y los acetatos de 33 rpm, Manolo Monterrey  (a) el ciclón antillano, Luisin Landaez, Toña la Negra, Carmen Delia Dipini, Víctor Piñero, Celia Cruz y otros, eran los encargados de dar ese toque de alegría que en ese momento se estaba viviendo. Esa hechura de multisapida, tenía su líder, por lo general era la abuela o la persona mas vieja de la familia, que guiaba, aprobaba la sazón del guiso, y la escogencia de las hojas, lo cual se convertía en un verdadero trabajo en equipo, la chiquillería esperaba pacientemente la total cocción del guiso, el cual era servido para ellos en platos hondo con un buen pedazo de casabe del bueno, sin derecho a repetir. Antes de la noche buena, se abría en el pueblo el concurso del mejor pesebre o nacimiento, el 24 en la noche se esperaba la llegada del niño Dios, en la iglesia del pueblo, en la misa de gallo a las doce de la noche, en las poblaciones que festejaban con los grupos de los Pastores, estos anunciaban la venida o llegada del niño Dios y bailaban al compás de su música por toda la nave central de la iglesia,  en las casas de familias se empezaba abrir los aguinaldo representados en los regalos que cada quien hacia entrega, a la persona que se le había designado con anterioridad, por supuesto que esto se llevaba a cabo, después  de la cena de navidad, la cual la conformaban las hallacas, ensalada de gallina, pernil horneado, pan de jamón y una cesta llena de frutas de diferentes tipos y como postre un buen pedazo de tortas polvorosa, para otros las tortas burreras tomaban un lugar importante; el brindis no podía faltar, por lo general vino tinto o champaña, otros mas osados se tomaban unos cuantos tragos de güisqui del bueno, había libertad para tomar lo que se apetecía. En las calles de las ciudades y pueblos las parrandas navideñas, visitaban casa por casa, a fin de recibir la bendición del niño Dios, y ofrecer el primer canto de aguinaldo al recién nacido, el Niño Jesús; el 25 en la mañana, los mas pequeños de la casa, corrían a ver que les había traído el Niño Dios, los regalos eran colocados al lado de la cama, ya que eran muy escasas las familias que adornaban el arbolito de navidad, tal como se hace hoy día, aquellos que por muchas razones, sobre todo económicas, el Niño Dios, no les había traído nada, esperaban el siete de enero en la mañana, para ver si de ellos se compadecían los tres Reyes Magos, y les habían traído algún regalito. Terminaba esa bonita fiesta digna de recordación, empezaba un nuevo año, y se acercaba el Carnaval, y en el programa amarillento por el tiempo guardado en el baúl, al abrirlo, me recordaba lo siguiente, la alegría y la elección de las reinas, era lo mas esperado, los bailes de carnaval en las escuelas y en la plaza de los pueblos, llamados templetes. Desgraciadamente, hoy día terminan como en el Lejano Oeste, a plomo limpio, la coronación de la Reina del Pueblo, era un bonito espectáculo, con mucho respeto, siendo la primera autoridad del pueblo, el prefecto o Jefe civil, el encargado de ceñir sobre las sienes de la señorita que había sido electa, en reñida competencia, la Reina de Carnaval del Pueblo. Con este acto, se convertía en la soberana, en ésta fiesta que en sus inicios fue pagana y hoy día es de disfrute y diversión, cuya señorita iba  ser coronada ante su público y en la plaza de la comunidad, su Majestad, una vez coronada y nombrada la reina del pueblo,  leía un manifiesto, dando inicio a las fiestas de carnaval, el mismo era festejado con un baile y un paseo por las principales calles del pueblo o ciudad que representaba, se aprovechaba para  nombrar al Rey Momo que la acompañaría en el tiempo que duraría su reinado, por lo general era una persona  conocida y muy popular en la comunidad, el martes muy temprano, la Reina del pueblo o comunidad, se apersonaba en la casa del ciudadano Prefecto, con el propósito de chispearlo con agua que llevaba en una pequeña poncherita, informándole que ese día, el carnaval era de agua para todo aquel que se encontrara en la calle. No se podía salir a la calle porque era una guerra campal de agua, donde no se salvaba ningún mortal que anduviese merodeando por esos lados; al día siguiente era el miércoles de cenizas donde el cura del pueblo, dibujaba una cruz de cenizas, en la frente de los feligreses, una vez terminado el festejo del carnaval, se iniciaban las clases en los colegios, y prepararse los estudiantes de bachillerato, para los exámenes semestrales, era común ver las plazas atiborradas de estudiantes de todos los niveles, con su sillita de extensión  y algunas veces un pizarrón, para estar fino en el examen de cualquiera de las tres marías, Física, Química y Matemáticas, ya que los mismos eran exámenes escritos, oral y prácticos. Era un reto al sistema educativo de la época,  una vez terminados esta tortura la tranquilidad en las plazas regresaba a lo que eran antes de los preparativos para los exámenes; los estudiantes en las plazas, era algo emblemático en todas las ciudades que tenían liceos y donde existían estudiante universitarios, la presencia de los estudiantes con el binomio, pizarrón y sillita de extensión, fue desapareciendo paulatinamente por la inseguridad que empezó a apoderarse del país. El nuevo rumbo era la semana santa, una semana de mucho recogimiento y una tranquilidad absoluta en las diferentes ciudades y pueblos de la geografía nacional, a partir del miércoles santo las iglesias permanecían abiertas toda la noche, eso que llaman malandro hoy día, no había hecho acto de aparición entre la sociedad venezolana, las procesiones, particularmente la del Nazareno, era de un profundo recogimiento espiritual, el jueves y viernes santo, se caracterizaban porque las campanas de las iglesias se silenciaban y daban paso a lo que se denominaba las matracas, eran una piezas de madera con unas aldabas cuadradas que al bambolearlas de lado y lado producían un ruido para anunciar el inicio de las misas, el sábado era la bendición del agua, donde los feligreses llevaban unas botellas de cualquier tipo llenas de agua, a fin de que el cura les bendijera en un determinado momento de la misa, y todo volvía a  la rutina, o sea a las actividades cuotidianas. Por estar curucuteando me encontré con un espectáculo escolar, el cual era uno de mis favoritos, como el día del árbol, por lo general se celebraba el 31 de Mayo mes de las flores y entrada de las aguas, era obligatorio por parte de los alumnos, llevar un arbolito, para ser sembrado en un lugar anteriormente designado, era normal que los representantes y maestros llevaran su arbolito y algunas veces personas ajenas a las escuelas, se unían al grupo, existía una conciencia de ambiente e integración con los planteles educativos,  se cantaba el Himno del Árbol, cuyo autor de la letra, fue el insigne educador, poeta y compositor Alfredo Pietri y música de Miguel Ángel Granados  en honor a esa noble creación del arquitecto del universo, “al árbol debemos solicito amor jamás olvidemos que es obra de Dios” frase que encierra nuestra admiración a ésta maravilla de la naturaleza. Pero como existe el bien existe el mal, y muchos disfrutan cuando ven desplomarse un árbol centenario producto de la sierra eléctrica y el hacha en manos de un mal llamado leñador; junto a esta pieza cargada de admiración a una creación de Dios como es el árbol, en un libro bastante añejo, encontré otro himno con sus estrofas, cuyo autor fue un poeta argentino, de nombre Rodolfo Aníbal Sciamarelli, quien lo escribió o compuso el año de 1902, o sea que tiene ciento dos años de su creación. Éste himno lo cantábamos antes de entrar al salón de clases, después de haber entonado el Himno Nacional, el himno mencionado era el Himno de las Américas, y como un recordatorio para aquellos que se les olvidó la letra se lo s voy a presentar de nuevo, decía así: “I.Un canto de amistad de buena vecindad- Unidos nos tendrá eternamente-Por nuestra libertad, por nuestra lealtad-Debemos de vivir gloriosamente. II.Un símbolo de paz alumbrara el vivir-De todo el Continente Americano-III.Fuerza de optimismo, fuerza de la hermandad-Será este canto de buena vecindad. IV.Argentina, Brasil y Bolivia-Colombia, Chile, Ecuador-Uruguay, Paraguay, Venezuela-Guatemala y el Salvador-Costa Rica, Haití y Nicaragua-Honduras y Panamá-Norteamérica, Méjico Y Perú. Cuba y Canadá. V. ¡Son hermanos soberanos de la libertad!  ¡Son hermanos soberanos de la libertad!” desafortunadamente este bello himno desapareció de las escuelas y hoy día ningún escolar conoce de su existencia. Bien, continuando con el recorrido anclamos en el mes de junio, era el mes del cumaco, el mes del santo San Juan, conocido como el santo parrandero o Santo borracho, era común escuchar desde lejos el golpe de los tambores y los cantos de los cumaqueros y las cumaqueras, en muchos lugares el golpe de los cumacos se hacían presente y las romerías de los bailadores era lo del momento en honor al santo borracho, y a la vez en éste mes de junio, se presentaban los segundos exámenes semestrales en los diferentes liceos del país, de esas pruebas, dependían los exámenes finales, con tres asignaturas reprobadas, se perdía el derecho a ir a los finales, los cuales se efectuaban en el mes de Julio, había que estudiar mucho y de nuevo, hacían su aparición los estudiantes en masa, en las diferentes plazas de las ciudades y pueblos, con su silla de extensión y pizarrón. A pesar de los momentos difíciles, el estudiar y enfrentarse a un trío de profesores para el o los exámenes orales, había un suceso que nos alegraba la vida, particularmente a partir del diez de julio, motivado a las fiestas patronales en honor a la Patrona del pueblo, donde los toros coleados y la música en la plaza, interpretada por las orquestas venidas de la capital, le daban un toque de alegría a el pueblo, como los antaño del stadium y su muy conocida melodía “Carmen la que contaba diez y seis años, que linda era…” era la diana del pueblo, que despertaba a los habitantes con la complicidad de las notas extraídas del pentagrama, así lo establecía el programa en honor a la excelsa Virgen del Carmelo, se aprovechaba la visita del Monseñor, para que en la ceremonia en honor a la virgen, un tedéum, como lo llamaban las personas mayores, cumplieran con el sagrado sacramento de la confirmación por aquellas  personas que no habían cumplido con ese imperativo de la iglesia, de igual forma   que muchos niños hicieran la primera comunión, se recuerda que muchos feligreses, se disputaban en ser el primero en besarle el anillo al monseñor, gracias a Dios, esa costumbre desapareció, porque existen tantos virus que esta practica puede ser muy dañina para la salud, porque nadie garantiza que el prelado, después de sus necesidades, se lava las manos. Sigo curucuteando en el baúl de los recuerdos, cual no sería mi gran sorpresa, cuando conseguí unos textos de estudios de primaria, el primero, fue una Cartilla, donde aprendíamos las letras, luego un libro Mantilla, donde conocimos todo tipo de letras y empezábamos a tartamudear con la lectura y unos mas avanzados como el Lector Venezolano y la Enciclopedia Escolar tomos, 1, 2, 3, un libro de aritmética de G.M. Bruño, un libro de historia del Hermano Nectario María y entre los escombros de papeles, ya bastantes arrugados y con sus filos, en la doblez una veta amarilla, una reliquia, ya que se trataba de tres ejemplares de unos periódicos ya desaparecidos hace mucho tiempo, el primero que abrí era uno correspondiente a el diario La Esfera leí brevemente noticias de la segunda Guerra Mundial y otros sucesos que hoy día son historia de la humanidad, el segundo diario “El Heraldo” con otras noticias similares al primero, y el último el diario La Hora desaparecido a la caída del General Marcos Pérez Jiménez, dos ejemplares de los cuales ni me acordaba, uno “El Fantoches y otro el Morrocoy Azul”, aquí leí unas crónicas del desaparecido poeta y escritor Aníbal Nazoa, y también el poema las uvas del tiempo, escritos por el también desaparecido  poeta, Andrés Eloy Blanco. Estos recuerdos me motivaron e impulsaron a continuar hurgando en el baúl del tiempo, y me encontré con algunos eventos, que hoy día, para muchos deben ser risibles, como eran los compromisos ante la familia de la muchacha que se había conquistado, el galán se metía tremenda pinta, se atragantaba con dos o tres palos de ron y se masticaba unos chicles, a fin de evitar el tufo del ron, se iba a la casa de la novia a pedir la mano de la chama, ya muy temprano, empezaban los curiosos aglomerarse alrededor de la casa y cerca de la ventana que daba a la sala del inmueble, el futuro suegro y la suegra, se enfirolaban, si el suegro virtual, había sido militar, sacaba de un escaparate de cedro, un viejo uniforme, portando su sable y cordones dorados, olorosos a naftalina, el suegro presentaba a cada uno de los presente, haciendo hincapié de la honorabilidad de la pareja de metiches invitados, Don Eusebio y su señora esposa Doña Rosario, y después de un rosario de preguntas rodeado el galán por la mamá, la abuela, que a cada momento se sacaba la plancha y le secaba la saliva en la bata que se estaba estrenando, para estar presente en la ceremonia, decía el pretendiente mentalmente “coño lo único que le pido a Dios es que vieja e mierda se trague esa plancha y se muera de una vez”, los hermanos, sobrinos y una pareja de viejos, invitados como testigos, por lo general metiches al extremo, y con voz y voto en la aprobación o negación de ese romance, y un nietecito que todo se lo celebraban riéndose de sus ocurrencias, cuando alguien le llamaba la atención, el aspirante a novio, decía no hombre déjenlo que es un niño, pero, para sus adentros decía, cuanto no daría yo pa´reventale una patá por el culo a ese muchacho del coño” de igual forma, no podía faltar el perro, que a cada rato se rascaba debajo de la poltrona ocupada por el novio, que lo ponían mas nervioso y a sudar la verdadera gota gorda, sobre todo cuando el canino inocente de la seriedad del evento familiar, dejaba largar sus gases nauseabundo, lo que preocupaba sobre manera al galán, porque podían creer que era el, motivado al momento por el cual estaba pasando, etc. El viejo aceptaba o no al aspirante a novio después de una deliberación entre familia y la pareja metiche, mientras tanto la futura jeva, estaba en la espera de la aprobación por parte de los familiares y si era aceptado, la podía ver esa noche con chaperonas de todo tipo, si la aprobación era negativa con un no rotundo por parte de ese comité inquisicional, se iba derrotado, si era si, de una vez establecían los días y horas de visita, “eso si mijito,… decía la vieja que habían invitado,… de palto y corbata, porque aquí somos una familia de principios y los extraños a esta casa, en mangas de camisas no son consonas con nuestro nivel social”, lo característico de ésta vieja metiche, era la fragancia que usaba, llamada Champaign du Caron, bastante fuerte que si el novio era alérgico, se pasaría la noche estornudando; detrás de una sonrisa hipócrita, el novio para sus adentros, pensaba y decía, “nojoda vieja cámbiate las pantaletas” era lo que comentaba el novio en su yo interno,  de paso le establecían un compromiso moral, nada de besitos, ni manitos agarradas, ni nada que fuese pecaminoso, prohibido acompañar a la novia, futura esposa, en la calle si se la encontraba sola, y si el galán era dueño de un automóvil, ni pensar que iba a montarla para llevarla a determinado sitio si andaba sola, repetía la vieja de nuevo, “ay Dios, si los ven andando solos en ese carro y sobre todo, el barrigón de Jorge, que tiene una lengua de segueta, se te acabó el mundo niña y el compromiso será en la otra vida, pero no en esta…si es verdad eso, Doña Rosario, tiene mucha razón…le decía su madrina Diocelina”; la fecha del compromiso, llamado el cruce de aros, lo establecían esa misma noche, ésta ceremonia, del cruce de aros, era la comidilla de la comunidad, “saben la última hoy cruza aro el hijo de doña julia con la hija de Florinda, ¿verdad?” Si, por lo general era a las ocho de la noche, ya para esa hora los fisgones merodeaban de nuevo, los alrededores de la casa de la novia, para curiosear por la ventana y ver si les daban un traguito de alguna bebida, cosas de pueblo, que desaparecieron con la llegada de eso que llaman modernismo, pero las normas impuestas por el comité inquisicional, se mantenían vigentes y solo se extinguían una vez casados por la iglesia. Como decían las viejas, “decía la vieja metiche, le va hablar la voz de la experiencia, lo voy aconsejar, hasta que el cura no los declare marido y mujer, nada de manos agarradas ni besitos a escondida, eso es pecado y Dios castiga, después del matrimonio, pueden hacer todo lo que les venga en ganas. Y nada de pensar en divorcio, porque lo que une Dios no lo separa el hombre, hay que morir al final con esa cruz a cuesta, así, hasta el día del matrimonio por civil y luego por la iglesia” el novio que se lo comía la arrechera, decía internamente: “quien sabe cuantas veces no te cojieron y vienes ahora a tirarte de yo no fui, con esa cara e puta que tienes, además no se preocupen viejas del coño que ya yo me tire ese culito” era común ver un aspirante a novio, llorando y derramando lagrimas sobre el vidrio y luces de la rockola con descomunal curda, por haber sido rechazado por los familiares de la novia, los acetatos que oía eran “A la orilla del mar” “reloj” “Rayito de luna;” “Nostalgia” “Evocación” y hablando de rock olas, estas eran lo ultimo y de mucho cache, habían unas de diferentes colores con luces que se prendían o apagaban al ritmo de la música que estaba sonando en ese momento. Muchas peleas se originaron por estas maquinas, cuando un metiche tumbaba una melodía que había sido seleccionada por algún mortal presente y después del reclamo, el resultado era, los puños con los consabidos ojos morados y bocas rotas; bar o botiquín que no tuviera una rockola, era excremento de perro, con un bolívar permitía oír cinco o seis hermosas canciones de la época, como: “Para que recordar” “Júrame”, “Perfume de Rosas”, “Campanitas de cristal”, “Olvídame”, “Palabras de mujer” cuando se trataba de un galán  aceptado por el comité de familia, las melodías eran todas aquellas que encerraban,  transportaba y afianzaban al galán, el gran amor que sentía por una dama y las señaladas anteriormente cumplían ese cometido. Después de varias rondas de ron, cubas libre, cervezas y otras bebidas espirituales, se contrataba un trío de guitarrista con su cantante y salían a darle una serenata a la dama que le partía el corazón al galán enamorado. Abriendo un paréntesis relacionado con las serenatas madrugadoras, no obligatoriamente, éstas eran para la novia de una persona en común, sino que en muchas oportunidades se reunían los sábados, varios serenateros y salían a dar serenatas a las muchachas de la comunidad, sobre todo si había llegado alguna de las jovencitas de otra ciudad, la bienvenida era una serenata, a las dos o tres de la mañana bajo la luz de las estrellas, en verdad esas melodías interpretadas por un cantante madrugador tenía un sabor diferente y era mas romántica que escucharla a pleno día y si era a distancia mucho mejor. Algo que llamaba la atención era la formalidad de los serenateros, en particular la vestimenta, la cual era de flux completo paltó y corbata, algo muy común, ya que en los profesores, médicos y otros profesionales, el vestir elegantemente era prioritario, esa costumbre se perdió, porque aquella persona que se atreva a vestir, hoy día, de esa forma, permanentemente, lo tildan de descocado o le preguntan que si va a sacar la cédula o tiene una cita con la Reina de Inglaterra. Es interesante de vez en cuando meter la mano en ese baúl de recuerdos infinitos, se consigue de todo. En ésta oportunidad  nos hemos conseguido con una pulpería de épocas ya idas, donde lo fuerte eran los chicharrones, recién cocinados y para anunciarle al publico, que habían matado cochinos y había chicharrón fresco, recién fritos, se acudía a unos cohetes de poca pólvora muy sui generisis, con un sonido diferente al cohete normal,  y todo el mundo sabía de los chicharrones. En esas pulperías nunca faltaban las alpargatas de suela y de gomas, los celebres zuecos de madera y en cuanto a bebidas refrescantes el carato de maíz, el guarapo de papelón servidos en unos vasos de vidrio conocidos como vasos de casquillos y en cuanto a los dulces se podían encontrar los siguientes: el majarete y la mazamorra, el pan de horno, también se vendía el pistraque frió o caliente y los deliciosos majaretes, al fin de mes o a diario, después de la compra, la ñapa obligada, la cual podía ser, un cambur, un pedazo de papelón con queso u otra cosa, pero nunca dinero, en algunas pulperías, vendían licor y al fondo del negocio, existía un patio de bolas o de bolón, era característico el grito de los jugadores de bolón al retar algún otro jugador, con el grito característico a todo gañote “diez y ocho y la bola en mano, mato y cobro, y dejo pa.’ dos fuertes.” El bolón fue el génesis del moderno Bowling, era muy similar pero manual y con solo tres pivotes; consistía de una pista de tierra, con sus barandas de seguridad a cada lado, sus dimensiones eran unos veinte y cinco metros de longitud y metro y medio de ancho, al final los tres pivotes, dos pequeños y uno grande de unos treinta cms el mas grande, y veinte y cinco cms, los dos pequeños, el grande valía doce puntos y los dos pequeños tres puntos cada uno. Cuando se acercaba el mes de septiembre, que los vientos alisios hacían acto de presencia en la geografía nacional, se iniciaba la construcción de los celebres papagayos, cometas, zamuras y otros artefactos voladores, que en libre competencias disfrutaba la muchachada, algunos mas osados acostumbraban colocar hojillas en la cola de estos volantes e iniciar una cacería de maldad a otro papagayo que estuviera bien encumbrado, con el propósito de cortarle el cordel o hilo, a fin de que este volara solo sin control y se perdiera en cualquier sitio, otra sorpresa mas, para seguir recordando aquellos momentos sanos y mas que agradables, cuando abrí una pequeña carpetota y en su interior reposaba una tarjeta de bautizo con una inscripción alusiva al sacramento y al nuevo cristiano a la vez, un mediecito de plata o mejor dicho una monedita de plata, pegada en su interior, recordé que era común los sábados en la tarde y los domingos después de misa, efectuar los bautizos de los que serian los nuevos ahijados, era una costumbre que todo aquel que fuese a ser padrino, se llevaba en el bolsillo un poco de mediecitos o un puño de caramelos, para lanzárselos a los muchachada que lo acosaban con el grito de “mi mediecito padrino… mi mediecito” a todas estas el padrino muy magnánimo, se colocaba en las afueras de la iglesia y lanzaba a los muchachos el puño de mediecitos que llevaba en el bolsillo, viendo así culminada su tarea de padrino. También los domingos, en muchas casas de familia, por muy insignificante el motivo, se celebraba un bailecito dominguero, llamado picoteo, ya que el equipo de sonido utilizado, era un pick-up con acetato de 33 rpm, siendo la hora del comienzo a la llegada de los primeros invitados y a partir de las cinco de la tarde hasta las ocho de la noche, claro el sábado duraba hasta las diez de la noche, era común la invitación de alguna nueva muchacha en el pueblo o la comunidad a pedido de algún galán que le gustaba la chama, el todo era para bailar con ella y aprovechar el momento a fin de manifestarle lo que el sentía por ella, siendo el baile, el momento oportuno. De esos picoteos surgieron muchos noviazgos y posteriormente los matrimonios, también muchos callos pisoteados por no saber bailar, no como hoy día, que bailan todos juntos varones y hembras,  en grupos, no individual, como antes, una cerámica era grande cuando se bailaba un bolero de la época mas si se estaba enamorado. Ya para cerrar la tapa del baúl, existía una fiesta de la iglesia donde un grupo de niñas ya señoritas, eran erigidas Las Hijas de María, su vestimenta, un vestido blanco y un cinturón grueso color azul, cuya vestimenta le daba un toque de belleza y resaltaban los atributos con que la madre naturaleza  había dotado a las mencionadas damitas y el cura con cara de sayón y yo no fui, metiéndole el ojo a las nuevas hijas de María, decía el hijo e’puta cura con la birriondez que se le desbordaba por los ojos, pensaba lo siguiente, “mi Dios, perdóname, pero esa negrita tiene unas tetones… de espanto y brinco, preferiría, ser sostén antes que cura, pa manosearle todo el tiempos esas hermosas tetas, y si les vemos las piernas nos caemos pa’tras, son un par de columnas que arriba deben estar custodiando un tesoro, Dios mío perdóname, que me está entrando presión en todo el cuerpo, debe ser Satanás” Estos, han sido recuerdos amarillentos y verdaderos, por el pasar del tiempo, gracias a la virtualidad del baúl de los recuerdos, los cuales han sido traídos a la luz pública, pero que nunca se extinguirán de la memoria de aquellos que disfrutamos esas épocas sanas, y de grata recordación, en el ocaso de éste paseo virtual, producto de haber abierto la tapa del baúl de los recuerdos, me voy a permitir insertar la siguiente estrofa:… AVIADORES UNIDOS, LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES.
 
 
    

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