domingo, 18 de agosto de 2013

La casa del balcón y otras de abolengo.

     Venezuela fue invadida y conquistada por los españoles, los cuales juntos a sus mecanismos para conquistar y catequizar a los habitantes del nuevo mundo, también trajeron sus costumbres y trataron de plantar toda una cultura en este nuevo continente descubierto, tenía que ser así, porque después de meses y días de travesías  del inmenso mar, en barcos endebles y con rumbo desconocido, llegaron muy maltrechos a esta tierra de Dios; el primer contacto con los naturales de esta tierras, fue algo traumático para los conquistadores y sorpresivo para los habitantes del nuevo continente, ya que jamás se imaginaron que mas allá de la línea del horizonte marino, existieran otros seres con ciertas similitudes a ellos, lo que presentaron los nativos era deprimente, plagado de enfermedades y todo tipo de insectos, algo que los venidos de allende el mar nunca se esperaban; a pesar de que estos  pobladores tenían miles de año viviendo en estas zonas, el atraso que presentaban era palpable, chozas, hamacas y los parásitos acabando con los que se estaban levantando para llegar a ser el relevo generacional de los presentes, de todas maneras los nuevos hombres que en ese momento invadían tierras desconocidas, Traian en mente la conquista y el dominio del territorio, no de los habitantes, aunque para conquistar era necesario doblegar a los aborígenes y hacer que estos, hicieran los que los nuevos pobladores o conquistadores necesitaban hacer.
     La conquista fue algo traumático, para los habitantes de esas tierras,  pero al final tuvieron que ceder ante el poder y abuso de los nuevos habitantes, empezó así la conquista y la fundación de pueblos y ciudades sembrando en ellos parte de sus costumbres, folklore y la arquitectura que habían traído desde muy lejos, los pueblos y chocerías dieron paso a comunidades modernas y con una arquitectura diferente a las conocidas por los nativos, el arte arquitectónico, en manos de expertos en esta ciencia, empezaron a dejar ver sus frutos, ya no eran las casa de palma ni el rancho de bahareque, sino viviendas con paredes de hormigón, con sus ventanales y portones con un zaguán, que conducían al interior de la casa, con patio y ante patio, para el frescor de la vivienda, así como habitaciones independientes y amplios corredores adornados por gruesas columnas con un doble  propósito, uno servir de soporte al techo y otro el embellecimiento de la vivienda, unos mas osados, sin apartarse de la arquitectura impuesta por el uso, construyeron sus viviendas de dos plantas,  en la planta baja, todo lo referente a la parte social y administrativa y en la planta alta la parte intima de la familia, este tipo de casa fue invadiendo paulatinamente los pueblos y ciudades en la medida que estos eran fundados, no queriendo decir con esto que las chozas, bohíos de los naturales desaparecieron, sino que había que darle similitud con las viviendas de donde eran originarios los conquistadores, el piso de tierra había desaparecido y las baldosas de terracota, habían conquistado el lugar  donde antes pululaba la tierra, era normal que en las correrías a través de los pueblos y nuevas ciudades existieran este nuevo tipo de edificación, dichas viviendas hoy día se conocen como casas coloniales, ya que las mismas tuvieron su génesis en la época de la colonia y fue en ese tiempo donde tuvieron el mayor auge, con el correr del tiempo era normal en los pueblos y ciudades, la proliferación de nuevas edificaciones, en especial en aquellas familias pudientes y que construían estas como una competencia a las de otras familias, era un reto el lograr la mejor y mas bonitas casas,  eran casas de habitación con mucho terreno al fondo de la misma, por lo general había un patio con todo tipo de plantas, arbustos y árboles para mitigar el calor reinante en una determinada época del año, en algunas de estas viviendas, existía una capilla familiar, donde los miembros de la  familia acudían a un sacerdote para que efectuara la misa y se celebraran los bautizos y algún matrimonio, era una pequeña ciudadela dentro de la misma casa, la caballeriza y la cocina con su fogón, el pilón, el aguamanil y las tinajas con agua  junto a las ollas y caldero hacían vida común en el caserón, así era la rutina en esas casa coloniales, posteriormente como una novedad y en vista de no tener donde guardar ciertos implementos y cachivaches, muchos se ingeniaron un alto con un balcón que daba al la calle principal, el doble propósito, como un sitio de observación y el otro como algo emblemático de la comunidad, pueblo o ciudad, era normal que estas casa únicas en la población fuesen tomadas como referencias para alguien que llegaba al pueblo o ciudad y no conocía una determinada dirección, cuando alguien indagaba algo, no faltaba la repuesta de, “…eso esta cerca de la casa de alto, la que tiene el balcón,…” en nuestro país, Venezuela, son muchos los pueblos que cuidan y protegen esas edificaciones de antaño, centenarias, testigos mudas de muchas tropelías, conspiraciones, abusos y violaciones a los mas elementales derechos ciudadanos de la vida del hombre,  las autoridades de esos lugares, consideran que esas construcciones deben ser huellas indelebles de nuestro pasado, otros no valoran estas y por un poco de dinero, a lo Judas Iscariote traicionan, parte de la historia viva, representadas en tales edificaciones, ejemplo vivos existen en todas las ciudades y pueblos, si no son abandonadas son demolidas o el tiempo y la inclemencia las conduce a la muerte ante la indiferencia de los dueños, o emprenden algunas modificaciones que en vez de embellecer lo que hacen es dañar y afear lo que en una época era algo representativo de la belleza.
     Tuve la gran oportunidad de mi vida, haber vivido en el pueblo de San Joaquín, en el Estado Carabobo, mejor conocido como el pueblo de las panelas y los Pastores, una pequeña y acogedora población de esta comunidad, allí estudie la primaria en la Escuela Romero García y posteriormente, a la edad de quince años, me ausenté del pueblo para continuar mis estudios en San Felipe Estado Yaracuy, en el Liceo Arístides Rojas. En San Joaquín, me desempeñé de muchacho, como repartidor de telegramas, lo que me permitió conocer todos los vericuetos del pueblo,  el telégrafo estaba bajo la dirección de mi primogénito, y operaba en una casa colonial que tenia un alto con su balcón hacia la calle Bolívar, su ubicación era en el cruce de la calle Vargas y la Calle Bolívar, como era el telégrafo, había un empleado guarda línea, y dormía en el  alto mencionado anteriormente, su piso era de madera bastante dañada, por el tiempo transcurrido desde su construcción,  abarcando  todo lo largo del zaguán de la entrada principal.
Indagando el origen de esa casa, según los entendidos, perteneció en vida a un señor muy pudiente de la localidad, procedente de España, fue de acuerdo a  relatos de los viejos de antes, de generación en generación, una casa de mucho abolengo, donde las fiestas que se efectuaban eran la envidia de los demás, en ella se celebraron los matrimonios de las hijas de esta familia, se celebraron de igual forma los cumpleaños de las quinceañeras, el minuet y los vals retumbaban en sus cuatro paredes, los músicos eran traídos de las ciudades que empezaban a prosperar, el derroche de gala y lujo era la orden del día, la casa del balcón se engalanaba con una que otra pomposa fiesta ofrecida por el señor de la casa, de igual forma, las reuniones de negocios que se efectuaban en sus oficina privada. En otras palabras la vivienda poseía todas las comodidades exigidas por la condición social de sus dueños, y espacios para todas sus actividades tanto sociales como comerciales, siendo una casa de habitación bastante amplia, por lo atrasado de las época, esta casa sirvió de funeraria, cuando algún miembro de la familia fallecía, la nave central adornada por dos gruesas columnas, eran testigos mudos de la extinción de las velas que reposaban en los candelabros y eran observadas como se iban extinguiendo hasta  la desaparición de los antes eran velones, encargados de dar el último adiós al cuerpo que yacía en la lúgubre sala. La misma, fue utilizada para la velación del mortal que había dejado este mundo y era miembro de la familia; el grupo  familiar que allí habitaban, nunca pensaron irse a otro sitio, sino que fueron desapareciendo  mientra habitaban su casa. De ésta morada se han tejido un sin fin de comentarios, llegando en una oportunidad a catalogarla como una casa siniestra, donde los espíritus de sus antiguos dueños reclamaban sus espacios; cuando habitamos dicha vivienda, el año de 1946, muchas personas se acercaron a mi progenitor y le recomendaron que no la alquilara, por que esa casa estaba maldita y que allí salían unos seres horripilantes, ofreciendo tesoros y riquezas,  en realidad, la casa tenía varios años que no había sido habitada y cuando se efectuó la mudanza, sus jardines estaban completamente enmontada y las áreas sociales e intimas en el mas completo abandono y mucha  suciedad, con muchas goteras en el techo, que se fueron arreglando paulatinamente, hubo necesidad de pintarla y hacer una limpieza completa del lugar. En cuanto a su distribución era la siguiente: estaba situada  la parte este hacia la calle Vargas y la parte norte, hacia frente con la calle Bolívar, la entrada con un portón de madera y un zaguán de unos ocho metros aproximadamente, el frente tenía dos ventanas de madera y la parte este una habitación donde operaba el telégrafo, al traspasar el zaguán, a mano izquierda la escalera de cemento los primeros escalones y a continuación una escalera de madera de unos ochenta centímetros de ancho, que conducía al alto, el cual estaba encima del zaguán, una sala adornada por dos gruesas columnas y una pequeña paredita de unos sesenta centímetros de alto de columna a columna llamado pretil, había un ante patio en la que había  plantas de icacos, fruta verada  y una descomunal mata de higo, al fondo una tenebrosa y horripilante mata de naranja cajera, de la cual se tejieron muchas historias de aparecidos, el mencionado ante patio era rodeado por una acera que formaba un rectángulo y entre la sala y el sitio que fungía como comedor estaba una ventanita azul que daba a una de las habitaciones, a continuación se encontraba el comedor y luego una puerta de madera que era la entrada a la cocina, conformado por un fogón y al fondo un sitio para guardar las ollas y otros implementos, al fondo del la cocina una pequeña habitación la cual era de la servidumbre, al lado este, el único baño y luego al lado derecho un horno de barro derruido, allí comenzaba el patio principal, en el mismo, al fondo una letrina,  y una mata de totuma, la cual tenia su historia según los mas viejos de la época, casi en la mitad del patio un árbol de cedro, con su olor característico en épocas lluviosas,  mas adelante una frondosa mata de níspero que me permitía emular a Tarzán, al fondo dando con el cerro una enmarañadas matas de limón, frutas veradas, naranjas y muchas matas de borrajón, allí había un nido de gallinas ya abandonado, las frutas allí producidas no tenían ningún sabor no eran dulces ni agrias, las paredes del patio eran de adobe y piedras bastante dañadas por las inclemencias del tiempo, esa era la celebre casa de alto, a la cual se esta haciendo referencia.
 ¿Y por que esa casa tenia fama de ser una casa embrujada  y tenebrosa? Bien se tratará de aclarar las razones por las cuales tenia esa fama; en la mayoría de los pueblos y ciudades, por lo general esas viviendas de antaño y añejas, el vulgo teje historias alrededor de ellas  y siempre tienen que ver con aparecidos y fantasmas que habitan en dichas vivienda y esa era la razón de esta morada. Se comentaba que en ella pululaban los espíritus  de sus primeros dueños y que celosos de aquellas personas que iban a vivir en ella, no les quedaba otro recursos que hacer sus apariciones con el propósito de que abandonaran la casa, está por demás decir que los seres y aparecidos eran horripilantes, y el vulgo, no solo hablaba o comentaba de uno, sino de muchos espíritus malignos, que habitaban en la otrora mansión, a estos seres le agregaban sus respectivos sitios de aparición, es posible que la inventiva de las gentes de los pueblos, ayudaran a temerle a la mencionada vivienda,  no podía descartarse el toque personal de los habitantes del pueblo, ya que se basaban en lo lúgubre de la casa y el tiempo que había estado deshabitada, se mencionó anteriormente que existían sitios  dentro de la casa, donde la propiedad era privada, de un determinado aparecido, manifestándose en celajes, ruidos, una que otra figura y algunos lloros al filo de la medianoche, cosas sobrenaturales, que muchas personas desconocen y llegan a burlarse de aquellos que creen en cosas venidas del mas allá; hay que considerar que de igual forma existe el bien también existe el mal, aunque no debe dársele el calificativo del mal a algo sobrenatural, es bastante difícil entender estos eventos, pero lo interesante es no subestimar o burlarse de aquellos que dicen que han visto o se han tropezado con algo desconocido, debemos entender que el cosmos es infinito y seria una gran equivocación creer que estamos solo en el,  la vida en la tierra es una dimensión y supuestamente, cuando la persona fallece, algo que nunca lo aceptaremos, es porque su misión en esta dimensión ha culminado y es tiempo de irse a otra misión pero en otra dimensión del cosmo. ¿Quién puede aseverar que una persona fallecida no puede regresar a través de cualquiera manifestación, y por que se le debe temer a una persona que ha fallecido y cuando hizo vida en esta dimensión y  alternaba con nosotros en diferentes eventos?  Estamos pecando de mal agradecidos, démosle la bienvenida y aceptemos lo que posiblemente nos ofrece con sus manifestaciones. La casa de alto, es posible que haya sido un sitio de reunión de todos esos familiares y allegados que tuvieron que ver con esa vivienda y que hoy viven fuera de esta dimensión, regresando aquí cuando consideren sea necesario, y es posible que ese era el regreso necesario de los dueños de esa vivienda mencionada, La casa del Balcón.
     El alto como se llamaba la parte superior del zaguán, era uno de los sitios propiedad de alguno de los espíritus que allí moraban, en vista de que el piso del mencionado sitio era de madera, completamente seca y en algunas partes dañada por el tiempo transcurrido, a partir de las nueve de la noche se oían pasos en su interior y de vez en cuando el estornudo de una persona. Como se mencionó anteriormente, en esa casa funcionaba la oficina del telégrafo, lo cual exigía la permanencia de un guarda líneas  las veinte y cuatro horas del día en dicha oficina,  para el año de 1948 llegó procedente de Coro un guarda líneas de apellido Pineda, como tenia que vivir pendiente de algún desperfecto en las líneas del telégrafo, mi progenitor le permitió se quedara en la casa y que durmiera en el alto, cosa que hizo sin ningún contratiempo, al día siguiente de su permanencia en la casa mi progenitor le preguntó, ¿como había pasado la noche? y este le contestó, que si había otra persona durmiendo allí, a lo que mi papá le dijo que no, porque el era la única persona que estaba ocupando tal sitio, ¿Por qué? Dijo mi papá. Bueno Don Luis, anoche como a la una de la madrugada, me desperté y al lado mío estaba una persona durmiendo en otra hamaca, yo no le di importancia pero en la mañana cuando me levanté ya se había ido, ¿seguro que allí no duerme nadie más? Mi papá conocedor de las historias que se contaban no hizo ningún comentario, y atribuyo esto, a Ojeda, al guarda líneas anterior, que cada vez que se peleaba con la esposa se iba a dormir al alto, lo cual era una excusa piadosa y embustera, y mi papá la sabía, la próxima noche el guarda líneas Pineda,  se acostó temprano y sintió cuando abrieron la puerta de entrada del alto y apagaron la luz, un bombillo de 25 watts, esto molestó a Pineda y se levantó a reclamarle el osado incursor pero su sorpresa que no había nadie, esto asustó sobremanera al guarda y se asomo en el balcón, a que pasara el tiempo y que la electricidad cortara la luz, lo cual sucedía después que la iglesia con sus lúgubres tañidos de campanas en forma de dobles, como despedida a los difuntos, anunciaba las nueve de la noche, anunciando que era la hora de los seres tenebrosos. Se puede aseverar, que a cualquier hora se oían pisadas en el alto,  sobre todo a las horas del mediodía, el guarda Pineda, exigió que se le permitiera dormir en otro sitio fuera de la casa, ya que al contarle lo que le había sucedido, a algunos habitantes del pueblo, le dijeron que en ese alto hacia su aparición un muerto que vivió allí en vida y falleció en ese sitio, Pineda, consiguió en el pueblo una pieza para dormir en ella, y se mudo del sitio sin abandonar sus responsabilidades de guarda líneas.
     Se comentaba entre los habitantes del pueblo de San Joaquín, Carabobo, que en la pata de la mata de icako, se oía el lloro constante y melancólico de un niño,  que invadía toda la inmensidad de la casa, y de igual forma el siseo de alguien cuando quería apaciguarle o calmarle el llanto. Son historias que no es prudente negarlas o afirmarlas, ya que el hombre con una creatividad infinita puede a través de su mente convertir cualquier comentario en lo que el desee y darle su toque personal, pero siempre estas historias, cuentos, fábulas o decires, tienen su origen en algo que ha sucedido con anterioridad.
     Continuando con los sitios donde se comentaban que los enigmas en esa  casa hacían su aparición, una era la enmarañada fruta verada, era un laberinto de ramas y troncos que simulaban figuras humanas, sus hojas con un verdor opaco y los troncos color cenizos, entre sus hojas muchas ramas  secas, ya sin vida, que el pasar del tiempo y la falta de atención fueron apilonándose entre ellas hasta formar una enredadera que daba cierto pavor, en ese sitio comentaban que se oían las voces de niños jugando y de vez en cuando un lloro o grito de un infante, eran según los pobladores del pueblo, los espíritus de los infantes que se fueron de este mundo, aun sin haber disfrutado la adolescencia, en cuanto a  la alta y horripilante mata de naranja cajera, era una planta que sus frutos eran muy ácidos o sin sabor, todo el tiempo estaba cargada pero motivado a lo señalado anteriormente nadie se aprovechaba de sus frutos; en esa mata si hacía su aparición una persona, la cual en cuclillas se cobijaba bajo la frondosa mata, se puede aseverar, porque mi progenitor, una noche de esas muy calurosa, característica del pueblo, no podía dormir y se levantó a sentarse en la sala de la casa, que daba al ante patio, después de un determinado tiempo, alumbró con una linterna que lo acompañaba, hacia la mencionada mata,  y cual no sería su sorpresa y susto cuando divisó claramente a la persona en cuclillas entre la mata y el alero del comedor, como no había luz, porque la cortaban a las diez de la noche, llamó a mi progenitora y le dijo lo que estaba viendo, ella muy diligente se levantó y se asomó a ver lo que mi papa decía que estaba viendo, presa de pánico le grito… que quien era y que quería…, no recibió repuesta al alumbrar nuevamente al sitio de la aparición, ya se había desaparecido.
     Con ésta prueba, se pudo relativamente comprobar, que todo lo que se comentaba de la vieja casona, era verdad, a pesar de esta experiencia vivida por mis progenitores, ellos, no mostraron miedo ni estar dispuesto a dejar la casa, todo lo contrario, era común oír a mi papá buscando a media noche en los lugares mas lúgubres de la casa, algo que le comprobaran de verdad, que allí habitaban espíritus que hacían sus apariciones. En el patio trasero de la casa había una frondosa mata de tapara, de la cual había surgido una leyenda en relación a el dueño original de la mansión, se decía que en plena guerra de Independencia, cuando algunas de las facciones patriotas o realistas, entraban a un determinado pueblo, la costumbre era saquear la casa de los mas pudientes, y esta medida motivó a este gran señor, a enterrar todas sus riquezas, joyas, lingotes de oro, morocotas y dinero, en el patio de la casa, y una vez que se culminaba el hoyo donde se iba a llevar a efecto tal medida, se le ordenaba al esclavo que enterrara las riquezas y al final mataba al esclavo que había abierto el hueco y lo enterraba junto con sus riquezas, luego plantar una mata de totuma o tapara, en el sitio, para que ese secreto no fuese develado por el esclavo.
     En esta faena se utilizaban dos personas, una que junto al que iba abrir el hueco y otro para ayudar a transportar las riquezas, propiedades del gran señor, por lo general estos personajes, nunca regresaban vivos al lugar de donde partieron, porque el capataz mataba al esclavo y el gran señor al capataz, aplicando el slogan de la mafia italiana “tres pueden guardar un secreto, mientras dos estén muertos”
     San Joaquín, a pesar de ser un pueblo atrasado,  poseía luz propia, con una planta eléctrica propiedad de uno de los hombres mas rico del pueblo, Don Eusebio Gonzáles, la cual cerraba sus operaciones diarias a las 21:00 horas o sea a las nueve de la noche, eran tres horas de luz que disfrutaba el pueblo, los Domingos se apagaba a las once de la noche, acuerdo entre el dueño de la planta eléctrica y el dueño del cine, por las dos películas que se exhibían, conocidas como: la película de intermediaras y la película de noche.
     Como se ha mencionado anteriormente, mi padre era el telegrafista del pueblo, lo cual le permitía tener contacto con todo tipo de personas; una tarde,  estaba hablando con un señor que no era del pueblo, el mismo indagaba sobre lo que se decía o comentaba referente a la casa del balcón, en una de esas salió a relucir la necesidad de buscar por los rincones de la casa algún indicio de tesoros enterrados, y la fuerza de las palabras entusiasmó de tal manera a mi progenitor que lo convenció que allí había un tesoro enterrado en sus predios, esto convenció sobremanera a mi progenitor y de una forma muy entusiasta se lo comunicó a mi madre.  Posteriormente se comunicaron con el forastero informándole que estaban dispuesto a aceptar buscar por los rincones de la casa indicios de que allí había algo enterrado, el acuerdo fue, que si se descubría algo o se lograba sacar un entierro, el buscador de tesoro, tenia que recibir una recompensa y guardar el secreto, así acordaron,  una noche después que la planta eléctrica, cesó operaciones, se presentó el forastero con una indumentaria extraña, todo vestido de negro, acompañado de unos aparatos raros, que hoy día son conocidos como detectores de metales,  se quedaron en la sala hablando de todo, acompañados por una oscuridad aterradora, esperaron las doce de la noche, a fin de iniciar la búsqueda de lo que creían que encontrarían, una vez iniciada la operación, se pasearon por toda la casa, abriendo huecos en varias partes del suelo y terreno, así permanecieron en ese afán hasta las melodías del canto de los gallos, todo fue infructuoso, solo quedaron los huecos, que mi progenitor tuvo que pagar para que los taparan, el señor extraño era de nombre Fernando Filamore,  así fue como se identificó, se desapareció y nunca mas se supo de su existencia, la única huella que dejó fueron los huecos por toda la casa; esta experiencia le sirvió a mis progenitores, no estar confiando en psíquicos ni estar pensando en entierros de tesoros.
     La casa de alto como era llamada, siguió de pie y en el futuro sirvió como la oficina de telégrafo, posteriormente funcionó un club social, denominado Club Social San Joaquín,  cuyo Presidente era un polaco muy querido en el pueblo y propietario de una tienda de ventas de tela, su nombre Wolf French, los muchachos lo llamaban Mr. Frencho, mas tarde cerró sus puertas y le dio paso a un Bar bautizado cono Bar Montecarlo, el dueño del mismo era un Señor de Maracay que tenía un defecto en una pierna, usaba una plataforma como de siete centímetros de alto en el zapato derecho, su nombre Carlos Marin,  con el tiempo se instaló otro Bar de Don Ovidio Loria, en la parte de atrás un patio bastante grande de bolas criollas, con el tiempo dicho bar cerró sus puertas y cedió el paso a una heladería, dirigidas por dos hermanos procedentes de Italia; de las historias que se desprenden de esta casa, esta el comentario del gran susto que se llevó Don Ovidio Loria, y fue el siguiente: una noche habiendo terminado la faena del día, se quedó en la casa hasta bien entrada la noche, serian las doce cuando oyó ruidos de alguien que por allí merodeaba, cuando el fue a indagar si era alguien que se había embriagado y todavía permanecía en el sitio, penetró en una de las habitaciones  encontrándose  con un ser grotesco y horripilante que le ofrecía algo,  la otra versión que al ir en busca de algo,  en unas de las habitaciones de la casa, sintió que alguien le puso una mano en el hombro motivó esto que Don Ovidio perdiera el conocimiento del susto y fuera trasladado a la medicatura del pueblo, allí contó todo lo que le aconteció, a los pocos días cerro las puertas del Bar y se mudó a otro sitio, tal noticia se regó como pólvora por todo el pueblo; otra historia relacionada con la casa, fue la de los dos italianos Simón y Vittorio, ambos hermanos bastante jóvenes y dueños de una modesta heladería, el mayor que era Vittorio, tenía unos veinte y seis años, una noche tuvo la osadía de permanecer en la casa completamente solo, al día siguiente lo encontraron sin sentido y al despertar hablaba puras incoherencias, lo extraño fue que la situación económica de ambos mejoró de una forma inexplicable, la mente de los habitantes del pueblo, inventaron una serie de historias las cuales no tenían ningún soporte, solo es verdad, que de la noche a la mañana se hicieron de un buen y jugoso capital.
     Cuando habitábamos la referida vivienda, vino un señor de Valencia, quien supuestamente era el dueño, la cual la había adquirido producto de una herencia y a quien mi papá se la había alquilado para que sirviera sede del telégrafo del pueblo, el ciudadano en cuestión le hizo una oferta a mi progenitor que no era nada despreciable, pero la falta del recurso económico, no le permitió comprar la casa, era la irrisoria  (hoy día) de 26000 bolívares, unos 7000 dólares, el cual se cotizaba a 3,35 bolívares por dólar lo cual era para la época bastante difícil de conseguir, mas que el sueldo de mi papá eran 450 bolívares mensuales, así que solo quedó la resignación de no poderla adquirir, posteriormente fue adquirida por los italianos o Don Ovidio, en realidad no estoy seguro quien fue el nuevo dueño.
     Esa casa del balcón en el pueblo de San Joaquín, era un  edificación emblemática en la población, particularmente a mi me gustaba mucho esa vivienda, por muchos factores, primero era la única casa que poseía un balcón, el cual le daba un toque de aristocracia, allí presencié la gran carrera automovilística “Buenos Aires Caracas” en segundo lugar estaba ubicada diagonal a la plaza del pueblo y al frente del único cine del pueblo, en tercer lugar todos los recursos del pueblo, pulperías, medicatura, boticas y las mejores familias del pueblo, habitaban muy cerca de ésta casa, poseía un patio bastante grande, lo cual permitía la crianza de todo tipo de animales domésticos, era de un techo bastante alto, que mitigaba el calor en épocas de sequía, así era la gran casa denominada la Casa del Balcón.
       Se estilaba en esas épocas de antaño en los pueblos y San Joaquín no podía quedarse atrás, del paseo de las niñas del pueblo alrededor de la plaza o sentarse en familia, a las puertas de la vivienda que habitaban, por supuesto que el fenómeno del malandro o mal viviente, no se había apoderado de las calles de los pueblos y ciudades, existía eso que se ha perdido llamado respeto. Bien, en esas épocas ya idas, la seguridad estaba a las puertas de la casa, los últimos hit musicales se conocían por las radios existentes, como la 810, Radio America, La voz de Carabobo, y otras,  en Maracay La Radio Central, Radio Maracay y otras que no llegan a mi memoria,  eran las encargadas de difundir al publico oyente las melodías del momento, existía una intitulada “Magdalena” y en una noche dominguera, mi familia disfrutaban de las bondades de tranquilidad que aportaba el pueblo y en una de esas, la radio 810, empezó a radiar la mencionada melodía, mi hermana Ligia a la que le gustaba rallando en el fanatismo de la melodía en cuestión, al oírla salió corriendo a darle volumen al radio, al pasar al frente de una taquilla que se encontraba en el zaguán, hecha por mi papá para recibir los telegramas, mi hermana notó que había visto algo en la oficina, se regresó y se asomo por la taquilla, y cual no sería su sorpresa que vio a un anciano con barba que estaba recostado de la mesa del telégrafo, como viendo algo, mi hermana se regresó casi infartada con ausencia total de colores o sea pálida, allí le dieron valeriana y no cesaba de llorar del susto.
     Esta es La historia verdadera de la única casa que tenía un balcón en el pueblo de San Joaquín,  en sus épocas de juventud fue una casa de mucho abolengo, llegó la piqueta y los implementos de albañilería y dio con el traste a la belleza de esta hermosa e interesante mansión, la cual pudo haber sido un sitio emblemático en la actualidad del Municipio Autónomo de San Joaquín, pero la falta de ordenanzas y por que no decir falta de autoridad, ya que son los únicos que pueden hacer preservar la voz de la historia en estas obras arquitectónicas del pasado.  La casa del balcón se resiste a morir, el balcón desapareció, y allí está, anciana maltrecha, ya nadie la toma en cuenta porque lo importante de ella que eran los seres indeseables, parece que se atemorizaron por el hombre moderno y se refugiaron en las dimensiones desconocidas, un evento que se celebró en esa mansión, fue el matrimonio por la iglesia de mi hermana Zoila con un joven, para la época, de nombre Pulido Arias. Las pocas casas que quedan en el pueblo deben ser preservadas y conservadas y no permitir que pasen al mundo desconocido de los recuerdo, ni a las imágenes mentales de los Sanjoaquineros. He querido darle énfasis a la casa del balcón, porque en el pueblo era como la decano del resto de las otras casa, y además era la única que tenía historias de aparecidos y enigmas que todo los habitantes de la comunidad,  le tenían cierto recelo, el vigor de su narración no quiere decir que era la mas importante sino por lo anteriormente expresado y lo que guarda en su historia.
El San Joaquín de antaño contaba con un número bastante grande en cuanto a casas coloniales, a raíz del cese de las hostilidades en el mundo, dando por terminada la II Guerra Mundial, en vista de lo destruido que había quedado el Continente Europeo, desvastada tanto política, social y destruida la economía de los países europeos, un numeroso contingente de hombre y mujeres, familias completas,  se vieron en la necesidad de emigrar de sus países de origen. Venezuela, tierra noble, dio alojo a muchos extranjeros, los cuales en su mayoría respondieron y ayudaron a salir a flote la economía maltrecha de Venezuela, pero no se puede negar que juntos a éstos hombres progresistas también llegaron otros depredadores y en parte se les debe a ellos la destrucción de casas de abolengo y mansiones, podría decirse, que cedieron ante la crueldad de la piqueta y nadie protestó o dijo algo en contra, con esos crímenes se fueron siglos de historia del pueblo.
     Para ilustrar lo que se ha mencionado en éste trabajo,  empecemos a mencionar las casa de abolengo que existían en el pueblo y que hoy día ni siquiera fotos quedan; empezaremos por la Calle Bolívar de Este a Oeste, a una cuadra de la plaza del pueblo, la casa de los Camacho, la cual todavía queda en pie, guarda la misma, entre sus paredes muchas historia del pueblo, hoy día es sede de los celebres Pastores de San Joaquín, el frescor de esa mansión ha sido mantenido por el cuidado a sus innumerables plantas que se conjugan con el jardín, manteniendo a estas fechas el piso de terracota original, así, como sus puertas de madera de caoba y sus barrotes de las ventanas. Mas adelante la Casa de las izquierdo, como se conocía, totalmente restaurada e identificación emblemática del municipio, prácticamente es una casa de cultura, con diferentes eventos y patrimonio cultural del pueblo, se le conoce como La Casa de Alejo Zuloaga, ya que en la misma nació el insigne personaje anteriormente señalado, recuperada totalmente por la Empresa Polar, tuvieron el cuidado de no cambiarle su originalidad, ya que fue reestructurada y  recuperada por especialistas en la materia. Para nosotros la familia Laurentin Rojas, guarda una especial importancia, motivado a que en ella falleció nuestro padre, allí fue velado y posteriormente conducido en brazos de familiares y amigos al nosocomio del municipio, para su sueño eterno en la noche larga. Otra casa que abarcaba toda una manzana al frente de la plaza y  en la calle Bolívar, la que hoy ocupa el Juzgado y la casa de los Verenzuelas,  fue modificada quitándole un alto porcentaje de su belleza, con un centro de llamado y una agencia de loterías, por la calle Urdaneta entre la calle Carabobo y la calle Bolívar, solo quedan vestigios de una pared completamente abandonada y dañada, que se niega a ceder el paso del tiempo, al lado la casa que ha dado origen a este escrito, la casa del balcón, al lado de este icono, la casa de la Gonzalera, con sus seis ventanales y amplios corredores, donde se conjugaba la casa con la clase de sus habitantes, la familia González, esposo y esposa y sus dos hijos varones y sus cinco hijas, funcionó en ella la única escuela para niñas, la Atanasio Girardot, dirigida hábilmente por una maestra de nombre Genoveva Gil Botello, también sucumbió ante la piqueta y modificaciones vergonzosas. Lo que es hoy día el Banco Caribe, había tres casa coloniales, al lado del Consejo Comunal, la casa de la familia Falcón, con tres ventanales y un amplio portón adornado con una puerta labrada de caoba, amplios corredores y columnas que soportaban el techo, espaciosas habitaciones y ante patio y un patio trasero donde estaba el horno para hornear las panelas, solo queda el recuerdo y en las imágenes que se forman en el cerebro de los que tuvimos la dicha de vivir en ese San Joaquín de clase, otra casa a continuación de ésta la de Don Virgilio Machado, era pequeña pero con los espacios suficientes para alojar la familia, solo tenía un ventanal recuerdo que allí funcionó una escuela pero no recuerdo cual era el nombre de cuya Directora,, si viene a mi mente  una bella joven de nombre Carmen Tula Latouche, nativa de Valencia, con una bonita cabellera rubia, que imitaba una cascada de oro, a continuación de esta casa, la que alojaba la pulpería de Don Justino Marrero,  pero todas, fueron borradas del mapa o geografía del pueblo, al frente de estas arquitecturas, todavía esta en pie, una casa de antaño y aloja actualmente una escuela de artesanía, en esa casa funcionó, la escuela Romero García, bajo la sabia dirección del insigne Bachiller Jesús Andrade y su Señora esposa Romelia de Andrade, ambos nativos del Táchira, esta casa ha sufrido modificaciones pero todavía se resiste a la piqueta, al lado de esta casa la casa de la familia Nieves, grande y espaciosa, funcionó allí el Centro Médico, y posteriormente fue habitada por la familia anteriormente señalada, es otra de las casas que solo viven en el recuerdo de los que la conocimos y tuvimos la gran oportunidad de recorrer sus amplios corredores, al frente donde funciona una agencia de lotería y una mercería era una casa bastante amplia y llena de historia, allí pernoctó el pacificador Pablo Morillo y allí estuvo preso, el centauro de los llanos General José Antonio Páez, fue modificada y aun permanece en pie, funcionó en ella la oficina de teléfonos al mando de la Señorita Dolores Pereira luego Lourdes Gonzáles y al final  Miriam Perera, entre la calle Arismendi y la Calle Negro Primero, para información de los lectores de este articulo, voy anexar un escrito mas amplio referente a ésta casa de abolengo, como solía llamarse antes de que la piqueta hiciera estrago en ella; “ésta casa y la contigua constituyeron una sola unidad inmobiliaria, construida a fines del siglo XVIII por Don Juan Buenaventura Correa, prohombre de los Valles de Aragua, dueño de haciendas y productor de añil y algodón; quien fuera desde el año 1803, Teniente de Justicia Mayor de éste incipiente poblado, siendo éste inmueble, por lo tanto, asiento de tal Tenientazgo; el zaguán de al lado, pudo sentir a mediados del mes de Junio de 1815, los pasos marciales del Pacificador de Costa firme  General Don Pablo Morillo, quien a su paso hacia Puerto Cabello, después de presentarse a la Capitanía General en Caracas y una travesía de siete leguas desde el poblado de Maracay, sació su sed causada por el inclemente sol tropical con agua pura de los manantiales de Ojo de Agua, reconfortó su cuerpo y continuo camino acompañado de su guardia; dejando en ésta casa a la “vizcaína” Victorina Arias, pequeña niña de a lo sumo diez años, rubia y de ojos azules, hija de uno de los oficiales de la guardia de Morillo, al resguardo de la familia Correa, ésta niña espero inútilmente el regreso de su padre, victima de la fragosidad de la guerra, convirtiéndose con el tiempo, en éste pueblo de mestizos, en simiente humana de la numerosa y ya dispersa familia Arias de San Joaquín, éstos muros de media vara de espesor, hechos de tierra apisonada y piedra amalgamadas con aceite de linaza, rafas intermedias de mampostería y contrafuertes de piedras esquineros; sangre y sudor de esclavos africanos y proyección de alarifes hasta ahora desconocido pero de suficientes recursos técnico, contuvieron una casa de tejas y aleros de cuatro corredores laterales de media agua, uno trasero de dos aguas, que albergaban sala y locales para el comercio, sus predios alcanzaban a la hoy Calle Sucre y estaba enmarcada con aceras de lajas. Pronto envolvieron a la casona los vientos emancipadores; con la penalidad que pasaron sus habitantes a causa de la guerra que fue infinita, después las guerras civiles y al final la guerra de los cinco años o mejor conocida como la guerra federal,  sus techos fueron derrumbándose y desgastando sus tapias, sumiendo en la soledad y el abandono esta población, en el que sobrevivieron a la larga unas quince casas semiderruidas; entre ellas la casa del balcón la Alejo Zuloaga y ésta que nos ha ocupado. Solo retazos quedan de su majestad colonial; sus muros frontales, un corredor, unas columnas, un zaguán que se prestan a mil remembranzas de un pasado tan cercano y tan lejos a la vez.  Esa cuadra estaba adornadas por casas coloniales”, la narración anterior es copia textual de un documento investigado y elaborado por el buen amigo Luis Carruido Páez +, Padre, entregado como regalo a mi persona. Continuando con las casas en esa cuadra,  las de la Familia Quiñones, mas adelante al lado de la familia Machado, en  cuyo lugar funcionó por primera vez la Oficina de teléfono del pueblo, atendido por la señorita María Machado y posteriormente por Rosa Herminia Bolívar,  la de la familia Arias, lugar donde funcionaba el primer comedor escolar del pueblo, su fundadora la Señorita María Cristina Fuenmayor, al frente de esas casas, la mansión de la familia Mujica Pérez, abarcaba casi toda la manzana y toda la cuadra, continuando por la acera del frente, una casa bastante antigua, en la que funcionó la Escuela Romero García hasta el año de 1959, fue desocupada y adquirida por el Sr. Tannasi, donde instaló una carnicería hasta el cierre de la misma, aproximadamente unos diez años, es una casa del siglo XVII, cuando todavía Venezuela era colonia de España, contemporánea con la casa del balcón y la casa de abolengo, sus paredes permanecen iguales y sus corredores todavía muestran sus gigantescas columnas, pudo haber sido modificada conservando su belleza, pero cada quien piensa lo que quiere pensar, pero es una casa histórica, que si se investiga puede aportar mucho a la historia del pueblo. Mas adelante la casa de la familia Alezones, con amplio portón y zaguán de entrada y frescos corredores y al centro una vegetación tupidas de plantas ornamentales, fue sede de la emblemática Escuela Romero García, posteriormente fue mudada, por ciertos riesgos que presentaba su construcción, allí funcionó una escuela de teatro, pero a decir verdad no es la misma casa que era en los años cuarenta. Otra casa, aunque todavía esta en pie es la de la familia González, también colonial, actualmente opera allí un consultorio veterinario, gracias a Dios que la piqueta no se ha fijado en ella, al frente de la casa de la familia Alezones, una que sirvió de pulpería, agencia de bicicleta y al final residencia de Don Carlos Luis Pérez, dueño de la agencia de bicicleta,  actualmente es la residencia de la familia Travieso, por lo tanto cero piqueta, y diagonal a ésta una bella casa colonial de Don Julio Rivas, que era un almacén de víveres y una venta de maíz picado y nepe, actualmente quedan vestigios de lo que era esa mansión. Una cuadra mas adelante al frente y diagonal a Cadafe, la que ocupa la Policía Municipal y la de los padres de los Alpizar, éstas eran las casas coloniales que estaban a todo lo largo de la calle Bolívar. Entre la calle Bolívar y calle Sucre, en la calle Negro Primero, está otra casa de mucho abolengo, habitada por la familia Oliveros, bien conservada y un icono en el pueblo, a su lado la casa de la familia Rojas o Moronta, casa colonial por excelencia. Gracias a Dios que está ocupada porque sino la piqueta la hubiera buscado. Pero la calle Sucre no podía quedarse atrás, frente a la plaza, la que era de Manuel Villasana, era colonial y se usaba como una pulpería y depósitos de pacas de algodón, desapareció en acción con la piqueta, algunas veces se piensa que puede ser indiferencias de los dueños pero eso lo sabrán ellos; ésta casa donde operaba la pulpería de Don Manuel Villasana por la calle Sucre se caracterizaba porque en sus paredes estaban unas argolla de hierro, para que los labriegos que vivían en el cerro el oro amarraran sus burros y mulas, cuando bajaban al pueblo abastecerse de los alimentos diarios y necesarios para su supervivencia, era normal los sábados tres o cuatros animales amarrados al frente de la pulpería, en espera de los dueños que se abastecieran de sus alimentos. Media cuadra hacia el este esta erguida la casa de las Arenas, bien conservada y presenta su distinción y belleza,  tal como debió haber sido en sus inicios, existe otra casa vestigio del San Joaquín colonial, propiedad de Don Pablo Gonzáles, ha sido restaurada y está bien conservada, sus corredores y paredes fundamentan su categoría de colonial, otra casa de la misma categoría es la de la familia Grange, que abarcaba toda la esquina, actualmente funciona allí el Colegio Cumbayá, si nos vamos a la calle Páez, nos conseguimos con tres casas coloniales, una que era el almacén de Don Cesar Casteluche, otra al lado de la misma casa la cual era un apéndice de ella y otra la casa de Don Cleto Zambrano y posteriormente de la familia Castro, se dice o comentan que esa casa fue la primera que se construyó en el pueblo, actualmente quedan solo las paredes, como testimonio de que allí existió dicha vivienda. Siguiendo por la misma calle rumbo al oeste apenas a cincuenta metros de distancia de la anterior, se encontraba una casa de Don Rafael Torres con las características propia de las viviendas coloniales y entre la calle Páez y Sucre, por la calle Arismendi, una casa que fue propiedad de la familia Arias, actualmente funciona una parte de la alcaldía del municipio;  fuera del pueblo a pocos kilómetros del mismo, se encuentra erguida una casona, con sabor a los primeros años de la Colonia, una residencia de mucho abolengo, ya que la misma (tengo entendido) era la residencia del Conde de Tovar y sus predios eran mantenidas por los esclavos de la época, actualmente la habita uno de su descendiente, y la mantienen igual como hace doscientos o trescientos años, es la casa de la Hacienda Cura; su impacto folklórico no se puede obviar, ya que en las afueras de esa residencia, los negros esclavos que hacían vida allí, en sus momentos de expansión, amenizaban el ambiente con el golpe y baile del tambor, mejor conocido como el baile del cumaco;  aunque las cuatro casas que voy a reseñar  no fueron de la época de la colonia, estaban consideradas como unos iconos dentro de la población por su importancia en el pueblo, una era la conocida como la manguera, por sus innumerables matas de mangos, la misma, estaba situada en la entrada este del pueblo, ¿pero que las hacía importantes? Que esa propiedad era de uno de los hombres mas ricos del pueblo y esta casa estaba siempre adornado con un jardín de mujeres muy bonitas, como nunca se habían visto en la comunidad, ya que el dueño las traía de la capital, Caracas, a que pasaran las vacaciones con todos las facilidades y comodidades de la época, de igual forma un vigilante y aseador de la residencia. La otra era una quinta muy bonita diagonal a esta primera casa, con un jardín de casi una hectárea de terreno y muchos árboles frutales así como la privacidad que se mantenía en ella, eran casa que le daban prestancia al pueblo. La residencia de la familia Pacannis, en su hacienda la quinta, era otra de las casa de mucha clase casa de abolengo, una de sus dueñas es hoy día una famosa modista internacional, con residencia en New York, fue bautizada por sus dueños como “La quinta” la cual era atendida en todo su esplendor por un matrimonio yugoeslavo, llegados a esta tierra una vez culminada la ll guerra mundial, hoy día es una casa para turistas y de veraneo,  su data es de los años treinta, muy similar a esta mansión, la de Don Jorge Posada Callejas, dueño de la hacienda El Carmen, se encontraba fuera del pueblo la adornaban plantas traídas del exterior, encontrándose algunas no conocidas en el país, su data es de los años 20, a la entrada de la misma se encontraba un quitrín bastante antiguo, que se supone era de la época de la gesta heroica, la data de estas ultimas casa es de los siglos 19 y 20, también muy cargadas de historia, fábulas y sucesos pueblerinos, las primeras señaladas fueron mansiones que vivieron de cerca la gesta emancipadora y la guerra federal, fueron testigos mudo de las atrocidades que se vivieron en ambas contiendas y como el territorio patrio era apuñalado por las ambiciones de poder e independentistas, estas mansiones, nacieron junto con la fundación del pueblo entre 1795 y 1780, cuando España todavía tenia una autoridad suprema sobre Venezuela. 
      Así, era la carta de presentación del pueblo de las panelas, las casas coloniales con su toque de abolengo, pero la piqueta en manos de muchos hombres nacidos en este terruño y otros venidos allende del mar, sepultaron para siempre, historia viva del pueblo, los secretos de familias enteras, sin darse cuenta  lo importante que eran esas edificaciones y lo que celosamente guardaban en su interior, así, como  eventos políticos, sociales y todas aquellas manifestaciones que impulsaban el desarrollo del pueblo, se fueron para nunca mas volver, quedando solo en el etéreo mundo del  recuerdo…
     Recuerdos, que gracias a los adelantos tecnológicos, pueden narrarse  a los presentes y a éstas nuevas generaciones, de tal forma se formen una idea de lo que era el pueblo bucólico de San Joaquín, muchas aguas han pasado bajo los puentes, y el pueblo, a pesar de las depredaciones sufridas, sigue adelante, ya no como aquel pueblo de origen español atrasado y tranquilo, hoy día, presente como un municipio autónomo, buscando para sus habitantes en general, una mejor calidad de vida, que ha tenido sus tropiezos y se la ha dificultado, pero que lucha a brazo partido, con el propósito de encontrarse algún día, con esos fenómenos que se denominan; desarrollo y progreso…HISTORIAS PUEBLERINAS, QUE JAMAS SE BORRARAN EN VIDA, DE SUS PROTAGONISTAS.

 
Publicado por Juan Enrique Laurentin Rojas.
                                                                 

 

 

 

 

            

 

 

 

 

 

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