sábado, 17 de agosto de 2013

El origen de mis sobrenombres...


 He comentado en varias oportunidades, que nuestro ingreso a la otrora Escuela de Aviación Militar fue el 25 de septiembre de 1955, día Domingo a las 10:00 horas en la muy querida y bella Ciudad Jardín de Maracay. Ese día nos permitió calibrar si en realidad teníamos el guáramo suficiente para ser portadores del uniforme azul pizarra y las ala  dorada de la aviación militar venezolana. Al día siguiente 26 de septiembre, ya se notaban caras muy alargadas y con los más grandes deseos de coger las de Villadiego, muchos de aquellos que ingresaron por snobismo, fueron los primeros en verter lagrimas de arrepentimiento por la locura que habían cometido, comentarios como…”yo me voy de esta vaina, esto no es conmigo… además aquí vine a volar, no hacer educación física…” Y así muchas expresiones de un gran arrepentimiento. Aunado a estos lamentos, el toque de diana a las cinco de la mañana, cuando mejor estábamos en los brazos de Morfeo, desligado del mundo real, de pronto el zafarrancho de unos ruidos atormentadores que trataban de emular bonitas melodías. Era el momento para que la templanza hiciera acto de presencia en nuestra humanidad, un Brigadier pegando gritos como un desaforado, para que los nuevos saliéramos al baño, hacernos el aseo personal…”cuento diez y llevo tres, no quiero ver nuevos en el dormitorio, llevo tres…” era la canción del Brigadier, y nosotros, murmurando con el compañero de al lado. Llegamos al patio de honor, un Brigadier pelo ensortijado de nombre, Luis León Viana Lama, nos mandaba alto en el patio y allí comenzaba nuestra desorientación, ¿Qué vamos hacer?...oímos cuando grito…en línea de cuatro filas…reunión…preguntábamos al compañero… ¿Qué vaina es eso? Los más aventajados, porque habían estado en un instituto militar nos explicaban sobre la marcha. Ahí a duras penas logramos formarnos, empezó el Brigadier con aquella cara de malo que lo caracterizaba, hacer los correctivos del caso, se asomó a la línea en la cual yo estaba encuadrado y grito…allá nuevo…alinéese….repitió de nuevo…que se alinee nuevo, moco…por último grito y dijo, dirigiéndose a mi…aquel… cerro prendio, le dije que se alineara, o es que es sordo…Me molestó sobre manera el sobre nombre de cerro prendío, pero que podía hacer, y así, me quedé a partir de ese momento.

     Junto al Brigadier Viana Lamas, estaba el Brigadier Rafael Ángel Maestracci Guerra, tambor mayor de la escuela y media como 1.90 mts. Empezó el brigadier a meterse de fila en fila y a muchos bautizó con sobre nombres, a un muchacho buenote del llano, Valle la Pascua lo puso como San Francisco, a mi compañero y amigo, Alberto Gonzáles Amaré lo bautizo como el bobo, porque siempre en formación estaba con la boca abierta, a Gómez González como era chiquito y flaquito lo bautizó como la tarántula, A Ojeda colón lo bautizo como cochino alemán, al negrito Nelson Fuentes Serra lo bautizó como chocolate, y así iba de uno en uno, cuando llego a mi persona, me preguntó… ¿Cómo es su nombre recluta? Y contesté recluta Juan Enrique Laurentin Rojas…me contestó, nooo…recluta a partir de hoy su nombre es Pedro Achutegui, y cuando retiren me busca para que conozca a su papá, así lo hice, una vez retirados de formación, lo busqué, y me llevó al salto de la rana hasta la cocina, ahí busco al Maestro de la cocina, un señor vasco, y le dijo…mira Pedro aquí tienes un nuevo hijo, el maestro se rió de las ocurrencias del brigadier…el se me acercó…y el brigadier me ordenó…pídale la bendición a su nuevo papá, orden que cumplí de inmediato. En los cuatro años que permanecí en la escuela, todos los cadetes antiguos, cuando se dirigían a mi persona, lo hacían llamándome Pedro Achutegui.

     Ya para cerrar la presente información, todos mis compañeros y amigos de promoción, me conocen y llaman por otro remoquete, como es el de “Colorao” esto se debe que cuando era cadete, siempre andaba con la cara roja y la misma me causó en dos oportunidades una sanción de sábado y domingo por que me confundieron con mi compañero López Cordero, ya que ambos siempre andábamos con los cachetes bien colorados, no sabemos si era producto de la hemoglobina o el calor de la bella ciudad jardín de Maracay…NUNCA RECUERDES LOS MOMENTOS DESAGRADABLES PERO RECUERDA SIEMPRE LOS MOMENTO QUE TE HICIERON FELIZ…

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