viernes, 23 de agosto de 2013

Primera y Segunda parte de: Ellos también se lo merecen ¿quienes?

 
Muchas veces pecamos de indiferentes o egoístas, al no querer reconocer que determinadas personas tienen o se han ganado a través de su comportamiento, trabajos u otras actividades, la suma del reconocimiento y admiración de su entorno, y que el mismo no se haga esperar, de igual forma la indiferencia o el olvido nos conduce algunas veces a ignorar u olvidar el protagonismo que estas personas han tenido, particularmente en los éxitos de algún semejante; digo yo, que el ser humano, por esa misma dinámica que nos caracteriza, la actividad diaria, los compromisos , llámense sociales, de trabajo u otros nos llevan de una u otra forma, a borrar el pasado, solo la consulta con la almohada, en el conticinio de la noche, es la que nos va trasladar a épocas ya pasadas, para algunos enterradas y olvidadas para siempre, ese es el ser humano. La depuración de los recuerdos es de alguna manera necesaria, pero nunca olvidar aquellos que una vez estuvieron con nosotros y en momentos difíciles nos ayudaron a superar las dificultades, siendo el espíritu de este articulo, recordar y reconocer las bondades que ciertas personas nos hicieron disfrutar cuando éramos Cadetes en periodo de formación, para hacernos hombres de bien, como Oficiales de la Aviación militar Venezolana.
Cuando nos paseamos por esa época dorada, como es la juventud, y formándonos como futuros oficiales de la Fuerza Aérea Venezolana, en nuestra Alma Mater, es imposible olvidar algunos personajes, que sin ser militares, indirectamente nos ayudaron a obtener el preciado galardón de ser oficiales de tan noble y querida Fuerza, y me pregunto, ¿Quién puede olvidar a Anastasio Ramón Sanabria Laya (a) Ramoncito? Sería mezquino de nuestra parte negarle sus méritos como una persona que desde muy joven estuvo estrechamente ligado a la Aviación Militar, tanto es, que fue jubilado por muchos años de servicios, condecorado con la Meyer Baldó y a los dos meses estaba de vuelta en la Escuela, cumpliendo sus labores de mesonero, contemporáneo a el; el viejo Juan Graterol, otra figura emblemática del personal de la Escuela de Aviación Militar, que junto a el mencionado anteriormente, sirvió como mesonero a las ordenes del Benemérito.  La máxima representación de la gastronomía de nuestra Alma Mater, el Chef Pedro Achutegui, (mi papá adoptivo por ordenes del Brigadier Rafael Maestracci Guerra), con sus paellas al mejor estilo español y sus historia de la Guerra Civil Española, el Perico, un mesonero de quien no recuerdo su nombre, cuyo remoquete fue en honor al perico Quintero, nuestro compañero de promoción, ya que era su clon. Ajenos a la cocina, el Cabo Margarito, quien exigía a los Cadetes de primer año lo saludaran, al no lograr sus anhelos, se convirtió en ojos y oído del Comando de la Compañía, muchas salidas frustradas se las debemos a el; como es posible olvidar al gran Leopoldo Ramírez, lo llamábamos el Gerente General de la cantina de la Escuela, la cual funcionaba en el Casino de Cadetes, se caracterizaba este personaje por su bondad y ayuda a los nuevos de primer año, al extremo de abrir una línea de crédito a cada recluta, hasta que un día un nuevo de primer año, incursionó de madrugada al casino, y desapareció la libreta donde Leopoldo anotaba a sus acreedores, muchos fueron los esfumados que se fueron con la cabuya en la pata. También viene a mi mente el secretario de la Compañía de Cadetes, creo, su nombre era García Paso, buen pana, ayudaba en muchas oportunidades, que las notas disciplinarias no fueran a engrosar la lista de los arrestados, en el Departamento Académico, el buena gente, todo un caballero, Humberto Sánchez Colmenares, quien en sus labores era impecable y siempre orientaba a uno en los estudios y los datos de cual había sido el resultado en un examen presentado. Y mas allá de la parte académica, sobre todo durante las horas de educación física a las siete de la mañana, cuando hacia su entrada el exiguo personal civil que trabajaba en la Escuela, y menciono las primeras horas de la mañana, porque había una hermosa y despampanante mulata, muy antipática, de nombre Crisanta, quien trabajaba en la lavandería y la misma se encargaba de mantenernos la ropa lavada, almidonada y planchada para el sábado al mediodía, sobre todo los uniformes blanco, los cuales eran de kaki, aparte de esas labores que cumplía, nuestro personaje, esperábamos ansiosos, el paseo mañanero de su figura, desde la lavandería a la cocina, dentro de unos jeans bien ajustados la cual servía como un colirio a los ojos de los cadetes reclutas, recién ingresados, ¿Y que decir de Aurelia? Del mismo tenor de Crisanta, buena persona, defendía a los cadetes de primer año de los mas antiguos, sobre todo cuando estos querían apropiarse indebidamente de los uniformes de los noveles cadetes. Hubo dos personajes, los cuales no recuerdo sus nombres uno era el encargado de la bomba de agua y el otro el jefe de la lavandería, era el señor González, muy abnegado durante nuestros cuatro años de permanencia en la escuela, esta nunca se paralizó por fallas o falta de mantenimiento. Es posible y estoy seguro que olvide algunos, pero estos que acabo de nombrar, diría yo, fueron los que tuvieron mas y mayor contacto con nosotros durante nuestra formación militar; cierro esta pagina, expresándoles a todos ellos y ellas, nuestras mas sinceras gracias donde quiera que estén…¡LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES.!
SEGUNDA ENTREGA.
 
En la primera entrega de éste articulo, hice mención de casi todo el personal civil, orgánicos de la FAV. que de una manera u otra, se involucraron positivamente e indirectamente en nuestra formación militar, no queriendo restarle méritos con esto, a aquellos oficiales, que sin ser aviadores y venido de sus fuerzas de origen, tuvieron una participación muy activa siendo pieza fundamental en nuestra formación militar como futuros oficiales de la Aviación Militar Venezolana. Se que en muchos casos no debe mencionarse el nombre de las personas, una por respeto a su sueño eterno o el sueño de la noche larga, otros para no herir susceptibilidades, pero en un articulo como este, hay que hacer un reconocimiento a su persona y tener que nombrarlos con sus nombres y apellido, incluyendo el cargo que desempeñaban, siempre con una misión, la formación de los imberbes reclutas , que en el futuro conformarían la Promoción Tte. Jesús Manuel Roa Moreno las que nos precedieron y las otras dos que tuvieron como misión, darle el abrazo de despedida a la Escuela de Aviación Militar, en la Avenida Bolívar Este, de la Ciudad Jardín de Maracay.
Me remontare al año de 1955, específicamente el 25 de Septiembre de ese año, día Domingo, acto de ingreso, a tan noble y querida institución, en ese momento histórico, se estaba plantando la semilla que mas adelante llegaría a ser una de las promociones mas emblemáticas de la Aviación Militar. Iniciare mi reconocimiento con el Oficial que era el Comandante de la Compañía de Cadetes, Capitán Conrado Palavicini Freites, quien no era un capitán cualquiera, tal como el se autodenominaba, Oficial de Infantería que fue enviado de su fuerza el ejercito, para que se desempeñara como oficial adscrito a la Fuerza Aérea, en funciones de Comandante de la Compañía de Cadetes, severo al extremo, con un alto concepto de su responsabilidad ante su Fuerza de origen y la Aviación militar, su misión pulir el carbón que conformábamos los nuevos reclutas, para hacer entrega de un producto bien acabado a la FAV. con trabajo y tesón de los oficiales que lo acompañaban para la difícil misión, la cual le habían asignado, un grupo de muchachos carentes de todo concepto de responsabilidad, motivado a la efervescencia de la juventud, el Capitán Palavicini, a pesar de no ser aviador, supo integrarse a la idiosincrasia de la Aviación Militar y en parte lograr su misión; Tte. Luís Ramos Ojeda, de la misma fuerza del anterior, terrestre, como los denominábamos, tenía como cargo, Segundo Comandante de la Compañía, era pequeño con lentes de carey, cuya estatura dio pies para que los reclutas lo llamáramos "Ramito", unos bigotes, que apenas las puntas de los mismos le llegaban a las comisuras de la boca, nunca lo vimos reír, muy serio y observador, cuando nos equivocábamos en algún movimiento de orden cerrado, de una forma muy pausada se acercaba y nos ordenaba el castigo que teníamos que cumplir, estableciendo con el, una ecuación, equivocación en los movimientos de orden cerrado igual a castigo físico, a pesar de eso, nunca le oímos algún grito destemplado, una mala acción o un acto de inmoralidad, con un cadete recluta, era una persona muy equilibrada emocionalmente y justo en sus sanciones, Teniente Ernesto Pulido Tamayo, era el Comandante del pelotón de Mando y Servicios, extremadamente severo, donde nosotros, como reclutas, cuando menos nos imaginábamos donde estaba, hacia acto de presencia, acostumbraba en la formación de lista y parte a las cinco de la mañana, colocarse detrás de los reflectores que instalados en la parte superior del patio de honor, y desde allí ir detectando los cadetes y reclutas que se estaban moviendo en formación, durante el parte o el toque de oración, se le tenía pavor por sus acciones, al menor error en formación, equivocación o una imperfección en un movimiento de orden cerrado, sabíamos a que atenernos, los sábados nuestra salida, dependía de la pulcritud del fusil, por lo general en sus revistas siempre había novedades lo cual ameritaba, la perdida de la salida o todo el sábado y domingo limpiando el armamento, estaba considerado como el oficial mas severo de la Compañía de Cadetes, sub.-teniente Luís Octavio Romero, Comandante del Segundo pelotón de fusileros de la Promoción Carlos Piar de la Academia Militar, los cadetes lo llamábamos el viejo Romero, (Llegó a ser Comandante General del Ejercito y fue profesor en la Facultad de Ingeniería en la Universidad Simón Bolívar) excelente oficial, severo al extremo, extremadamente justo, cuando imponía un castigo físico, se le cumplía sin murmurar, porque estábamos seguro que nos lo merecíamos, cuando amanecía de guardia, en la formación de la mañana, una vez que recibía el parte y tocaban el toque de oración, nos ordenaba, firmes, e inmediatamente la orden de: Salto sucesivos sobre la punta de los pies, a la vez nos informaba, que eso eran cinco minutos, para botar el ultimo vestigio de sueño que nos quedaba, su instrucción militar era pulcra y era motivo de provocación tenerlo como instructor de orden cerrado, , Teniente Luís Paz Orvaez, Comandante del Primer pelotón de fusileros, cumplía con sus deberes como oficial de planta, de vez en cuando una nota o una sanción física, no se daba mala vida, se integró al grupo de cadetes tanto antiguos como a los reclutas, prefería pasar sus horas en el Casino de Oficiales, trató de conformar un grupo gimnástico en la Escuela de Aviación Militar y fracasó por haberle hundido el techo al carro de un oficial instructor de vuelo, cuando trató de saltar por encima del automóvil y perder la sustentación, entró en perdida, fue catalogado como buena persona y alta pana; Sub-Teniente Juan Bautista Rosas Marcano, Comandante del Tercer pelotón de fusileros, del Arma de Blindados, una descomunal humanidad de hombre, que el solo hecho de quedarse viendo a uno, se entraba en pánico, muy humano pero severo al extremo, perdía la paciencia por cualquier cosa, que el considerara estaba mal hecha, a decir verdad, se le tenia mucho miedo y respeto, muy oriental y cuando era oficial de día, era seguro un trote alrededor del patio de ejercicios, antes de ir al comedor, entre nosotros, lo llamábamos a secas Rosas Marcano, su instrucción militar era un suplicio, para los lacios no así para aquellos que asimilaban la misma, desde un primer momento. Para los que éramos viciosos del cigarrillo, acostumbrábamos fumar fuera de las horas de casino, y por lo general en la azotea o el baño, si éramos descubierto por el Sub-teniente Rosas Marcano, después de la formación del mediodía para almorzar, se presentaba con una caja de cigarrillos Capitolio o Bandera Roja, una jarra de agua y nos hacia fumar toda la caja y luego bebernos toda el agua contenida en la jarra, por supuesto que con sus consabidas diez vueltas al patio (al trote); el Teniente Juvenal Pérez Viloria, asimilado, el eterno jefe de la enfermería, como persona excelente, de vez en cuando hacia guardia de oficial de día, lo cual era de nuestro agrado porque ni habían cadetes pagando castigo en el patio, ni habían arrestados, todos a la calle …de frente mar…que papaya; su asistente el Sargento asimilado de nombre Benjamín Pereira, (Gracias a mi compañero de promoción Juan de la Cruz Flores Blanco, quien me recordó el nombre del sub.-oficial) el cual lo llamábamos Sancho Panza, el acompañante de Don Quijote; el Sargento Bravo, quien era el administrador de la Escuela, y se daba el lujo de poseer el mejor automóvil de todo el personal orgánico de la EAM. Se comentaba entre los cadetes, que el Sargento, cuando salía fuera de la Guarnición se quitaba las dos barras de ST2 y las remplazaba por dos estrellas de Teniente y un ala de pecho de piloto, nunca se comprobó nada. Posteriormente el Capitán Conrado Palavicini Freites, fue remplazado por el Capitán Luís Alberto Padilla Castillo, poseedor de un inconfundible Buick color verde, se presentó con castigos demasiados severos, por ejemplo: si algún cadete se quedaba dormido en la guardia nocturna, dormía en el calabozo por el tiempo que durará los turnos de guardia , le nombraba guardia por cuarenta y cinco días con segundo y tercer turno, y si por mala suerte el cadete dormilón se quedaba nuevamente dormido, le duplicaba los días, hubo muchos cadetes que cumplieron con este castigo hasta por cuatro meses. Otro de los castigos predilecto del Capitán Ladilla como lo llamábamos, sobre todo con los faltones, los Sábados y Domingo plantón, al frente de la Escuela con uniforme de parada y el arma al hombro, muchas personas que pasaban al frente del Instituto se extrañaban de esa guardia que nunca habían visto. El Teniente Ernesto Pulido Tamayo, fue remplazado por el Teniente Simón Paredes Álamo, oficial de logística del ejercito, y bien gracias, tampoco se daba mala vida: el Teniente Luís Ramos Ojeda, fue relevado por otro oficial del ejercito de nombre Teniente Jesús Ríos Morillo, oficial de infantería, mas que excelente, un oficial con una alta, moral, severo cuando tenia que serlo, como instructor inigualable, fue muy querido por la promoción, posteriormente fueron relevados de los cargos el Teniente Diego Paz Orvaez y el Teniente Luís Octavio Romero, los cuales regresaron a su fuerza de origen, el Capitán Luís Alberto Padilla, fue relevado por otro Capitán del Ejercito de apellido Avendaño, no se dio a conocer porque fue muy efímera su estadía en la Escuela, si se recuerda que tenía una voz muy aterciopelada y casi no se le oía cuando comandaba la formación, este Capitán fue relevado por otro Capitán del ejercito, quien había permanecido el mayor tiempo de su vida militar en la aviación, su nombre Julio Cesar Moreno Huérfano, conocido por todos los aviadores de la época como "Tumulto", tenia su forma de ser, severo a la enésima potencia, muy ocurrente en sus actuaciones, y para el no existía el perdón o la excusa, soportándole todas sus atrocidades e inventivas, éramos tubos de ensayos, fue Comandante de Compañía, hasta el día que nos graduamos como oficiales de la Aviación Militar, para esa época ya había ascendido a Mayor; otro oficial fue el sub.-teniente Carlos Guevara Yegres, terrestre cien por ciento, como buen oficial del ejercito, muy severo, no se quedaba atrás en severidad, buen instructor pero algunas veces se excedía en sus ordenes, y así se desenvolvía la rutina y las actividades en la Escuela de Aviación Militar, sin olvidar a el Teniente Eduardo Monserrat Pérez era el administrador de la escuela y fue relevado por el Teniente Machado Luengo, sintiéndose el cambio por la desmejora de la comida; pero si hacemos un viraje de 180 grados, nos encontramos con otro grupo de oficiales en el Departamento de Operaciones de la Escuela de Aviación Militar, la misión de esta dependencia era completamente diferente a la narrada inicialmente, eran los oficiales pilotos que tenían como misión hacernos pilotos de la aviación militar, uno de ellos que es imposible olvidarlo un verdadero caballero del aire, el Capitán Edgar Jelambi Terán, era el Jefe de Operaciones, piloto de caza de primera línea, tenia un grupo de oficiales instructores como lo mas graneado de la aviación militar de la época, el Teniente Jorge Eduardo Saavedra, Rodrigo Pérez Pérez, Domingo Martínez, Luis Blanco, Clemente Lammerdof, Mauricio Black Basso, Peñaloza Arenas, Ramírez Roa, Raúl Paiva Paiva, Méndez Portillo y otros que se me escapan de la memoria, fueron los encargados de darnos la primera cucharada de el dulce sabor del vuelo, y presentarnos lo que era estar fuera de la superficie terrestre, también ellos compartieron con nosotros muchos sustos, otros con menos suerte y se fueron a otras dimensiones con sus alumnos; con todas las severidades y de vez en cuando un acto de inmoralidad, a las cuales fuimos sometidos por espacio de cuatro años; sin una pizca de rencor, les agradecemos a estos señores oficiales, estén donde estén, su aporte y preocupación a nuestra formación militar, eso nos templó el carácter, nos hicieron verdaderos oficiales, no blandengues como otros, dispuestos a cumplir cualquier misión por muy peligrosa que fuera, ya para terminar y cerrar ésta pagina de la historia de la Aviación Militar, no puedo olvidar y pasar por alto al Cabo Margarito, quien era el mensajero de la Compañía de Cadetes, adversado por los cadetes de primer año, porque el pretendía que se le rindieran honores y saludaran por sus jinetas de cabo, mas de una vez tuvo ciertos encontronazos con algunos cadetes, al final se convenció que los cadetes no eran sus subalternos, en vista que no pudo lograr su cometido, era el soplón de la Compañía y cuando veía a un cadete cometiendo una falta, el se encargaba de llevarla al comando, para la sanción de ley, de todas formas gracias cabo por hacernos vivir una nueva experiencia. Quiero manifestarles muy sinceramente, a todos los oficiales, Sub-oficiales y todo el personal militar que hacían vida orgánica en la Escuela de Aviación Militar, desde el reposo del retiro, un ramillete de gracias, mil gracias por habernos formados como oficiales de la Fuerza Aérea, y haber aportado su granito de arena, tanto en el aspecto militar como en el aire, y que Dios los bendiga a todos…LA FORTUNA AYUDA A LOS AUDACES.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 




 




 


 


 
 
 
 

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