sábado, 17 de agosto de 2013

historia personal de un sargento de la "Legión Infernal" de Jose Tomas Boves


 

     Mi nombre es Inocencio del Carmen Figueredo, nací el 28 de diciembre de 1794, en las afueras de la población de Cunaviche, o sea veguero de pura cepa, la noche que nací, algo extraño sucedía, porque a pesar de no ser época de lluvia en el llano, se desprendía en la sabana un descomunal palo de agua, con truenos y centellas, vine al mundo ayudado por las manos benditas de una comadre de mi mama, de nombre Paula Osorio, mi mama me contaba que su comadre le decía, que ya yo venia bautizado por las aguas benditas que caían del cielo y la luz que emitían los rayos eran un presagio de que seria alguien muy importante en la vida, así mismo le decía que no se asustara con los truenos porque esa era la música angelical del cielo, regalo de los Ángeles por mi nacimiento, o sea, había fiesta y alegría en el cielo; como mi papa y mama eran un par de negro, bastante altos, y mi papa un negro fornido y musculoso, yo también salí negro feo y bembon, pelo ensortijado, a pesar de todo, las viejas de la época decían que yo era un negro bonito, ya de hombre, me di cuenta que todo era cortesía, mi mama se sentía orgullosa de que dijeran que yo era bonito, mi mama se llamaba Matilda y mi papa se llamaba Casildo, ambos eran esclavos o peones, que para la fecha era igual, en el hato “Las Cenizas;” recuerdo claramente que todos los días de madrugadita, me levantaban y me entregaban un balde y un rejo, para que me familiarizara y aprendiera las labores del llano, empezando por el ordeño, así mismo recuerdo, que tendría como nueve años y mi papa negro, que era amansador de caballos, una mañana como a las seis monto un potro cerrero color zaino, el potro le corcoveo un trecho bien largo y no logro sacárselo de la silla, después que se apeo del potro se dirigió a mi y me dijo:

 -móntese y no lo quiero ver en el suelo.

 Como mi papa negro, era muy jodido, me monte en el potro con el corazón que se me salía por la boca, antes de destapármele los ojos, me pregunto:

-¿esta cagao?, porque si esta cagao lo mando a la cocina con las mujeres a que aprenda a cocinar y no lo quiero ver mas en los corrales- me llene de valor y le dije autoritariamente- destápemelo- lo destapo y el potro me corcoveo con muy malas intenciones, pero no logro zafarme de la silla o mejor dicho el fuste forrado en cuero, desde ese día cuando iban amansar un potro, me daban el privilegio de ser el primero que lo montara, el dueño del hato Don Justino Contreras, un día me llamo y me dijo:

 -negro ahí te tengo un regalito- y llamo a un peón de nombre Agustín y le dijo-, tráigame la vaina que le tengo al negro,- el peón cumplió la orden y me trajo un potro bayo cabo negro con los ojos tapados, de tres años que todavía estaba cerrero, Don Justino me pregunto,- ¿cuando lo va empezar a amansar,?- le conteste,- desde ahorita- al día siguiente lo ensille con los ojos tapados, y lo camine hasta fuera del corral, sabana abierta, me le monte y apenas le destape los ojos, me demostró lo cerrero que era, estuvo a punto de tumbarme, pero me acorde de mi papa negro y le di chaparro hasta el cansancio, por fin dejo de corcovear y me lo lleve a la sabana, lo corrí y lo mantuve caminando como dos horas, con pura rienda, al final me di cuenta que estaba cansado y lo regrese al corral para que tomara agua, lo desensillé y lo solté en el corral con un buen pasto y bastante agua, mi papa negro me pregunto,- como lo vas a bautizar y le dije bueno ya le tengo el nombre, se va a llamar “mira quien viene” logre amansar el potro, que hasta los muchachos del pueblito se montaban, se convirtió en un potro manso al extremo, pero muy brioso, lo entrene para el coleo y daba mucho que hablar, por su forma de ayudar al jinete, y en todas mis aventuras de hombre me acompaño hasta el final.

    En vista de que vivíamos completamente aislado de la civilización, las noticias del resto del país llegaban hasta con tres meses de retardo, solo cuando un pulpero de Calabozo, andaba en sus correrías comprando ganado barato, cuero de reses, pieles de caimán, plumas de garzas y todo aquello que le produjera ganancias para su negocio, era, cuando el nos enteraba de lo que sucedía en el interior del país, este señor pulpero, era una persona que se había ganado el respeto y admiración de los lugareños, lo veíamos como un hombre conocedor de todo y muy trabajador, era un llanero mas, todos los lugareños creíamos que era nativo de la capital, posteriormente, supimos de boca de el mismo, que era español, era un catire pelo rojo, bien sancochado por el sol, y siempre hablaba de negocios y de un abasto que tenia en Calabozo y cuando el salía hacer sus diligencias llano adentro, dejaba encargado del abasto a un indio de nombre Anselmo.

     Con el correr del tiempo, aprendí todos los oficios o faenas del llano, amansar potros cerreros, herrar, curar las reses en la sabana, pastorear las veinte y cuatro horas del día, castrar caballos y toros bravos, ordeñar hasta quince vacas en una mañana, naricear un toro bravo y sacrificar cualquiera res que se necesitaba por enfermedad u otra razón, con un viejo músico del pueblo, aprendí a tocar el arpa y la bandola, instrumento este que me gustaba mas que el arpa, por dos razones, una, es sumamente liviana y la otra porque es una mandolina mas refinada y habla cuando se toca, también aprendí una actividad que era mi gran pasión y que ya de adulto me sirvió para defenderme de los posibles enemigos que se le atravesaban a uno en el camino, gracias a mi papa negro, que me lo enseño, así como todas las otras faena, patrimonio del llano, tierra de nadie.

     Todo esto se inicio, cuando un día domingo me encontraba debajo de un frondoso árbol de merecure, y estaba arreglando un cuchillo para colocarlo en la punta de una vara del mismo árbol, el merecure, con el fin de hacerla una lanza y poder pescar con ella en el río Apure, mi papa negro me contó que el había hecho lo mismo, pero lo que mas le gustaba era alancear venados y chiguires en plena carrera y a caballo, y que yo debería aprender esa destreza porque el estaba seguro que me iba a gustar, lo de la pesca, era una excusa, porque la estaba construyendo para pescar caimanes y sacarle algo de plata con la piel, la cual era muy codiciada por los comerciante que venían de vez en cuando al llano y se llevaban grandes cargamentos de estos rublos.

     Cuando estaba cumpliendo diez y seis años, perdí a mi papa negro, el fue mi maestro y para mi, se me había acabado el mundo, el era mi confesor, y cualquier duda la consultaba con el, que a pesar de ser un papa negro inculto, era una enciclopedia en conocimiento producto de su experiencia, todo lo que aprendí se lo debo a el, pero con su ausencia la vida ya no era igual, mi mama negra, me trataba de consolar y decirme muchas cosas bonita, pero eso no servia para que mi papa negro, regresara adonde se había ido, yo decía que al cielo.

     Cuando salía a sabanear, me iba a la orilla del río Apure y en los bancos de arenas, trataba de alancear a los caimanes, con el propósito señalado, la mayoría de las veces no lograba el éxito deseado, no tenia la puntería ni la destreza requerida para tal actividad, un buen día salí en mi caballo y me prometí, traer un caimán y después de tanta lucha en la orilla del río de lanzar mi lanza a unos caimanes, logre atrapar uno de ciertas dimensiones, lo mas difícil para mi fue sacarlo a la orilla del río y matarlo para quitarle la piel, al fin lo logre, pero me llevo toda la mañana y la tarde en esta actividad, regrese a al rancho bastante cansado por el batallar con el caimán, al día siguiente probé con unos venados, mas difícil todavía, pero al final me volví diestro en esta practica, en mi caballo a toda carrera, cuando perseguía con mi lanza a un venado en plena sabana o un chiguire, era seguro que perdía el combate conmigo.

     Las actividades rutinarias se repetían día tras día, se conocía de los movimientos políticos en la capital del país, Caracas, pero todo era a cuentas gotas, un lunes en la mañana llego al pueblo montado en una mula el español que andaba comprando pieles y ganado, ahí aproveche para sacar unos pesitos por el caimán que había capturado y sacrificado en el río Apure, le preguntamos como andaba la vaina por la capital y el muy emocionado nos contó que pronto Venezuela se sacudiría el yugo español, contento por los acontecimientos del 19 de abril, ahí nos estuvo contando todo lo que había acontecido y después se retiro con la promesa que al regresar nos traería noticias fresquita del acontecer político en la capital, se despidió y se marcho a calabozo.

     Como en Cunaviche no existían las fiestas patronales ni un santo a quien venerar, la gente del pueblo se entusiasmaba y en cualquier mes o semana, preparaban con el apoyo de los hacendados del lugar, unas pequeñas fiestas del pueblo, con sus conjuntos de música llanera, toros coleados y otros evento mas inherentes al llano, eran un parada obligatoria a las actividades del pueblo, las cuales se iniciaban el viernes y terminaban el domingo, el lunes regresaba la rutina y la soledad que caracterizaba al pueblo.

     Un día se apareció por el pueblo un comprador de ganado, quien era llamado caminante, muy amigo del español, como este tenia mucho tiempo sin aparecer por el pueblo, le preguntamos que sabia de su compañero de calabozo, y nos dijo que lo habían hecho preso en San Carlos, actualmente preso en Calabozo, porque estaba de acuerdo con los llamados realistas o sea los que estaban de acuerdo con el Rey de España y de paso le endilgaron que el era un espía de ellos, por lo tanto un juez lo había condenado a la pena capital y todos sus bienes se los habían confiscado, fue condenado a recibir cien latigazos en la plaza delante todo el publico presente, y de paso la población, a la que el ayudaba le quemo la pulpería y le mataron a su empleado, el indio Anselmo, noticia que alarmo a la población, porque tenia fama de buena persona, Inocencio, que era muy allegado a el, lo lamentaba a cada instante.

     Pasaron los meses y una mañana se presento el español, con un tropel de jinetes a caballos, y en la primera casa que paro fue en la de la negra Matilda, la mama negra de Inocencio, pregunto por mí, mi mama negra le dijo que estaba en la sabana recogiéndole un ganado a Don Justino, el español le dijo que me iba a esperar, ella le preparo café y el me espero que yo llegara de la faena, al poco rato  llegando al rancho, me puse algo nervioso, cuando note la cantidad de caballos y el centenar de jinetes acampando en los corrales y los frondosos árboles que adornaban el lugar, me fui acercando lentamente y con un escapulario en la boca, pidiéndole a mi Dios que no fuera nada malo, en una de esas el alma me llego al cuerpo, cuando vi a mi mama negra hablando muy cordial con un personaje, conocido y apreciado por mi, era a quien llamaba el español, apresure la marcha amarre mi caballo en un botalón y corrí al encuentro de mi amigo, que aunque no sabia su nombre de pila, me le acerque y lo abrace con mucho cariño, el me correspondió de igual forma, me narro todo lo que le había sucedido, lo que considere habían cometido con el, la peor injusticia con un ser humano, que lo que hacia era trabajar y dar trabajo, me explico con lujo de detalles, cual era su intención y de paso me pidió que me enrolara a el, ya contaba con diez y ocho años, le prometí que me iría con el hacerle la guerra a los señoritos de Caracas, de paso le pregunte, cual era su nombre, porque yo lo conocía como el español, el me contesto que todos los hombres que conformaban su improvisado ejercito lo llamaban “el Taita Boves” le pregunte si conocía a Don Justino, me dijo que no, y a la vez me pregunto si era una persona de confiar, se lo asegure por sus acciones humanitarias con los pobladores del pueblo, lo invite a que fuéramos a visitarlo y le explicara la razón de su cometido, nos fuimos todo el tropel de jinetes al Hato Las Cenizas, y al llegar estaba Don Justino supervisando un herraje que se estaba efectuando en uno de los corrales, cuando nos vio, salio a nuestro encuentro y después del saludo de rigor, nos invito a pasar al corredor de la casa del hato, allí el “el Taita Boves” le explico con lujo de detalles cual era la razón de su empresa, hacerle la guerra al lado de los realistas a los señoritos de Caracas, Don Justino, muy inteligente aprobó todo lo que le contó el taita, de paso le puso a la orden su hato y le ofreció ayuda económica por si la necesitaba, el hato,  para cuando quisiera a descansar, le pregunto al Taita si habían comido, la repuesta fue negativa, llamo al peón Agustín y le ordeno le matara una res para los soldados y su jefe, diligentemente, todo se cumplió al pie de la letra, lo cual dejo a Boves muy complacido y contento, se despidieron de Don Justino, y allí aprovecho Inocencio, para informarle que a partir de ese momento se encuadraba en el ejercito del Taita.

     Cuenta Inocencio, -Me fui casa de mi mama negra y la abrace, además le conté mi nueva empresa, le dije con lagrimas en los ojos, me voy mama negra, algún día regreso, echeme la bendición que yo jamás la olvidare, la quiero mucho, bendición mama negra, pídale al alma de mi papa negro, que me proteja y cuide, ella no boto ni una lagrima, pero me abrazo tan fuerte que sentí el amor que por mi sentía, al final me dijo, no lloro hijo, porque yo no se llorar, pero de que lo quiero lo quiero, en ese momento, le di la espalda y Salí a encontrarme con mi nueva familia, los soldados del Taita.

     Como Antoñanza había nombrado a el Taita, jefe militar del llano con asiento en Calabozo, aprovecho para planificar su marcha hacia el centro del país, a fin de apoderarse de las principales ciudades de la republica, como la Victoria, Maracay , Valencia y otras pequeñas poblaciones que eran necesarias para ir ganando terreno para su lucha en contra de los patriotas, en vista de la confianza que le tenia a Inocencio, lo nombro su ayudante personal, allí empezaba la vida militar de este humilde muchacho del llano.

     Como su abanderado que yo era del Taita, me entrego una banderola negra con una calavera sobre dos huesos y me dijo eso representa la muerte, cuídela y protéjala, igual que a su vida, al día siguiente iniciamos marcha  hacia el centro del país, confieso que estaba nervioso, pero ya la cartas estaban tiradas y teníamos que esperar que nos iba a deparar el destino, el día estaba algo nublado pero había una brisa que refrescaba el ambiente, “durante la marcha todo era mamadera de gallo, de vez en cuando se la dedicaban a algún soldado, como por ejemplo, decía alguno, -anoche canto la pavita en la pata del palo donde dormía Basilio y hoy amaneció con una cara de muerto que asusta,  y  se le quedaban viendo, otros hablaban de cuando llegaran a tal sitio que iban a descargar sus frustraciones y limitaciones con un tal fulano, todo eran planes, estos comentarios nos ayudaban a recorrer kilómetros sin darnos cuenta que nos estábamos acercando a zonas peligrosa, las cuales estaban tomadas por el enemigo, que eran los patriotas, las ordenes que gritaba el Taita, eran, que no quería a nadie vivo, los heridos había que matarlos de una vez y los prisioneros pasarlos por las armas, también nos decía que no quería ver muertos y herido de su ejercito abandonados en la sabana, teníamos que ayudar a los heridos y enterrar a nuestros muertos, por eso que esas sabanas están llenas de tumbas que no poseen identificación alguna, teníamos que pelear hasta exterminar al ejercito patriota; durante el recorrido, el aroma del ambiente era una combinación, de olor a sudor de los caballos y el sudor de los jinetes, mas la polvareda que levantaban los seis mil jinetes del Taita Boves, faltaba un nuevo ingrediente, como era el olor a sangre fresca y mas aun cuando se secaba bajo los rayos del sol.”

     En la medida que íbamos avanzando oía relato de los soldados y las decisiones del Taita Boves, una de ellas era que a los desertores había que aplicarle la pena capital, ya que el consideraba era una traición a la causa por la cual estaban combatiendo, también me di cuenta que ya habían tenido encuentros con el ejercito republicano y muchos de los presentes ya habían recibido su bautizo de fuego, yo si note que el Taita usaba una guerrera azul, con botones dorados y ciertos ribetes del mismo color, la misma la llevaba abierta y por debajo el pecho al descubierto, la gran mayoría de nosotros vestíamos con un pantalón a media pierna una blusa o el torso completamente descubierto y un sombrero ala ancha, como calzado alpargatas y otros con los pies descalzos.

     El Taita se había separado de Cajigal, quien era el Comandante de los ejércitos españoles en el territorio venezolano, se palpaba en el ambiente que de un momento a otro se activarían las operaciones militares, como en efecto, el Teniente Coronel Antonio Freytes y los Capitanes José Tadeo y José Gregorio Monagas, comandaban una columna patriota y ambos ejércitos se encontraron en Santa María de Ipire, llevando la peor parte del encuentro, la columna Patriota, la cual fue derrotada y diezmada por las hordas del Taita, allí fue cuando me di cuenta de lo que pregonaba el Taita, cuando capturo a varios soldados y oficiales y los paso por las armas, fusilando a los soldados y degollando a los oficiales, los comandantes de esa columna huyeron despavoridos, yo me sentí extraño pero tenia que combatir y hacer una realidad las instrucciones del Taita, tomando parte en el fusilamiento de los soldados; me impresionó lo versátil que era el Taita, así como daba ordenes de cambio de posiciones, atacar a algún flanco del enemigo, palpar la debilidad del adversario en algún lugar de la columna y proceder a concentrar el fuego o las partidas de lanzas en contra de ellos y al final dar el puntillazo final para vencer en el combate, luego aparecía como un soldado mas, sin arrogancia pero si se le notaba la soberbia y el desprecio hacia el enemigo, luego se reunió con todos nosotros y nos felicito y arengo a seguir combatiendo como lo habíamos hecho, nos permitía la individualidad y que cada quien resolviera como lo creía conveniente, una vez en el descanso era de nuevo el Taita Boves.

     Nos permitía el pillaje, así, que en cada población que entrábamos arrasábamos con ellas, las mujeres del pueblo nos pertenecían, y algunas veces se sucedieron violaciones, ante la mirada y conocimiento complaciente del Taita Boves.

       En ese encuentro de Santa María de Ipire me había consagrado como un soldado del Taita Boves, había sido mi bautizo de fuego, fue sangriento y por que no decirlo, de mucho miedo y nerviosismo, pero me conseguí luchando al lado mío un viejo veterano y me dijo o pregunto si estaba nervioso o asustado, le respondí afirmativamente, saco de una mochila que llevaba una botella y me dijo, -que me echara un trago y que no preguntara que era, porque era bastante amargo, sin pensarlo dos veces, seguí sus instrucciones, era bastante amargo y con un sabor no identificable, me llene de valor y le pregunte para que era esa toma, me dijo, para quitar el miedo y esconder los nervios, los resultados fueron positivos,-con el correr del tiempo me informe que todos los soldados veteranos del Taita, tenían en su poder una botella con las tomas, las cuales antes de entrar en combate, se tomaban dos o tres tomas de tan desagradable pócima, la tal combinación era un compuesto de una fruta llamada fruta de burra, aguardiente claro, y una buena cantidad razonable de pólvora, dos o tres cartuchos de Mauser, y un poquito de pimienta, yo no me podía quedar atrás y me conseguí una botella de aguardiente, el resto de los ingredientes y procedí a preparar mi Tate Quieto, como lo llamaban los soldados del Taita.

     El Taita, era un hombre mas que tranquilo, devoto de San Cayetano, a quien todas las noches le ofrecía una vela y si no la tenia a la mano, prendía una hoguera en la sabana, con la orden a un soldado que se la mantuviera encendida toda la noche y madrugada.

   Después del combate de Santa María de Ipire, el Coronel Tomas Montilla, fue enviado por el Libertador Simon Bolívar, hacia Calabozo con la orden de destruir al ejercito del Taita, con unos seiscientos hombres, comandados por el Capitán Manuel Cabrera, pero el 23 de septiembre de 1813, el enviado por el Coronel Montilla, fue deshecho en el combate de Santa Catalina, por las tropas del Taita, una vez que los patriotas conocieron la debacle del ejercito de Montilla, se nombro por ordenes del Libertador al Coronel Campos Elías, con 1500 hombres a caballo y 1000 hombres de infantería,  para que destruyera a Boves en Calabozo-Cuenta Inocencio-que ellos poseían 500 infantes y 1000 jinetes, en cuya fuerza estaba yo, el Taita cuando supo el avance del Coronel Campos Elías, que de paso era su paisano, avanzo en contra de el, Campos Elías había derrotado una partida del ejercito realista en el Sombrero y el Calvario, y seguía triunfante hacia Calabozo, entre tanto los nervios me estaban golpeando, al extremo que no me acordaba del Tate Quieto, cuando vi a un soldado sacar la botella y tomarse un trago, no me quedo mas remedio que imitarlo, el 14 de octubre de 1813, ambos jefes militares se encontraron en la llanura de Mosquiteros, y se inicio un combate encarnizado, recuerdo que el combate era favorable a nosotros, pero no se que le paso al Taita, quien era un estratega, por un error táctico,  permitió que la lucha se inclinara a favor del Coronel Campos Elías el desastre de nuestro ejercito fue total, mas la matanza que llevo a efecto el Coronel Campos Elías fue bárbara, el Taita al ver su fracaso, ordeno la retirada dejando en el campo de batalla, mas del setenta y cinco por ciento de nuestro ejercito, la dirección que tomamos fue hacia el río Apure, a parecer esta derrota nos sirvió para que surgiéramos mas poderosos y potentes que nunca.

       En el mes de noviembre, cuando las aguas se alejaron, el Taita se encargo de amansar los caballos cerreros y entrenar a los nuevos reclutas, así como a los voluntarios, en nuestras filas, teníamos desde vegueros, peones, esclavos, reclutados en los diferentes hatos y pueblos, negros, sambos como yo, es de hacer notar que fueron muy poco los casos de rebeldía a plegarse a la causa que estaba llevando el Taita, era del conocimiento que aquellos que se rebelaban a el guerrero, pagaban muy caro su rebeldía, con la muerte, dentro de nuestras filas contábamos con dos médicos y tres enfermeros así con un consejero espiritual y un sacerdote, cada vez que llegábamos a un caserío aprovechábamos las boticas para abastecernos de medicina y curas en caso de heridas, y otros implementos quirúrgicos.

     La guarnición de Calabozo, había quedado desguarnecida, ya que bajo el comando del Coronel Campos Elías, se habían desplazado cerca de Araure para la batalla que se iba llevar a cabo en Araure, la guarnición de Calabozo se la dejo al Coronel Aldao, mientras tanto el Taita conociendo la situación de la guarnición, se concentro con su poderoso ejercito al sur de calabozo, mas cuando se le unió quien iba a ser su segundo, el Coronel Francisco Tomas Morales, aumentando su ejercito en 3500 jinetes y 500 hombres de infantería, el Coronel Aldao al tener conocimiento de la concentración del Taita al sur de Calabozo, salio a enfrentarlo con solo 1000 hombres, los cuales fueron aniquilados en San Marcos, el Coronel Aldao, huyo hacia la Puerta, un oficial fue capturado y llevado a presencia del Taita, este lo recibió muy cordialmente y lo invito a que compartiera el almuerzo con el, invitación que acepto el oficial, una vez que almorzaron bajo la sombra de una hermandad una cortesía nunca vista, pidió brindar por la batalla que habían librado en San Marcos, una vez terminado el brindis, el Taita se dirigió a mi persona y en alta voz, delante todos los presentes, me ordeno que matara al oficial en presencia de todos, una vez muerto lo decapitara y colocara su cabeza en un horcon, para que los señoritos de Caracas se dieran cuenta que esa vaina no era juego, que era una guerra de exterminio de vida o muerte, en un horcon, la coloque a la entrada de Calabozo, orden que cumplí al pie de la letra, el Taita, se levanto de la mesa y me felicito públicamente, me dijo que me hacia merecedor a un ascenso y en ese momento me ascendió Sargento segundo de la Legión Infernal, nombre con que bautizo su ejercito ese mismo día, a la vez participo, que a partir de ese momento, La Legión Infernal, portaría tres Banderolas, una negra con una carabela al centro la cual significaba muerte, a esta se agregarían dos mas una banderola roja que significaba sangre y la bandera de España, a la vez nos confió, que el combatía solo, no le interesaba el Gobierno español ni el Rey, ni nadie, su interés era aniquilar y destruir el Ejercito patriota y que una vez logrado su cometido, buscar el exterminio del Ejercito español, y así tener a la provincia de Venezuela bajo su poder y llegar a ser su libertador, de igual forma, ese día, bautizo a su caballo, con el nombre de Atinoo, un caballo negro bastante alto, sobre el cual resaltaba la imponente figura de el Taita Boves.

     A decir la verdad, el Taita todos los días nos asombraba con cada una de las acciones y cosas que hacia, pero con todas sus extravagancias lo apreciábamos y admirábamos, así como tratábamos de imitarlo en su comportamiento.

     El ejército del Taita Boves, contaba con 5000 jinetes y 2000 infantes, así como una artillería metódicamente organizada, ese imponente ejército del Taita, impresiono a los republicanos, ya que jamás una fuerza militar tan potente, había pisado suelo de la patria; por su parte el Libertador logro formar un ejercito de 3000 hombres al mando del Coronel Campos Elías, con la orden de oponérsele al Taita y buscar su destrucción.

     Esta capacidad de organización y hacedor de ejércitos, preocupaba a los patriotas, ya que no se explicaban cual era la formula del Taita Boves, para conformar ejércitos numerosos en tan pocos días, después de una derrota, mientras los libertadores a duras penas lograban unos tres mil hombres, el Taita Boves de la noche a la mañana conformaba un ejercito o montoneras de cinco y siete mil hombres, su ejercito se multiplicaba, llego a comandar un ejercito de doce mil hombres, entre infantes y caballería

      El Taita ordena el avance hacia el centro del país, ocupando el 25 de enero la población de San Juan de los Morros, el 3 de febrero, llega a Villa de Cura, donde hizo estrago en la población, sobre todo con aquellos que se refugiaron en la iglesia, pasando por las armas al cura del pueblo y alanceando a los habitantes que fueron capturados, una vez hecho y cometido todos los desmanes posibles, el 3 de febrero llega a la puerta, y cuando se da cuenta que es el Coronel Campos Elías, quien comanda el ejercito del Libertador, me dice,“que le pasa a este españolito de mierda, es que no escarmentó desde la ultima vez que nos encontramos, hoy la lección va a ser mas dura y ejemplar”.

     La batalla fue más recia y más violenta que la de Mosquiteros, la supremacía del ejército del Taita más su habilidad táctica, fue lo que decidió la batalla a favor del ejército del Taita.

     La Legión infernal después de la batalla, aniquilo todo lo que encontraba en su camino, después de esta batalla no existía ningún obstáculo para la marcha triunfal a Caracas.

     Recuerdo claramente, la petición de piedad de los sobrevivientes, esa batalla fue una de la mas sangrienta en la cual haya participado, en el campo de batalla, habían quedado unos tres mil cadáveres republicanos, no niego que tome parte en varias ejecuciones, pero como estábamos embriagado con los triunfo obtenidos mas las motivaciones del Taita, para nosotros era un disfrute, era una fiesta pagana, de la cual éramos protagonistas, recogimos muchas armas, y cartuchos así como guerreras y correajes de los muertos y moribundos, todos los cadáveres quedaron en el campo de batalla completamente desnudos y sin calzado, ya que era la única forma de adquirir botas, zapatos y todo aquello que nos cubriera los pies; dentro de los prisioneros, que iban al matadero, se capturo al Coronel Jalon, quien fue invitado por el Taita a compartir con el una comida,  el Coronel comió muy poco, y el Taita, le pregunto, -“¿Qué pasa coronel, no le gusta la comida que he preparado en su honor?” -Y el Coronel le contesto, arrogantemente, -“no es eso Comandante, lo que no me gusta es el postre que me van a servir al final”  la repuesta fue, porque los republicano sabían, lo que el Taita estilaba con los oficiales que tomaba como prisioneros, los tomaba como invitados de honor y al final pagaban con su vida.

     Y así era la dinámica de las batallas que el Taita dirigió y comando, con su valor y destrezas, le insuflaba a cada uno de nosotros ganas de combatir, no existía miedo, nuestra visión era la victoria, la palabra derrota no estaba en nuestras mentes; en algunas batallas fuimos derrotados, como en la Victoria, en San Mateo y otras, pero en la gran mayoría poníamos a correr a los señoritos de Caracas, recuerdo que cuando llegamos a Valencia, nos presentaron una resistencia que duro varios días, al final cedieron, cuando entramos a la ciudad, la matanza nocturna fue ejemplar, para todos aquellos que se le oponían al Taita, reconozco que nos excedimos en arbitrariedades pero era un guerra a muerte, los Republicanos y la Legión Infernal, pero hay que tener claro que de igual forma como se cometieron matanzas por parte de las tropas del Taita, así mismo se cometieron matanzas en el lado republicano, no eran ningunos niños de pecho.

     Por ordenes expresas del Libertador Simon Bolívar, degollaron en tres días a ochocientos españoles en la guaira, entre los que se encontraban, hombres, mujeres y algunos niños, solo con el propósito de frenar las matanzas del Taita Boves, pero a el no le importaba lo que hacían los republicanos, solo, pagaba con la misma moneda.

     Después del sitio de la ciudad de Valencia, el Taita se dirigió a Oriente, pero antes quería doblegar a Caracas, lo logro, al final llego a Cumana, Barcelona donde los Republicanos pagaron una cuota muy cara en las batallas que enfrentaron con el Taita, la ultima fue en la sabana de Úrica,  su ejercito poderoso e invencible, le infringió una vergonzosa derrota a las filas republicanas, el ejercito republicanos era comandado por Rivas, Bermúdez, Piar, Monagas, Cedeño y Zaraza, el 5 de diciembre de 1814, hicimos acto de presencia en la sabana de Úrica, el Taita que era un gran observador de los Comandantes del ejercito patriota, visualizo los seis comandantes presentes en el ejercito opositor, y solo comento, “allá están todos esperándome, presente esta Zaraza, mi ex amigo, hoy o se acaba la Bovera o se acaba la Zaracera, yo se que Zaraza me tiene miedo y va hacer lo posible y lo imposible, para liquidarme, pero le tengo su medicina para hoy” una vez dicho esto, ordeno al ataque a las posiciones patriota, la batalla fue encarnizada, muy similar a la de la puerta, el Taita de combatir como un soldado mas, en uno de los ataques, a la caballería republicana, cayo mal herido de un lanzazo que le proporciono su ex amigo Zaraza, lo recogimos del sitio, y lo apartamos del grueso de la batalla a la hora murió dejando nuestras Legión Infernal sin un líder como el Taita, luchamos para vengar la muerte de nuestro Taita, al final, habíamos ganado la Batalla de Úrica, vengamos su muerte, con una matanza sin igual, poco a poco nos fuimos replegando del sitio, al día siguiente, le dimos cristiana sepultura al Taita Boves, lo sentimos y lloramos, ya no era igual, cada uno de nosotros nos fuimos replegando a nuestro sitio de origen, muy tristes, melancólicos, llorosos, mas cuando habíamos de atravesar algún sitio donde combatimos con el, se hizo querer, y respetar, con los amigos y enemigos, fue un hacedor de ejércitos, ningún patriota se le asemejaba en su proceder, valentía, arrojo, lealtad y todos esos atributos que todo líder debe poseer.

     Una característica del Taita Boves, que en las batallas que comandaba, hacia que nosotros la sintiéramos como una fiesta, era una diversión, a pesar de los olores que brotaban del fragor de la contienda, olor a sudor de humanos, olor a sudor de las bestias, la sangre que se derramaba por hacer lo mejor, la savia de las matas que se partían al paso de los caballos era un fiesta con sus fragancias muy particulares, era un aroma muy particular.

     Teníamos que aceptar, que ya nuestro líder, no existía, solo nos quedaba recordarlo como un excelente conductor, un excelente Comandante de Ejércitos, para nosotros la guerra de exterminio, había llegado a su fin, cada uno de nosotros, aquellos que habíamos dejado nuestros hogares y querencias para luchar por Venezuela, regresamos a nuestros sitios de origen, pero la verdad es que ya no era igual, nos acostumbramos tanto a la guerra que nos hacia falta ese ingrediente en nuestra vida; hacia dos años y medio que había abandonado a mi mama negra, y el corazón se me salía por la boca de la emoción en querer verla de nuevo, en abrazarla, besarla y compartir sus conversas con ella, en la sabana, vi mi rancho a lo lejos, las lagrimas, seria de alegría, me brotaron de los ojos, al fin me acerque temerosamente, como presagiando algo grave, cuando de pronto en la pata de un árbol de mata palo, vi una viejita negra cargando agua, mi corazón me dijo, ahí tienes a tu vieja, que te espera todos los días, aligere mi caballo y el primer botalón que conseguí lo amarre, me baje y salí al encuentro de mi mama negra, ella muy distraída en su faena, no se había dado cuenta de mi llegada, cuando me vio, se le alumbraron los ojos, note la gran alegría por verme nuevamente al lado de ella, me colmo de mimos y abrazos muy amorosa y yo le correspondí de igual forma, ese día estuvimos hablando de todo, me informo del deceso de Don Justino, el dueño del Hato Las Cenizas, por supuesto que no tuve valor para contarle las fechorías que cometíamos al final de cada batalla y mas si habíamos sido triunfadores, recuerdo que me pregunto insistentemente, -¿Y cuando regresa mijo?Le decía no se, algún día, mama negra, algún día.”- Ese algún día, nunca llegaba, nos habíamos acostumbrado tanto al fragor de las batallas, que se hicieron parte de nuestra vida cotidiana, nos hacia falta; una tarde estaba con unos amigos, en la puerta de un corral del hato Las cenizas, y llego corriendo un negro sambo de nombre Encarnación, y nos dijo que tenia una buena noticia para todos, la noticia era, que el Taita Boves, había resucitado, y andaba buscando a los que habían integrado su Legión Infernal, todos nos vimos la cara y le preguntamos con mamadera de gallo, -“nojoda negro, ¿Cuántas botellas de guarapita te jartastes, pa veni a habla guevonadas?” Y el contesto: -“noo, es la purita verdad, mañana en la placita del pueblo, va tené una reunión con to... el que quiera dir.” Todos dijimos al unísono, bueno vamos, que no vamos a perdé na, allá estaremos a ver el Taita resucitao”-  Muy temprano en la mañana, nos fuimos a la placita del pueblo, que no era mas que un corralón vacío, con algunos árboles que daban sombras y unos troncos que fungían como bancos, bien llegamos al sitio, con mas curiosidad que interés, allí estaba el Taita Boves resucitado, hablando muy ameno con algunos pobladores, al llegar la gran mayoría de curiosos, le explico su propósito, si notábamos que era por su forma de expresarse, un llanero llanerito, con la misma corpulencia del Taita Boves, pelo amarillo ensortijado y el hombre era muy convincente en lo que decía, algunos de nosotros, nos ofrecimos a acompañarlo en su empresa, con la condición de retirarnos de su lado cuando lo deseábamos, lo cual acepto nuestra proposición, en una semana, había agrupado y reunido unos mil voluntarios, algo que nos agrado a todos, fue que nos dijo que las insignias y banderolas que usábamos cuando éramos integrantes de la Legión Infernal, podíamos seguir usándolas, la punta de la lanza con la banderola negra y la calavera que significaba muerte.

     También nos informo que el nombre de Legión Infernal, seria cambiado por otro nombre, por respeto a su creador, y que a partir de ese momento, el nombre de su nuevo ejército, seria llamado “Batallón Bravos de Apure.”      Resulta ser que el nombre del nuevo Taita Boves, era el General José Antonio Páez, de quien habíamos tenido referencias de boca del mismo Taita Boves.

     Con el nuevo Taita Boves, tuvimos participación muy activa con un ejercito completamente diferente al de los señoritos de Caracas, era directamente con el ejercito español, comandados por oficiales españoles, entre esas batallas tomamos parte en el Yagual, las Queseras del medio, Mantecal y otras que fueron muy importantes, que nos permitió conocer y calibrar las destrezas y valentías del nuevo Taita Boves, era un gran guerrero, y excelente conductor prácticamente era una copia al carbón del Taita Boves.

     En el grupo que conformamos con el nuevo Taita Boves, me encontré con muchos compañeros, que habían integrado a la Legión Infernal, siempre formábamos nuestras tertulias, los cuento y anécdotas que no podían faltar, con Pedro Camejo, blinde una gran amistad, lo conocí cuando integraba la Legión Infernal y luego a lo largo de la campaña militar con el nuevo Taita Boves; el negro Pedro Camejo, murió en Carabobo, lo llamábamos Negro primero, porque el bendito negro bembon, aparte de ser buena rienda y buena gente, era muy pretencioso, nos contaba que el sobrenombre de Negro primero era porque que se debía que delante de el la cabeza de su caballo y que mas nadie lo superaba, es verdad era valiente el negro, consentido y mimado por el nuevo Taita Boves.

     Con el nuevo Taita Boves, tomamos parte en muchas batallas, en contra del ejercito español, los realistas, la ultima batalla en la cual tome parte activa, fue en la celebre Batalla de Carabobo, donde en una hora destrozamos e hicimos huir a los realistas, allí en el fragor de la batalla, con el Batallón Burgos, recibí un tiro en una pierna y un lanzazo en un brazo, fue desgarrador, creía que me moría, mas cuando me informaron que el tétano  estaba rondando mi vida y que era muy probable que muriera en cuarenta y ocho horas, me llene de mucho valor a esperar que apareciera de un momento a otro la muerte, pero empecé a recuperarme lentamente y logre salvarme de ese duro golpe.

     Para nosotros, los que habíamos sido soldados del Taita Boves, se nos hacia muy difícil llamar a el General Páez, Taita Páez, y el lo sabia y comprendía, eso no le restaba los atributos que el Nuevo Taita Boves, poseía, para nosotros el Taita Boves, había reencarnado en vida, en la persona del General José Antonio Páez y en cada batalla lo demostraba, poseía sus rasgos de sanguinario, pero no tan exagerado como el verdadero Taita Boves; llego el momento de abandonar las armas, ya con un territorio medianamente libre y sin peligro, con lagrimas en los ojos, me despedí de todos mis compañeros de lucha y de todos mis comandantes así como del Taita Páez, ya estaba cansado, mis mejores años de la juventud los había pasado de batalla en batalla, todos los días creía que ese era mi ultimo día con vida, así como otros, tuve la gran suerte, gracias a mi Diosito, que me permitió salir airoso en todos los lances en los cuales me vi envuelto y tome parte.

     Desamarre mi caballo, y me dirigí a mi rancho a cuidar a mi mama negra, y ayudarla en los quehaceres del hogar, necesitaba descansar igual que mi noble caballo, “mira quien viene,” también quería formar un hogar, tener mis hijos bembones y narices chata como yo, sentir y conocer lo tanto que se debe querer un hijo,  empecé a soñar y recordar despierto por todas las cosas por las que pasé, observaba las bellezas naturales que nos brindaba el llano, sobre todo los atardeceres, los ríos y la tupida vegetación en la sabana, sus animales y en todo el trayecto de mi regreso a mi rancho, me convencí que existen muchas cosa bonitas e interesantes mucho mejor que ver cadáveres en una sabana, producto de los barbarie de los hombres, y la bandadas de zamuros alimentándose con los cadáveres de algún soldado. Me fui hundiendo en la inmensidad de la sabana, y solo mi figura, en ese paraíso natural, contrastaba conmigo, pequeño punto en el horizonte de la infinita sabana, que me iba alejando lentamente, pero muy lentamente, acompañado solamente por las imágenes mentales ya pasadas, mi sombra que no me abandonaba, algunas veces estaba delante de mi otras, bien a un lado o atrás, con los recuerdos que me habían dejado las batallas en las cuales tome parte, me di cuenta que era un humano que me dirigía a mi hogar donde mi mama negra me esperaba todos los días, arrodillarme a la orilla de la tumba de mi papa negro y darle las gracias por protegerme a mi y a mi mama negra. Seguí, seguí, seguí, hasta perderme de la vista de los demás mortales, en complicidad con la curvatura de la madre tierra, era yo, Sargento de la Legión Infernal de José Tomas Boves, Inocencio del Carmen Figueredo.

 
AUTOR: JUAN ENRIQUE LAURENTIN ROJAS.-
 

  NOTA: El presente relato con características de cuento o anécdota, ha sido producto de la inventiva, versatilidad de la mente y creación del autor, pero, no es de extrañar que en dicho relato, existan muchas realidades las cuales acontecieron tal o peor como se narran   

 

 

VALENCIA 23 DE MARZO 2013.

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