viernes, 16 de agosto de 2013

Tremendo susto.

Con apenas diez horas de estar volando solo, despegues y aterrizajes, mi instructor el Teniente Rodrigo Pérez Pérez, me instruyó para que saliera a la zona a poner en práctica lo que me había demostrado y enseñado, en el vuelo de entrenamiento  un día antes. Despegué mi avión y me fui a cumplir con lo ordenado, efectué todas las maniobras que me había enseñado el Instructor, menos la de emergencia, porque no estaba permitido que los cadetes la pusiéramos en práctica si andábamos solos. Después que cumplí con la orden dada por mi instructor, y haber puesto en práctica lo enseñado, se me ocurrió la descabellada idea de visitar a mi novia desde el aire y darle un saludito. En vista de que tenía la noviecita en el pueblo de San Joaquín, me salí de la zona y me fui al sur del Lago de Valencia, me elevé a unos 7500 pies de altura, y desde esas altura divisé el pueblo de las panelas, miré el reloj y eran las tres y media de la tarde, mi avión respondía a las mil maravillas, el E-97, viré norte franco y me piqué sobre los 140 mph. Que era la velocidad crucero del avión, el todo era para ganar tiempo y poder regresar sin novedad, llegué a los tres mil pies de altura, abrí la cabina y seguí descendiendo, hasta unos 2000 pies, me enfoque en la calle Bolívar del pueblo, e inicie mi pasaje a todo lo largo de la calle. La noviecita vivía cerca de la plaza, a esa hora no se veía un alma en la calle, viré 180 grados y me regresé a todo lo largo de la calle, si me preocupé, porque había salido mucha gente a ver el avión. El temor, que alguien llamara a la Escuela reportando a un avión siglas tal, haciendo pasajes en el pueblo. Vire hacia el sur y empecé a ganar altura, hasta los cinco mil pies, me fui nuevamente a la zona de trabajo, llegué a Villa de Cura y me regresé para entrar al tráfico, empecé a descender y en una de esas me encontré con un nubarrón negro y no veía absolutamente nada, si noté que mi avión descendía muy rápido y vibraba, la velocidad casi sobre pasaba las 200 mph. Por fin aclaró,  corté motor, empecé a recoger el avión que respondió a las mil maravillas, a decir verdad, no aguantaba las piernas por el descomunal susto. Había volado instrumento sin tener la menor idea lo que era meterse en una nube, fue tanto el susto que en las primeras de cambio, solicité permiso a la Torre de Control de Palo Negro, para aterrizar, en esa Base, permiso que me fue concedido, aterrice en la base, estacioné mi avión, me baje del mismo y me senté debajo de los planos. Algo raro sucedió, que nadie fue a ver que me había sucedido y ¿por que había aterrizado en esa Base estratégica?
     Pasaron los minutos y como a la hora, vi un T-6 que venía aterrizando, el mismo estaba piloteado por mi instructor de vuelo y el Brigadier Miguel Ángel González. Me preguntaron el porque había aterrizado en Palo Negro, y les conté lo sucedido, antes de aterrizar me anduvieron buscando en la laguna, por que suponían que me había estrellado en la misma. El instructor me ordenó el despegue y me regresé a la Escuela de Aviación Militar. O sea que volé instrumental sin querer y saboreé lo que es meterse en un mal tiempo sin conocer del vuelo instrumental…DIOS PROTEGE AL INOCENTE…

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