viernes, 16 de agosto de 2013

Recuerdo de una serenata madrugadora.

Existe un decir popular que reza lo siguiente: “Nunca se sabe por donde va a saltar la liebre” y es propicia ésta historia aventurera, sucedida en el mes de agosto del año 1953, en plena dictadura militar, y recordar lo que en una de esas madrugadas frías y con un cielo despejado, donde el astro de la noche y los infinitos faros del universo, las estrella y los luceros, se ponían de acuerdo con los serenateros, para que pudiesen expresar el gran amor y amistad que alguno de ellos, sentía por alguna de las muchachas de la pequeña y floreciente ciudad o mejor dicho el pequeño pueblo que poco a poco se estaba convirtiendo en ciudad, los preparativos llenos de emoción y alegría, invadía el espíritu de los tres protagonistas que al pie de una ventana, esbozarían y verterían la pasión interna que alojaba el espíritu aventurero de un corazón enamorado, bohemios al fin, ya que el espíritu de libertad y aventura se apoderaban e invadían las fibras mas recónditas de su ser, pero no eran sino trovadores, que habían decidido llevar al pie de una ventana o balcón, un poema musical convertido en canción; los preparativos para cumplir con el cometido, se iniciaba con la afinación de las guitarras y el consabido reproche de uno de ellos a otro de los serenateros, por alguna u otra razón, aparte de los reproches o indicaciones para iniciar el cometido, recomendaban la buena presencia y la solución a los problemas físicos, a fin de que en el momento de la serenata, no se desviara la inspiración, se podría decir que era toda una logística, nada se improvisaba ya que esa operación era muy bien planificada, entre esas planificaciones estaba el número de canciones a ser interpretadas y cuales se vocalizarían de acuerdo a la joven a quien se le iba a dedicar la misma, entre ellas, si era una relación de amistad, de atracción o un noviazgo ya establecida o si se estaba tratando de conquistar la su sodicha, y no podía  faltar el despecho por una ruptura en el idilio; al inicio de este recuento, se mencionó el pequeño pueblo que a pasos agigantados se iba transformando en ciudad, he considerado, poner en ambiente a los lectores y hacer una pequeña radiografía del pueblo mencionado, del occidente del país, hoy día es la capital de Estado Yaracuy, San Felipe, a pesar de que era una capital de Estado, su mentalidad era de pueblo y el ambiente de provincia, en el mismo habitaban familias de connotadas reputación, un alto lote de profesionales galardonaban nuestro sitio, o sea el pueblo capital, existían sitios emblemáticos, como el barrio Independencia, la plaza Bolívar, el Playón con su piscina muy bien mantenida, el Hotel Valle Verde, al frente de la Plaza Bolívar inaugurado el año de 1953 por el General Marcos Pérez Jiménez, siendo Presidente de la republica, en la parte sur del pueblo capital, los restos de otrora San Felipe el fuerte, y cerca, la placita Miranda, refugio de los estudiantes del único centro de estudios de bachillerato,  el Liceo Arístides Rojas, el cual estaba situado entre la sexta avenida y la séptima avenida, en la hoy día, Avenida la Patria, al frente de la Gobernación del Estado, la Escuela Normal, casa de estudio de las damitas de la época, cuya vocación era el de ser maestras, y en la quinta avenida el Parque Junín; por supuesto que no es la intención hacer un recuento de San Felipe como era, sino formar una idea en el sitio donde se desarrollarían estos eventos serenateros.
     Regresando al sitio de partida, donde se encuentran los trovadores, si es que se pueden llamar así, establecieron de una vez por donde iban a empezar el recorrido serenatero, a la vez ya habían seleccionado cuales divas iban a ser las afortunadas de recibir las notas de las guitarras enamoradas y acariciarse el oído con la voz cantarina del poeta nocturno, un trío, donde cada uno hacía su carta de presentación, con la poesía musical que le tocaría interpretar ,era la una de la madrugada e iniciaron el recorrido de este a oeste por la sexta avenida, el silencio sepulcral era la orden del día, solo las pisadas prudentes de los integrantes del trío era lo que medianamente rompía la paz y la mudez del momento, pasaron frente al cine Yara y siguieron su rumbo a buscar la primera afortunada; en las orillas de la edificación, que servía de mercado libre, un bulto bastante grande se veía en la puerta del edificio, al indagar de que se trataba el bulto, se dieron cuenta que era el de uno de los personajes populares del pueblo, que por nombre le decían “el peón Alcina” el cual dormía placidamente sobre unos cartones, no está demás agregar, que este personaje, ayudaba en el mercado a descargar los camiones que venían de diferentes latitudes a ofrecer sus productos a los clientes del mercado, se caracterizaba porque era un hombre muy rudo y con una fuerza descomunal, si hoy estuviese vivo, tal vez lo llamarían “Hulk;”  nuestros personajes, continuaron su recorrido y al llegar a una de las casas de las afortunadas, esbozaron sus primeras expresiones a través del canto, la recompensa no se hizo esperar, porque al termino de esa prueba de fuego, se abrió el postigo de la pequeña ventana de madera y recibieron como recompensa las gracias y una sonrisa madrugadora, ya para despedirse, le entregaron otro poema musical, pero con la presencia de la damita asomada en el postigo y detrás de ella la matrona de la casa, se despidieron y se retiraron contentos y conformes, por la aceptación que tuvieron en el primer acto, es de suponer que para aliviar la brisa fría que se deslizaba lentamente a todo lo largo y ancho e la calle, no podía faltar la eterna compañera de licor que les minimizaba el frío reinante, producto de la brisa presente, los trovadores siguieron su recorrido intercambiando opiniones referente a la primera interpretación, entre ellos mismo se daban el animo que en ese momento necesitaban para en la próxima hacerlo mejor y ser mas románticos; como en efecto, llegaron a la segunda casa en la cual estregarían sus poemas musicales, aquí en ésta vivienda, habitaba una damita la cual había sido novia de uno de los trovadores, el con el empeño y porfía de reconquistarla, inició la entrega de su canción, para ellos, a pesar de haber entregado unas tres canciones, no recibieron ni siquiera el destello de una luz interna, encendida en el interior de la casa, se retiraron asumiendo que no había nadie en la casa, pero el yo interno del reconquistador, se encontraba bastante golpeado anímicamente, esto no los amilanó y siguieron su ruta para cumplir con lo establecido, ya que consideraban una cuestión de honor lo que se habían propuesto y no podían perder el tiempo ya invertido, una tercera casa donde estaba galardonada con tres bellas niñas, las cuales eran un colirio para los ojos del sexo opuesto, sus nombres Celina, Esperanza y Gloria, allí se recuperaron anímicamente, porque al cerrar con la ultima canción, se abrió la puerta de la casona y salió todo el grupo familiar agradecerles tal deferencia, hasta el viejo de la casa les dio las gracias, de paso los detuvo por breves minutos y empezó a narrarles sus aventuras de cuando muchacho, llegó el momento a seguir con sus rondas de canciones, en la cuarta casa le dedicaron esta melodías a una señora viuda de nombre Alba, esta dama les agradeció la alegría que le insuflaron con tales poemas musicales, la razón de haber sido ella la seleccionada para recibir las bondades de esos poemas musicales, es que su esposo en vida fue un famoso serenatero y ella fue conquistada, cuando las notas de la guitarra y su melodiosa voz, expresada por ese trovador errante en las calles del pequeño pueblo, atravesaban las rendijas de la ventana de la habitación donde ella dormía, todo serenatero, le rendía culto a lo que el fue y el legado que dejó, con razón Doña Alba siempre disfrutaba de los poemas musicales de éstos trovadores, su esposo fue el decano de estos hombres románticos de la época, que desafiaban el frío madrugador por el solo hecho de adornar con una melodía el frente de una casa, al pie de una ventana o balcón.
     En el recorrido que efectuaban, los comentarios no se hacían esperar, unos de criticas otros de cuestionamientos y todo tipo de temas, razón por la cual ya se les iban pasando las horas y todavía tenían un lote de casas que visitar con sus canciones, algo que a ellos les preocupaba, porque se estaban dando cuenta que el tiempo era muy corto, la solución que esbozaban era que si no completaban la ronda de canciones en las casa señaladas, la terminarían al día siguiente o mejor dicho la madrugada siguiente, de todas formas era la madrugada del sábado, podían recuperarse y salir de nuevo en la madrugada del domingo, ésta conversación los impulsó a seguir adelante y buscar la próxima casa, ya era la número cinco, la hora era cerca de las tres de la mañana y veían que no iban a cumplir con lo planificado, llegaron a la casa seleccionada, allí rasgaron las cuerdas de sus guitarras y en trío, iniciaron la primera canción, la cual fue opacada por los ladridos de dos perros que se encontraban en el jardín y eran custodios de la casa seleccionada, luego intentaron con la segunda, pero los perros no dejaban de ladrar y cuando iban a iniciar la tercera, ya para retirarse, notaron  el destello de una luz en el interior de la vivienda, posteriormente se abrió la puerta principal y de ella salió un señor bastante mayor para agradecerle la serenata,  a la vez informarles que el estaba solo en la casa porque la niña se había ido a Caracas a casa de unos primos que celebraban unos quince años, ellos se rieron de lo ocurrido aunque no pudieron ocultar su decepción, continuaron su rumbo de acuerdo a lo anteriormente planificado, llegaron a el Parque Junín y allí, se detuvieron por breves minutos, aprovecharon la sombra de los árboles para descargar la vejiga y luego continuar en la búsqueda de la próxima afortunada damita, entre las sombras de los centenarios árboles, apareció una mujer con signos de estar bastante tomada ya que casi no podía mantenerse en pie, les exigió que le dedicaran una canción que a ella le gustaba mucho y la hacia llorar, desgraciadamente para ella, no la pudieron complacer, porque no se sabían la letra y nunca la habían oído, se disculparon con la mujer e iniciaron su recorrido, por supuesto que no se retiraron lisos, porque la mujer en cuestión, les dijo todo tipo de improperios bien cargados de obscenidades; subieron hacia el Barrio Obrero y empezaron a buscar la dirección de la casa donde el día anterior se habían comprometido a ofrecerles unas canciones a una damita que había llegado de la capital, al fin consiguieron la dirección que buscaban y empezaron afinar sus instrumentos o sea las guitarras y a escoger la canción con la cual iniciarían la cita, una vez que estaban listo para iniciar lo prometido, notaron un automóvil que se acercaba lentamente hacia ellos, no le dieron importancia, ya que era común los curiosos en automóvil que se detenían a oír las serenatas, el carro en cuestión se detuvo al frente de ellos, y los serenateros les invadió algo de preocupación, motivado a que era una van color verde perteneciente a la Seguridad Nacional, la policía política y represiva del gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, como se mencionó anteriormente, el gobierno de esa época era una dictadura militar y cualquier evento desagradable podía suceder, de la camioneta se bajaron dos de los agentes y se dirigieron a ellos, preguntando que quien era el jefe presente, todos se vieron las caras, que no dejaban de ser de terror, uno de ellos les contesto y se auto nombro como líder del grupo, una vez identificado, uno de los agentes, les indicó que interrumpieran la serenata y que cada uno abordara la camioneta, trataron de reclamar sus derechos, pero un descomunal agente, les indico con el dedo puesto en su boca, que guardaran silencio, no les quedó mas que resignarse a lo que podía suceder, los llevaron a la sede de la Seguridad Nacional, una vez en la sede llegó el jefe estadal de la misma de apellido Ojeda, ordenó que los pasaran a su despacho y nuestros trovadores, ya se veían en Guasina o en el Dorado, una vez en el interior del despacho del jefe, trataron de indagar el por que los habían detenidos, a lo que el jefe les informó que nadie los había privado de la libertad, que había por parte de ellos un mal entendido, que estaban allí por ordenes expresa de su persona, ya que requería que ellos como cantantes serenateros, le hicieran un gran favor, resulta que el gran jefe, tenía unos amoríos con una damita del pueblo, con muy buena posición social y económica, y deseaba llevarle una serenata romántica a la vez entregarle un ramo de flores, cuando ella saliera a darle las gracias, a partir de ese momento a los serenateros les volvió el alma al cuerpo y muy diligentes se pusieron a la orden del jefe, se dirigieron al sitio donde se iba a llevar a cabo la serenata, lo cual fue todo un éxito, una vez que terminó el ritual, el jefe de la Seguridad Nacional, les ordenó a sus agentes que los llevaran al sitio donde los habían recogido y de paso les dio a cada uno, un billete de cien bolívares, por el favor concedido…

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