Me confieso admirador de la
canta criolla, y siempre me ha llamado la atención, lo que expresan los
cantantes o trovadores de la música llanera, cuando se refieren a sus
querencias y los misterios del llano, son expresiones que motivan a cualquier
persona a comprobar lo que a través de la música van dibujando, de cómo son las
cosas del campo, el cual pareciera mas bien algo inexistente que se aprovechan
de la creatividad y versatilidad de la mente, para hacer llegar al espectador
algo muy bonito, un edén diría yo, y nos preguntamos ¿será verdad tanta
belleza? y entre esas pinturas mentales, nos presentan sus paisajes, sus ríos, sus
leyendas y el campo verde acompañados de todos los sonidos que en esas
dimensiones se suscitan, como la sinfónica que los grillos en sus madrigueras y
al compás de la melodías de los sapos y ranas amenizan el silencio nocturno, el
relincho del potro y el bramido de las vacas con sus becerros, y uno que otro
grito que le crispan los nervios al mas pintado. No podían faltar, todos
aquellos fenómenos naturales que se disfrutan en el campo; esa combinación de los
sonidos musicales que producen los instrumentos de cuerda, en complicidad con
lo que el cantante narra a través de sus versos y el ambiente que lo rodea,
llega a internalizarse en el oyente, que hace que se forme una quimera en su
mente y todo lo imagina en el mayor esplendor de la belleza, pero existe una
formula para corroborar, negar o comprobar lo que se nos esta presentando de
una determinada región situada en el campo, ahora ¿Cuál es esa formula? La
repuesta es la presencia personal a fin de constatar ese paisaje con su típica
policromía hechura del arquitecto del universo; a fin de tener los argumentos
suficientes para rebatir o corroborar cualquier comentario a lo anteriormente
narrado. Pasare a narrar lo que decidí un buen día de la semana, recién
graduado en la Escuela de Aviación Militar. Hace unos cincuenta años aproximadamente, tome
la decisión de irme a la propiedad de un
amigo que es poseedor de un fundo en el llano, me dirigía parte de la tierra,
donde nació la novela Doña Bárbara, de la pluma de uno de los escritores que han
nacido en esta tierra de Dios, Don Rómulo Gallegos, no era el Estado Apure adonde me dirigía,
sino al Estado Guarico, específicamente en un lugar del llano, bastante
apartado de la civilización, visitaba la tierra donde nació la familia
Laurentin Ledezma, en cuanto a la visita al fundo del amigo, ya se lo había
prometido y avisado y el, como todo un
buen anfitrión, me esperaba en la casa de su hato, al fin, me propuse a internarme
llano adentro, durante el recorrido,
tuve la gran oportunidad de visitar algunos poblados, que han sido emblemáticos
e importantes para el gentilicio venezolano, entre esos pueblos o mejor dicho
lo que queda de ellos, visite a la población de Ortiz, llamada la Rosa de los
llanos, esta localidad ha dado mucho que hablar, mas que allí se inspiro el
insigne escritor Miguel Otero Silva, para escribir su famosa novela “Casas
muertas” y la odisea de un pueblo que se negaba a morir, por el azote del
paludismo y la hematuria, así como el hambruna que sufrían sus habitantes. En
cuanto a los sitios que visite se puede mencionar a la iglesia del pueblo, muy
bonita y bien mantenida, también la plaza principal, creo que es la única y
luego me fui al cementerio de la época colonial, interesante por la cantidad de
criptas y tumbas allí existente, andaba en busca de algo curioso que me llamara
la atención. Si me llamaron mucho la atención, los escombros de muchas casas
coloniales, que tal vez cuando Ortiz era la Rosa de los llanos, debieron haber
sido bellezas arquitectónica, y a decir verdad es lo único bonito y llamativo
que posee ese pueblito. De todas formas, es interesante visitar el sitio, y
aquellos que hemos leído la novela del insigne escritor, nos permite, formarnos
una idea de cómo era la vida pueblerina
en dicho lugar, lo que no era nada agradable era el inclementes calor, a las
nueve de la mañana parecía un horno. Me sirvió la visita para recordar a varios
personajes de la novela, Casas muertas, a Carmen Rosa, al Padre Pernia y
particularmente a Sebastian quien es la persona que le da entrada a la novela
desde su féretro y comienza la misma a desarrollarse. Comprobé que con la mente
pasa uno a ser parte de ese elenco, se vive y se sienten, la vida del pueblito,
estando conciente, que todo es imaginación.
Continúe mi viaje hacia el fundo, donde
esa noche pernotaría y aprovecharía para vivir en carne propia, lo que tanto había
escuchado en las canciones de la canta criolla, me desvíe en la población de
calabozo y tome rumbo hacia un sitio llamado el paso del caballo, por fin,
llegue a mi destino, rayaban las cuatro de la tarde, el calor sofocante, pero había
tendencia de que refrescara un poco. La recepción por parte de mi amigo fue muy
agradable, mas bien creo que me atropellaban con tantas atenciones, aproveché
para despejarme con un buen baño, el agua nada fría, caliente como si viniera
de un calentador, de allí nos sentamos en unos tures muy cómodos y empezamos la
charla, hablamos hasta por los codos, primera vez que no se hablo de cosas
impropias, ni nada parecido, gracias a Dios. Bien, solo nos conformamos a
tomarnos unos traguitos de whisky y seguir hablando, al poco tiempo como a las
siete de la noche, salio una viejita, la cual, no había notado su presencia en
el fundo, muchacho al fin, me pregunté ¿De donde salió esta vieja? Su vejez en
apariencia, de nombre Sixta y le dijo al amigo, Don Fulano, ya pueden pasar a cenar,
nos fuimos al comedor, la cena, carne seca frita, arroz y arepas, junto con
unas cachapas, queso y nata, unas hallaquitas aliñadas muy sabrosas, o sea la
cena para todos los gustos. La decoración dentro de la gran casona, estaba
conformada de la siguiente manera, una mesa de madera de unos dos metro y medio
de largo y ocho sillas del mismo material de la mesa, bastante pesadas,
tapizadas de cuero o suela, y una
vitrina, que hacia pareja con el resto del comedor, su estilo colonial
venezolano, según me dijo el amigo, todo de madera de caoba y labrado con
motivos muy interesantes, de cuando la época de la independencia, a su
alrededor otros muebles mas pequeños, un aguamanil colonial y dos tinajeros con
dos o tres tinajas de regular tamaño, todo bien mantenido, dos juego de tures
que hacían las veces de recibo, en un rincón de la casa un pilón con sus mazos,
este pilón, también tiene su historia, según me narró, era de una esclava
negra, de nombre Clotilde, y al morir lo dejo en el sitio donde ella pilaba el
maíz para hacer las arepas, al lado del pilón una piedra grande para moler ajos
y otras especies, me recalcó que todos esos muebles tienen su historia. Prácticamente
es un museo en la inmensidad del llano. No dejan de ser interesante, a pesar de que el amigo es viudo, y vive solo
en ese caserón, es la viejita Sixta, según me comentó, la que atiende la casa y
un supuesto empleado de extrema confianza. Este empleado, algo misterioso, que
nunca supe, que hacia y quien era, de paso no me quitaba la vista de encima, juro
que me tenía incomodo, me llamaba mucho la atención la ropa que usaba, una
blusa con una franela por debajo y desteñido de blanco, era amarillo y de
liencillo, unas alpargatas negras gastadas por el tiempo, y usaba una tremenda
panda a la banderola con un sombrero ala caída y la mancha del sudor al comienzo
de la copa del mismo, por supuesto no le podían faltar tres perros dos cacri
criollos y uno mestizo con cara de pocos amigos, con cara de nazi, y nada
amigable con los extraños. Quiero agregar que la bienvenida a las siete de la
noche me la dieron unos zancudos llamados puyones, que se ensañaron con mi
humanidad, el aliciente que me dieron es que eso era hasta las ocho de la
noche, porque al empezar a ventear, ellos desaparecían y así sucedió, pero se
llevaron una buena cuota de mi sangre. Seguimos nuestra tertulia y nada que me decían
donde iba a dormir, pero todo estaba bien planeado, entrada ya la noche como a
las diez hizo acto de aparición la señora Sixta y nos informó, que ya el cuarto
estaba listo, para cuando me quisiera ir a dormir, la señora me indico donde
estaba el baño, al rato regreso la doñita y me pregunto, si prefería colgar, yo le dije no, yo no duermo en hamaca
por que me caigo, no se preocupe que cuando me de sueño me voy a dormir al
cuarto, ella lo aceptó. A pesar de que yo estaba un poco cansado me quede
hablando con el amigo y nos secuestro la noche y la madrugada hasta el amanecer;
al filo de la media noche, le comente los propósitos de mi visita, una, atender
a su invitación y la otra aprovechar mi estadía en esa, para copiar muchas
cosas de las que siempre se comentan en las canciones, me dijo aquí no pagas
nada puedes irte a dormir y mañana continuamos hablando e incluso podría
ensillar dos caballos y hacemos un recorrido por el fundo y así lo conoces
mejor, le dije que si que era una buena idea, le dije, si tienes sueño, vete a
dormir, que no voy a perder esta oportunidad de quedarme disfrutando la noche y
la madrugada. El amigo, se fue a dormir, me arrimé y me senté en la orilla del
corredor, me quede viendo y observando, todo lo que sucedía en esas horas de
nadie, en la oscuridad que reinaba en la llanura, donde en la oscuridad se
reflejan imágenes en la inmensidad de esas tierras inhóspitas, cuando estaba distraído de lo que me rodeaba
en el hato, concentrado y observando
todo a mi alrededor, el veguero, el extraño personaje, que no me quitaba los
ojos de encima, hizo acto de aparición en el corredor, me sorprendió y no dejó
de darme mi susto. Mas en esos parajes plagados de historias de aparecidos y
cosas raras, acompañado
del perro mestizo, “me pregunto… ¿y Ud. No va a dormir?... Le dije que no,
porque quería aprovechar la madrugada observando muchas cosas bonita que tiene
el llano, y que en la ciudad no se ven, me contesto, con un unjumm… así es,
tiene razón… me dijo… si Ud. ve hacia aquel botalón se va da de cuenta que ahí
hay personas que cuidan estas propiedades y lo mismo en aquel morichal también
hay custodios, así que estamos bien cuidaos, por si acaso… le dije pero yo no
las veo… me respondió, ya las vera, mas tarde, porque ellos si nos están viendo… no dije
nada, se sentó en el piso y empezó a fumarse un tabaco, sin articular palabra,
al rato me dijo, yo conozco todos esto parajes y vericuetos, mas cuando estábamos
en la guerra, yo fui soldado sargento del Taita Boves, me pregunto, usted no lo
conoció, le dije… ni siquiera mis abuelos pensaban en nacer, se lo dije retrecheramente…
mas que misterioso, dije para mis adentros este carajo esta loco e´peo, a decir
verdad, me tenia nervioso…el me contestó no se arreché, que aquí no se puede
arrechá…me quedé callado. Una vez que consumió el tabaco, se retiro y me dijo, será
hasta mas tarde señor, le dije amen que así sea; antes de irse le pregunte ¿va
a dormir?... Y me respondió, nosotros los soldados de Boves no dormimos, y si
dormimos lo hacemos con los ojos abierto y de pie, dije internamente,… nosotros,
será el y el perro… y seguí en mi observación, pero no me atrevía a ver hacia
el botalón y menos hacia los morichales,” lo primero en mi observación
fueron las aves nocturnas, las cuales vuelan como si todo estuviera claro,
particularmente los mochuelos y los búhos o lechuzas y uno que otro murciélago,
confieso, que nunca había presenciado un cielo tan espectacular como el que
tuve la oportunidad de ver esa madrugada, por demás fría, como es el llano,
caliente en el día y frías las noches, lo bonito del cielo a esas horas es que esta
totalmente despejado, cubierto de estrella de todas las magnitudes que nos
podamos imaginar. Si oí un ruido raro como lamentos, en la lejanía, me di
cuenta que era el viento que hablaba con los árboles y la naturaleza en
general, ya serian las tres de la mañana cuando ceso de sonar el ruido que
produce el viento en esas soledades, a lo lejos se oyen muchos relinchos de
caballos y el rebuznar de algún burro, así como el bramido de becerros y vacas,
ya cuando el día esta por aparecer, los pájaros forman una algarabía como un
toque de diana dándole los buenos días a el nuevo día que se asoma, a el astro
rey que va apareciendo lentamente, es la bienvenida a un amanecer de mucho
trabajo, los pájaros alegran el ambiente y los pocos vaqueros se preparan para
ordeñar las vacas del fundo. El cielo todavía oscuro, empieza tornarse en un
color morado y el sol que todavía no ha hecho su aparición, tiñe de rojo el
horizonte, al rato una bandada de loros pasan sobre la casa con su escándalo
característico, mas atrás, otros pájaros los secundan como si fueran a una
reunión; me levante del sitio y me fui a caminar por un senderito, me di cuenta
de la compenetración existente entre las matas y florcitas del lugar con el
rocío, da la impresión que son un solo fenómeno. En un momento de observación,
me reencontré con el siniestro personaje, me pregunto… ¿Qué hace por aquí?...
Le dije viendo y observando, me dijo acuérdese que es hora de las culebras,
sobre todo de las mapanares… le di la espalda y me ahuyente del sitio, siempre
pendiente del loquete. Lo que no pudo faltar fue una nube de mosquito de los
llamados culeros, que se le metían a uno por todos lados, son prácticamente un
fastidio, me regrese a la casa y me metí bajo la regadera, con el fin de
espantar el sueño que tenía, por supuesto el agua caliente, nada fría, ya mi
amigo se había levantado y me dio los buenos días, a los pocos minutos el
ambiente fue invadido por el aroma penetrante de un buen café negro y leche
acabada de ordeñar, todo eso se combinaba con una chicharronada y huevos
fritos, las arepas no podían quedarse atrás en aroma, era un motivador de
apetito. La señora Sixta, nos dio luz verde para pasar al comedor y allí
devoramos todo lo que apareció en la mesa, un buen café con leche recién
ordeñada y después nos sentamos en el corredor de la vieja y amplia casona. Tocamos
diferentes tópicos a los pocos minutos, venia un muchacho con dos caballos, uno
zaino y el otro color bayo, el amigo me dijo escoge al que quieras, escogí el
zaino, bastante brioso, lo usaban para coleo, mi amigo me pregunto ¿todavía te
acuerdas cuando eras vago, allá en tu pueblo? le conteste afirmativamente,
bien, hicimos un bonito recorrido por casi todo el fundo hubo una parada en la
orilla del río Guarico, allí presencie los cocodrilos asoleándose y una nube de
zamuro, que sobrevolaban en una zona especifica. Mi amigo me sugirió que nos llegáramos
a ver cual era la razón del sobrevuelo de tales aves de rapiñas, llegamos al sitio
y era la de un becerro que supuestamente murió al momento del parto de la vaca,
la cual todavía merodeaba en el sitio. Bien, con este recorrido y lo que había
presenciado en la casa, me fue suficiente para corroborar muchas cosas y negar
otras en las canciones de la canta criolla, aproveche para echar un
camaroncito, almorzamos y ese mismo día, llego el momento de despedirme, a
decir verdad, cuando me aventure a ir a visitar el amigo llevaba la sana
intención de quedarme una semana, pero algo me decía que regresara lo mas
pronto y particularmente cuando conocí al siniestro personaje,… “pero antes le pregunte a mi amigo, quien
era ese personaje misterioso que todo el tiempo me estaba observando, me
pregunto ¿Cuál personaje? Antes de que yo le respondiera, exclamo… ahhh… ya te
fueron con el cuento, no le pares Juancito, que ese personaje forma parte del
elenco de enigmas patrimonio del llano, y particularmente de este fundo, por
eso es que le puse un nombre de nunca olvidar, ¿ sabes como se llama, verdad? su
nombre, ”Los que se fueron vuelven” en este fundo, lo que se respira es
historia y fábulas, que yo he aprendido a vivir con ellas, el cual hoy día es
de mi propiedad, perteneció durante la guerra de independencia a un canario y
cuando la guerra hizo acto de presencia por estos lados, fue asesinado en aquellos
morichales y ahí dejaron su cuerpo colgando de aquel palo que tu vez allá, y su
cabeza que se la cercenaron la colocaron en aquel horcón, muchas personas dicen
que el sale por estos lados, otros aseguran que han visto un viejo a caballo
que se pierde en el monte, le pregunte… ¿y por que no quitas ese horcón donde
colocaron la cabeza del canario?... Me contesto, no, ni pensarlo, porque eso es
parte de la historia de este fundo, ese personaje tenebroso, por el que tu me
preguntas, fue soldado de Boves, que una buena tarde se apareció por ahí
solicitándome trabajo y llamándome Taita, ahí lo tengo, le pregunte,… como se
llama ese carajo… coño...Juancito, el tiene casi diez años conmigo, pero no se como se llama, yo lo
llamo sargento, yo, en el plano personal no le creía, pero me ha demostrado lo
contrario,… dije para mis adentros, este carajo se volvió loco también, aproveche,
para preguntarle por que el tenebroso me hizo mención de personas que cuidan el
fundo desde aquel morichal y aquel botalón,… el se me quedo viendo, y me dijo,
eso es verdad Juancito, estamos cuidado las veinte y cuatro horas del día,… particularmente,
no le creí nada, pero me ponía a dudar, por la seriedad que me comentaba las
cosas, lo de soldado de Boves por el tiempo que había transcurrido de la muerte
del asturiano, no se lo creí, ya que para esa fecha, hacia 147 años de su
desaparición, me despedí pero antes le
dije a mi amigo, cuídate, que esa vaina que tienes de custodio es un rolo e’
loco, y te va a volver loco a ti también, porque aparte de ser una persona
misteriosa y tenebrosa no se le encuentra entrada por ningún lado, casi no
habla, ya que es casi imposible mantener una conversación con el, y cuando uno
menos lo piensa, hace acto de aparición, parece un verdadero fantasma, me contestó no lo creas Juancito, el es un
hombre bueno, que añora a su Taita Boves, mas de una vez lo he encontrado
llorando en los corrales,” a mi regreso en todo el camino fue pensando en
todo lo que me dijo mi amigo, y me preguntaba, también, ¿la vieja Sixta, no pertenecerá a ese elenco de enigmas? ¿Y mi amigo,
no será otro enigma? sinceramente me
impresiono, y en mis años de vida nunca he dejado de recordarlo, que hasta el
propósito de mi visita y lo que había grabado en mi mente, todo se me olvido,
aun a estas alturas de la vida, no logro descifrar su repuesta, pero me prometí
no volver a ese sitio de supuestos enigmas, deduje, que el llano es una tierra
de misterios, muy bonito e interesante, pero también tiene su parte macabra, y
aunque sea un comentario, este personaje, supuesto soldado sin nombre, del
Taita Boves, es uno de esos enigmas…DE
QUE VUELAN VUELAN.
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